31 C
Miami
sábado, agosto 17, 2024
Más


    Lucas 14 - Biblia de nuestro Pueblo

    Jesús sana a un hidrópico

    1. Sana a un hidrópico Un sábado que entró a comer en casa de un jefe de fariseos, ellos lo vigilaban.

    2. Se le puso delante un hidrópico.

    3. Jesús tomó la palabra y preguntó a los doctores de la ley y fariseos: -¿Está permitido sanar en sábado o no?

    4. Ellos callaron. Jesús tomó al enfermo, lo sanó y lo despidió.

    5. Después les dijo: -Supongamos que a uno de ustedes se le cae un hijo o un buey a un pozo: ¿acaso no lo sacará enseguida, por más que sea sábado?

    6. Y ellos no supieron qué responderle.

    Los convidados a las bodas

    7. Los primeros puestos Observando cómo elegían los puestos de honor, dijo a los invitados la siguiente parábola:

    8. -Cuando alguien te invite a una boda, no ocupes el primer puesto; no sea que haya otro invitado más importante que tú

    9. y el que los invitó a los dos vaya a decirte que le cedas el puesto al otro. Entonces, lleno de vergüenza, tendrás que ocupar el último puesto.

    10. Cuando te inviten, ve y ocupa el último puesto. Así, cuando llegue el que te invitó, te dirá: Amigo, acércate más. Y quedarás honrado en presencia de todos los invitados.

    11. Porque quien se engrandece será humillado, y quien se humilla será engrandecido.

    12. Al que lo había invitado le dijo: -Cuando ofrezcas una comida o una cena, no invites a tus amigos o hermanos o parientes o a los vecinos ricos; porque ellos a su vez te invitarán y quedarás pagado.

    13. Cuando des un banquete, invita a pobres, mancos, cojos y ciegos.

    14. Dichoso tú, porque ellos no pueden pagarte; pero te pagarán cuando resuciten los justos.

    Parábola de la gran cena

    15. El banquete de bodas Mt 22,1-10 Uno de los invitados, al oírlo, dijo: -¡Dichoso el que se siente al banquete del reino de Dios!

    16. Jesús le contestó: -Un hombre daba un gran banquete, al que invitó a muchos.

    17. Hacia la hora del banquete envió a su sirviente a decir a los invitados: Vengan, ya todo está preparado.

    18. Pero todos, uno tras otro se fueron disculpando. El primero dijo: He comprado un terreno y tengo que ir a examinarlo; te ruego me disculpes.

    19. El segundo dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego me disculpes.

    20. El tercero dijo: Me acabo de casar y no puedo ir.

    21. El sirviente volvió a informar al dueño de casa. Éste, irritado, dijo al sirviente: Sal rápido a las plazas y calles de la ciudad y trae aquí a pobres, mancos, ciegos y cojos.

    22. Regresó el sirviente y le dijo: Señor, se ha hecho lo que ordenabas y todavía sobra lugar.

    23. El señor dijo al sirviente: Ve a los caminos y veredas y oblígalos a entrar hasta que se llene la casa.

    24. Porque les digo que ninguno de aquellos invitados probará mi banquete.

    Lo que cuesta seguir a Cristo

    25. El discípulo Mt 10,37s Le seguía una gran multitud. Él se volvió y les dijo:

    26. -Si alguien viene a mí y no me ama más que a su padre y su madre, a su mujer y sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo.

    27. Quien no carga con su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo.

    28. Si uno de ustedes pretende construir una torre, ¿no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?

    29. No suceda que, habiendo echado los cimientos y no pudiendo completarla, todos los que miran se pongan a burlarse de él

    30. diciendo: éste empezó a construir y no puede concluir.

    31. Si un rey va a enfrentarse en batalla contra otro, ¿no se sienta primero a deliberar si podrá resistir con diez mil al que viene a atacarlo con veinte mil?

    32. Si no puede, cuando el otro todavía está lejos, le envía una delegación a pedir la paz.

    33. Lo mismo cualquiera de ustedes: quien no renuncie a sus bienes no puede ser mi discípulo.

    Cuando la sal pierde su sabor

    34. Mt 5,13; Mc 9,50 Buena es la sal; pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar?

    35. Ya no sirve ni para el campo ni para abono; hay que tirarla. El que tenga oídos para oír que escuche.