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    Jueces 9 - Biblia de Jerusalén 1998

    Reinado de Abimelec

    1. Abimélec, hijo de Yerubaal, marchó a Siquén, donde los hermanos de su madre, y les dijo a ellos y a todo el clan de la familia de su madre:

    2. "Decid esto, por favor, a oídos de todos los señores de Siquén: ¿Qué es mejor para vosotros, que os estén mandando setenta hombres, todos los hijos de Yerubaal, o que os mande uno solo? Recordad además que yo soy de vuestros huesos y de vuestra carne."

    3. Los hermanos de su madre hablaron de él en los mismos términos a todos los señores de Siquén, y su corazón se inclinó hacia Abimélec, porque se decían: "Es nuestro hermano."

    4. Le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los que Abimélec contrató a hombres miserables y vagabundos, que se fueron con él.

    5. Fue entonces a casa de su padre, en Ofrá, y mató a sus hermanos, los hijos de Yerubaal, setenta hombres, sobre una misma piedra. Sólo escapó Jotán, el hijo menor de Yerubaal, porque se escondió.

    6. Luego se reunieron todos los señores de Siquén y todo Bet Miló, y fueron y proclamaron rey a Abimélec junto al Terebinto de la estela que hay en Siquén.

    7. Se lo anunciaron a Jotán, quien se colocó en la cumbre del monte Garizín, alzó la voz y clamó: "Escuchadme, señores de Siquén, y que Dios os escuche.

    8. Los árboles se propusieron ungir a uno como su rey. Dijeron al olivo: Sé tú nuestro rey.

    9. Les respondió el olivo: ¿Voy a renunciar a mi aceite con el que son honrados los dioses y los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?

    10. Los árboles dijeron a la higuera: Ven tú, reina sobre nosotros.

    11. Les respondió la higuera: ¿Voy a renunciar a mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a mecerme por encima de los árboles?

    12. Los árboles dijeron a la vid: Ven tú, reina sobre nosotros.

    13. Les respondió la vid: ¿Voy a renunciar a mi mosto, que alegra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?

    14. Todos los árboles dijeron a la zarza: Ven tú, reina sobre nosotros.

    15. La zarza respondió a los árboles: Si con sinceridad venís a ungirme a mí para reinar sobre vosotros, llegad y cobijaos a mi sombra. Y si no es así, brote fuego de la zarza y devore los cedros del Líbano.

    16. "Ahora pues, ¿habéis obrado con sinceridad y lealtad al elegir rey a Abimélec? ¿Os habéis portado bien con Yerubaal y su casa y le habéis tratado según el mérito de sus manos?

    17. Mi padre combatió por vosotros, arriesgó su vida, os libró de la mano de Madián;

    18. y vosotros os habéis alzado hoy contra la casa de mi padre, habéis matado a sus hijos, setenta hombres sobre una misma piedra, y habéis puesto por rey a Abimélec, el hijo de su esclava, sobre los señores de Siquén, por ser él vuestro hermano.

    19. Si, pues, habéis obrado con sinceridad y lealtad con Yerubaal y con su casa en el día de hoy, que Abimélec sea vuestra alegría y vosotros la suya.

    20. De lo contrario, que salga fuego de Abimélec y devore a los señores de Siquén y de Bet Miló; y que salga fuego de los señores de Siquén y Bet Miló y devore a Abimélec."

    21. Y Jotán huyó, se puso a salvo y fue a Beer, donde se estableció, lejos del alcance de su hermano Abimélec.

    22. Abimélec gobernó tres años en Israel.

    23. Pero Dios envió un espíritu de discordia entre Abimélec y los señores de Siquén; y los señores de Siquén traicionaron a Abimélec,

    24. para que el crimen cometido contra los setenta hijos de Yerubaal fuera vengado y su sangre cayera sobre su hermano Abimélec, que los había asesinado, y sobre los señores de Siquén, que le habían ayudado a asesinar a sus hermanos.

    25. Los señores de Siquén prepararon contra él emboscadas en las cimas de los montes y saqueaban a todo el que pasaba cerca por el camino. Y se dio aviso a Abimélec.

    26. Gaal, hijo de Obed, acompañado de sus hermanos, vino a pasar por Siquén y se ganó la confianza de los señores de Siquén.

    27. Salieron éstos al campo a vendimiar sus viñas, pisaron las uvas, hicieron fiesta y entraron en el templo de su dios. Comieron y bebieron y maldijeron a Abimélec.

    28. Entonces Gaal, hijo de Obed, exclamó: "¿Quién es Abimélec y qué es Siquén para que le sirvamos? ¿Por qué el hijo de Yerubaal, y Zebul, su lugarteniente, no han de servir a la gente de Jamor, padre de Siquén? ¿Por qué hemos de servirles nosotros?

    29. ¡Quién pusiera este pueblo en mis manos! Yo echaría a Abimélec y le diría: Refuerza tu ejército y sal a la lucha."

    30. Zebul, gobernador de la ciudad, se enteró de la propuesta de Gaal, hijo de Obed, y montó en cólera.

    31. Envió secretamente mensajeros donde Abimélec, para decirle: "Mira que Gaal, hijo de Obed, con sus hermanos, ha llegado a Siquén y están soliviantando a la ciudad contra ti.

    32. Por tanto, levántate de noche, tú y la gente que tienes contigo, y tiende una emboscada en el campo;

    33. por la mañana temprano, en cuanto salga el sol, te levantas y te lanzas contra la ciudad. Cuando Gaal salga a tu encuentro con su gente, harás con él lo que te venga a mano."

    34. Abimélec se levantó de noche con todas las tropas de que disponía y tendieron una emboscada frente a Siquén, repartidos en cuatro grupos.

    35. Cuando Gaal, hijo de Obed, salió y se detuvo a la entrada de la puerta de la ciudad, Abimélec y la tropa que le acompañaba salieron de su emboscada.

    36. Gaal vio la tropa y dijo a Zebul: "Mira la gente que baja de las cumbres de los montes." Zebul respondió: "Es la sombra de los montes lo que ves y te parecen hombres."

    37. Gaal volvió a decir: "Mirad la gente que baja del lado del Ombligo de la Tierra, y otra partida llega por el camino de la Encina de los Adivinos."

    38. Zebul le dijo entonces: "¿Qué has hecho de tu boca tú que decías: ¿Quién es Abimélec para que le sirvamos? ¿No es ésa la gente que despreciaste? Sal, pues, ahora y pelea contra ellos."

    39. Gaal salió al frente de los señores de Siquén y presentó batalla a Abimélec.

    40. Abimélec persiguió a Gaal, pero éste se le escapó; y muchos cayeron muertos antes de llegar a la puerta.

    41. Abimélec habitó en Arumá; y Zebul expulsó a Gaal y a sus hermanos y no les dejó habitar en Siquén.

    42. Al día siguiente el pueblo salió al campo. Se dio aviso de ello a Abimélec,

    43. que tomó su tropa, la repartió en tres cuerpos y tendió una emboscada en el campo. Cuando vio que la gente salía de la ciudad, cayó sobre ellos y los derrotó.

    44. Abimélec, con el cuerpo que estaba con él, atacó y tomó posiciones a la entrada de la puerta de la ciudad; los otros dos cuerpos se lanzaron contra todos los que estaban en el campo y los derrotaron.

    45. Todo aquel día estuvo Abimélec atacando a la ciudad. Cuando la tomó, mató a la población, arrasó la ciudad y la sembró de sal.

    46. Al saberlo, los vecinos de Migdal Siquén se metieron en la cripta del templo de El Berit.

    47. Se comunicó a Abimélec que todos los señores de Migdal Siquén estaban juntos;

    48. entonces Abimélec subió al monte Salmón, con toda su tropa, y tomando un hacha en sus manos, cortó una rama de árbol, la alzó y echándosela al hombro dijo a la tropa que le acompañaba: "¡De prisa! Lo que me habéis visto hacer, hacedlo también vosotros."

    49. Y todos sus hombres cortaron cada uno su rama; luego siguieron a Abimélec, pusieron las ramas sobre la cripta y prendieron fuego a la cripta con ellos debajo. Así murieron también todos los habitantes de Migdal Siquén, unos mil hombres y mujeres.

    50. Marchó Abimélec contra Tebés, la asedió y tomó.

    51. Había en medio de la ciudad una torre fuerte, y en ella se refugiaron todos los hombres y mujeres, y todos los señores de la ciudad. Cerraron por dentro y subieron a la terraza de la torre.

    52. Abimélec llegó hasta la torre, la atacó y alcanzó la puerta de la torre con ánimo de prenderla fuego.

    53. Entonces una mujer le arrojó una muela de molino a la cabeza y le partió el cráneo.

    54. Él llamó en seguida a su escudero y le dijo: "Desenvaina tu espada y mátame, para que no digan de mí: Lo ha matado una mujer." Su escudero lo atravesó y murió.

    55. Cuando la gente de Israel vio que Abimélec había muerto, se volvió cada uno a su lugar.

    56. Así devolvió Dios a Abimélec el mal que había hecho a su padre al matar a sus setenta hermanos.

    57. Y también sobre la cabeza de la gente de Siquén hizo Dios caer toda su maldad. De este modo se cumplió en ellos la maldición de Jotán, hijo de Yerubaal.