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domingo, agosto 18, 2024
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    Ezequiel 31 - Biblia de nuestro Pueblo

    1. Contra el faraón I Is 14,4-23; Ez 17,22-24; Dn 4 El año undécimo, el día uno del mes tercero, me dirigió la palabra el Señor:

    2. -Hijo de hombre, di al faraón, rey de Egipto, y a su tropa: ¿A quién te pareces en tu grandeza?

    3. Fíjate en Asiria, cedro del Líbano, de magnífico ramaje, tupido y umbroso, de estatura gigante, cuya copa llega hasta las nubes.

    4. Lo criaron las lluvias, las aguas subterráneas lo elevaron: con sus corrientes rodeaban su tronco y regaban con sus acequias al arbolado de la campiña.

    5. Así se empinó por encima de los árboles de la campiña; se hizo tupido su ramaje, dilatada su copa, gracias a la abundancia de las aguas.

    6. Anidaban en su ramaje las aves del cielo, tenían cría bajo su copa las fieras salvajes, a su sombra se cobijaba muchedumbre de pueblos.

    7. Era magnífico por su corpulencia, por la envergadura de sus ramas, pues hundía su raíz en aguas abundantes.

    8. Los cedros del parque de los dioses no lo sobrepasaban, ni competían con su ramaje los abetos, ni los plátanos igualaban su copa; ningún árbol del parque de los dioses podía competir con su hermosura.

    9. Lo hice magnífico, tupido de ramas, lo envidiaban los árboles del paraíso, del parque de los dioses.

    10. Pues bien, esto dice el Señor: por haberse elevado tan alto y haber levantado su copa hasta las nubes, y haberse engreído por su altura,

    11. lo entregué a merced de la nación más poderosa para que lo tratara según su maldad.

    12. Lo cortaron los bárbaros más feroces, lo tiraron por los barrancos: por los valles fueron cayendo sus ramas; se fue desgajando su copa por los barrancos del país, de su sombra escaparon los pueblos de la tierra, dejándolo abatido.

    13. Anidaron en su tronco caído las aves del cielo y se guarecieron en su copa los animales salvajes.

    14. Para que no eleven su estatura los árboles bien regados, y no levanten su copa hasta las nubes ni confíen en su altura los bien regados; porque todos están destinados a la muerte, a lo profundo de la tierra, en medio de los hijos de Adán que bajan a la fosa.

    15. Esto dice el Señor: El día que bajó al abismo vestí de luto el Océano: detuve sus corrientes, las aguas caudalosas se estancaron. Enluté al Líbano por él, por él entristecieron todos los árboles del campo.

    16. Al estruendo de su caída hice temblar a las naciones, cuando lo precipité en el abismo con los que bajan a la fosa; entonces se consolaron en lo profundo de la tierra los árboles del paraíso, los mejores del Líbano, los bien regados.

    17. También ellos bajaron al abismo con él, con los muertos a espada; y los que se cobijaban a su sombra se diseminaron entre las naciones.

    18. ¿Con qué árbol del paraíso competías en gloria y en grandeza? Fuiste precipitado con los árboles del paraíso a lo profundo de la tierra: ahí estás tendido en medio de incircuncisos, con los muertos a espada. Se trata del faraón y de su tropa -oráculo del Señor-.