Marcos 11 - Biblia de Jerusalem 3-EdicionLa entrada triunfal en Jerusalén1. Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y Betania, al pie del monte de los Olivos, envía a dos de sus discípulos, 2. diciéndoles: "Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y no bien entréis en él, encontraréis un pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre. Desatadlo y traedlo. 3. Y si alguien os dice: "¿Por qué hacéis eso?", decid: "El Señor lo necesita, y que lo devolverá en seguida"." 4. Fueron y encontraron el pollino atado junto a una puerta, fuera, en la calle, y lo desataron. 5. Algunos de los que estaban allí les dijeron: "¿Qué hacéis desatando el pollino?" 6. Ellos les contestaron según les había dicho Jesús, y les dejaron. 7. Traen el pollino ante Jesús, echaron encima sus mantos y se sentó sobre él. 8. Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, follaje cortado de los campos. 9. Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! 10. ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!" 11. Y entró en Jerusalén, en el Templo, y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde, salió con los Doce para Betania. Maldición de la higuera estéril12. Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre. 13. Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos. 14. Entonces le dijo: "¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!" Y sus discípulos oían esto. Purificación del templo15. Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas 16. y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo. 17. Y les enseñaba, diciéndoles: "¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las gentes? ¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos!" 18. Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle; porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina. 19. Y al atardecer, salía fuera de la ciudad. La higuera maldecida se seca20. Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. 21. Pedro, recordándolo, le dice: "¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca." 22. Jesús les respondió: "Tened fe en Dios. 23. Yo os aseguro que quien diga a este monte: "Quítate y arrójate al mar" y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. 24. Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis. 25. Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas." 26. [Mas si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras ofensas.] La autoridad de Jesús27. Vuelven a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, 28. y le decían: "¿Con qué autoridad haces esto?, o ¿quién te ha dado tal autoridad para hacerlo?" 29. Jesús les dijo: "Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré con qué autoridad hago esto. 30. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme." 31. Ellos discurrían entre sí: "Si decimos: "Del cielo", dirá: "Entonces, ¿por qué no le creísteis?" 32. Pero ¿vamos a decir: "De los hombres?"" Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. 33. Responden, pues, a Jesús: "No sabemos." Jesús entonces les dice: "Tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto." |