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miércoles, julio 17, 2024
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    Eclesiastés 3 - Biblia del Siglo de Oro

    Todo tiene su tiempo

    1. Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora:

    2. Tiempo de nacer y tiempo de morir, tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado,

    3. tiempo de matar y tiempo de curar, tiempo de destruir y tiempo de edificar,

    4. tiempo de llorar y tiempo de reir, tiempo de hacer duelo y tiempo de bailar,

    5. tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntarlas, tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar,

    6. tiempo de buscar y tiempo de perder, tiempo de guardar y tiempo de tirar,

    7. tiempo de rasgar y tiempo de coser, tiempo de callar y tiempo de hablar,

    8. tiempo de amar y tiempo de aborrecer, tiempo de guerra, y tiempo de paz.

    9. ¿Qué provecho obtiene el que trabaja de aquello en que se afana?

    10. He visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.

    11. Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin.

    12. Sé que no hay para el hombre cosa mejor que alegrarse y hacer bien en su vida,

    13. y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce de los beneficios de toda su labor.

    14. Sé que todo lo que Dios hace es perpetuo: Nada hay que añadir ni nada que quitar. Dios lo hace para que delante de él teman los hombres.

    15. Lo que antes fue, ya es, y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo pasado.

    Injusticias de la vida

    16. Vi más cosas debajo del sol: en lugar del juicio, la maldad; y en lugar de la justicia, la iniquidad.

    17. Y dije en mi corazón: «Al justo y al malvado juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace».

    18. Dije también en mi corazón: «Esto es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y vean que ellos mismos son semejantes a las bestias».

    19. Pues lo mismo les sucede a los hijos de los hombres que a las bestias: como mueren las unas, así mueren los otros, y todos tienen un mismo aliento de vida. No es más el hombre que la bestia, porque todo es vanidad.

    20. Todo va a un mismo lugar; todo fue hecho del polvo, y todo al polvo volverá.

    21. ¿Quién sabe si el espíritu de los hijos de los hombres sube a lo alto, y el espíritu del animal baja a lo hondo de la tierra?

    22. Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esa es su recompensa; porque, ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de venir después de él?