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viernes, julio 26, 2024
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    Salmos 102 - Biblia de nuestro Pueblo

    Oración de un afligido Oración del que sufre, cuando está angustiado, y delante de Jehová derrama su lamento.

    1. 33; 74; 79 Señor, escucha mi oración, y mi clamor llegue a ti.

    2. No me escondas tu rostro el día de mi angustia, tiende tu oído hacia mí, respóndeme pronto el día en que te invoco.

    3. Que mis días se desvanecen como humo y mis huesos arden como brasas.

    4. Mi corazón se seca como heno segado, me olvido hasta de comer mi pan.

    5. Al son de mis gemidos, se me pega la piel a los huesos.

    6. Me asemejo a una lechuza de la estepa, soy como un búho entre ruinas.

    7. Estoy desvelado y soy como un pájaro que pía en el tejado

    8. todo el día. Me afrentan mis enemigos, que se burlan de mí y me maldicen.

    9. En vez de pan como ceniza, mezclo mi bebida con llanto,

    10. a causa de tu cólera y enojo, pues me alzaste y me arrojaste.

    11. Mis días declinan como una sombra, y yo me voy secando como el heno.

    12. Tú, en cambio, Señor, reinas siempre, tu Nombre pasa de una a otra generación.

    13. Te levantarás y te compadecerás de Sión, pues ya es hora de que te apiades de ella, ¡ya ha se ha cumplido el plazo!

    14. ¡Cómo aman tus siervos sus piedras y se apiadan hasta de su polvo!

    15. Los paganos respetarán tu Nombre, Señor, todos los reyes del mundo, tu gloria,

    16. cuando el Señor reconstruya Sión y aparezca en su gloria,

    17. se vuelva a las súplicas de los indefensos y no desdeñe su oración.

    18. Escríbase esto para la generación futura, y el pueblo recreado alabará al Señor:

    19. se ha asomado desde su excelso santuario, desde el cielo el Señor ha mirado la tierra,

    20. para escuchar los lamentos de los cautivos y librar a los condenados a muerte;

    21. para proclamar en Sión la fama del Señor y su alabanza en Jerusalén,

    22. cuando se reúnan unánimes los pueblos y los reinos para servir al Señor.

    23. Él debilitó mi fuerza en el camino y acortó el número de mis días.

    24. Yo dije: Dios mío, no me arrebates en la mitad de mis días, tú que vives por generaciones.

    25. Al principio afirmaste la tierra, el cielo es obra de tus manos:

    26. ellos perecerán, tú permaneces, se gastarán como la ropa, como un vestido los mudas y se van.

    27. Tú, en cambio, eres aquél cuyos años no se acabarán.

    28. Los hijos de tus siervos tendrán una morada, y su descendencia perdurará ante ti.