29.2 C
Miami
jueves, julio 18, 2024
Más


    Mateo 8 - Biblia de nuestro Pueblo

    Jesús sana a un leproso

    1. Sanaciones Mc 1,40-45; Lc 5,12-16 Cuando bajaba del monte le seguía una gran multitud.

    2. Un leproso se le acercó, se postró ante él y le dijo: -Señor, si quieres, puedes sanarme.

    3. Él extendió la mano y le tocó diciendo: -Lo quiero, queda sano. Y en ese instante se sanó de la lepra.

    4. Jesús le dijo: -No se lo digas a nadie; ve a presentarte al sacerdote y, para que les conste, lleva la ofrenda establecida por Moisés.

    Jesús sana al siervo de un centurión

    5. Lc 7,1-10; cfr. Jn 4,46-54 Al entrar en Cafarnaún, un centurión se le acercó y le suplicó:

    6. -Señor, mi muchacho está postrado en casa, paralítico, y sufre terriblemente.

    7. Le dijo: -Yo iré a sanarlo.

    8. Pero el centurión le replicó: -Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que digas una palabra y mi muchacho quedará sano.

    9. También yo tengo un superior y soldados a mis órdenes. Si le digo a éste que vaya, va; al otro que venga, viene; a mi sirviente que haga esto, y lo hace.

    10. Al oírlo, Jesús se admiró y dijo a los que le seguían: -Les aseguro, que no he encontrado una fe semejante en ningún israelita.

    11. Les digo que muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.

    12. Mientras que los ciudadanos del reino serán expulsados a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el crujir de dientes.

    13. Al centurión, Jesús le dijo: -Ve y que suceda como has creído. En aquel instante el muchacho quedó sano.

    Jesús sana a la suegra de Pedro

    14. Mc 1,29-34; Lc 4,38-41 Entrando Jesús en casa de Pedro, vio a su suegra acostada con fiebre.

    15. La tomó de la mano, y se le pasó la fiebre; entonces ella se levantó y se puso a servirle.

    16. Al atardecer le trajeron muchos endemoniados. Él con una palabra expulsaba los demonios, y todos los enfermos sanaban.

    17. Así se cumplió lo anunciado por el profeta Isaías: Él tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades.

    Los que querían seguir a Jesús

    18. Seguimiento Lc 9,57-60 Al ver Jesús la multitud que lo rodeaba, dio orden de atravesar el lago.

    19. Entonces se acercó un letrado y le dijo: -Maestro, te seguiré adonde vayas.

    20. Jesús le contestó: -Las zorras tienen madrigueras, las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.

    21. Otro discípulo le dijo: -Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre.

    22. Jesús le contestó: -Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos.

    Jesús calma la tempestad

    23. Calma una tempestad Mc 4,35-41; Lc 8,22-25 Cuando subía a la barca le siguieron los discípulos.

    24. De pronto se levantó tal tempestad en el lago que las olas cubrían la embarcación, mientras tanto, él dormía.

    25. Los discípulos se acercaron y lo despertaron diciendo: -¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!

    26. Él les dijo: -¡Qué cobardes y hombres de poca fe son! Se levantó, increpó a los vientos y al lago, y sobrevino una gran calma.

    27. Los hombres decían asombrados: -¿Quién es éste, que hasta los vientos y el lago le obedecen?

    Los endemoniados gadarenos

    28. Sana a dos endemoniados Mc 5,1-20; Lc 8,26-39 Al llegar a la otra orilla y entrar en territorio de Gadara, fueron a su encuentro dos endemoniados salidos de los sepulcros; eran tan violentos que nadie se atrevía a pasar por aquel camino.

    29. De pronto se pusieron a gritar: -¡Hijo de Dios!, ¿qué tienes con nosotros? ¿Has venido antes de tiempo a atormentarnos?

    30. A cierta distancia había una gran piara de cerdos pastando.

    31. Los demonios le suplicaron: -Si nos expulsas, envíanos a la piara de cerdos.

    32. Él les dijo: -Vayan. Ellos salieron y se metieron en los cerdos. La piara en masa se lanzó por un acantilado al lago y se ahogó en el agua.

    33. Los pastores huyeron, llegaron a la población y contaron lo que había sucedido con los endemoniados.

    34. Toda la población salió al encuentro de Jesús y al verlo le suplicaban que se fuera de su territorio.