32.5 C
Miami
miércoles, julio 17, 2024
Más


    1 Corintios 15 - Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

    La resurrección de los muertos

    1. Aparte de todo lo dicho, quiero recordaros, hermanos, lo que en sí es el evangelio, que nada en él ha cambiado, sino que es el mismo que yo os prediqué. Vosotros lo aceptasteis y perseveráis en él.

    2. Por medio de este mensaje sois salvos, siempre que sigáis creyendo firmemente en él, pues en otro caso vuestra fe sería vana.

    3. Lo primero que hice fue transmitiros lo que yo también había recibido: que Cristo murió por nuestros pecados, tal como las Escrituras lo habían anunciado;

    4. y que fue sepultado y resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.

    5. Pedro le vio, y más tarde se apareció a los doce.

    6. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, muchos de los cuales viven todavía, aunque algunos ya han muerto.

    7. Luego se apareció a Jacobo, y después a todos los apóstoles.

    8. Por último, mucho más tarde que a los demás, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció a mí,

    9. que soy el más insignificante de los apóstoles y que ni siquiera debería llevar ese título, dado lo mucho que había perseguido a la iglesia de Dios.

    10. Pero lo que ahora soy, lo soy por la gracia de Dios, una gracia que no ha resultado en vano, porque he trabajado más que todos ellos, si bien es cierto que no soy yo el que ha hecho la obra, sino la misma gracia de Dios que ha estado conmigo.

    11. Aunque lo importante no es quién haya trabajado más, sino el hecho de que, sean ellos, sea yo, os hemos predicado el evangelio, y en él habéis creído vosotros. La resurrección de los muertos

    12. Pero ahora contestadme a esto: Si os predicamos que Cristo resucitó de los muertos, ¿cómo es que algunos andan por ahí negando que los muertos resuciten?

    13. Porque si no hay resurrección, Cristo tampoco resucitó;

    14. y si Cristo no resucitó, nuestra predicación es vana, y vana es también la fe que en Dios habéis depositado.

    15. En tal caso, los apóstoles somos unos falsos testigos, unos mentirosos, pues afirmamos que Dios resucitó a Cristo, cosa imposible si los muertos no resucitan;

    16. y si no resucitan, tampoco Cristo resucitó, todavía está muerto.

    17. Siendo así, vuestra fe no tiene sentido, sino que aún estáis sometidos a la condenación del pecado,

    18. y los creyentes que ya han muerto están perdidos.

    19. Ya lo veis, si nuestra esperanza en Cristo se reduce tan sólo a nuestra vida presente, somos, de todos los seres humanos, los más desgraciados del mundo.

    20. ¡Pero Cristo sí resucitó de entre los muertos! Él es el primero de todos los que murieron, los que un día serán resucitados.

    21. Así como la muerte entró en este mundo por causa de Adán, el primer hombre, así también la resurrección de los muertos entró merced a otro hombre, Jesucristo.

    22. Todos morimos porque somos parte de la descendencia de Adán; pero todos los que son parte de la familia de Cristo volverán a vivir,

    23. aunque cada cual en su debido orden: Cristo el primero, y luego, a su regreso, todos los que le pertenecen.

    24. Entonces llegará el fin, cuando Cristo, tras eliminar toda oposición de dominios, autoridades y poderes, entregue al Dios y Padre el reino definitivo.

    25. Porque Cristo tiene que reinar hasta que haya vencido y puesto debajo de sus pies a todos sus enemigos,

    26. el último de los cuales es la muerte, que también será derrotada y destruida.

    27. Porque Dios sometió todas las cosas bajo los pies de Cristo, cuyo imperio y autoridad se extiende sobre todos, a excepción, por supuesto, de aquel que sometió a él todas las cosas.

    28. Por eso, cuando Cristo, el Hijo de Dios, haya triunfado sobre sus enemigos, él mismo se someterá al Padre que sometió todas las cosas a su gobierno. Así, Dios tendrá la absoluta supremacía.

    29. Ahora pregunto: si los muertos no ha de resucitar, ¿qué razón hay para que algunos se bauticen por los muertos? ¿Por qué lo hacen?

    30. Y yo, ¿para qué estoy arriesgando la vida a todas horas?

    31. ¡Porque os aseguro que me parece estar muriendo cada día! Tan cierto es esto, hermanos, como la satisfacción que tengo a causa de vuestro crecimiento en nuestro Señor Jesucristo.

    32. Si los muertos no han de resucitar, ¿de qué me sirve haber luchado en Éfeso con las fieras, como un hombre cualquiera? En tal caso, gocemos de la vida actual: "¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!"

    33. Pero vosotros no os dejéis llevar a error por los que hablan de esa manera, porque las buenas costumbres se corrompen con las malas conversaciones.

    34. Vigilad con atención, para no seguir pecando (y digo esto para que os avergoncéis, porque parece que entre vosotros hay algunos que ignoran a Dios). El cuerpo resucitado

    35. Quizás alguno se pregunte: "¿Pero cómo resucitarán los muertos? ¿Qué clase de cuerpo tendrán?"

    36. Yo contestaría: "¡Esa es una pregunta necia! Piensa que una semilla, cuando se siembra, no puede germinar si antes no muere.

    37. Luego, al brotar la planta de la tierra, ya no es la semilla desnuda que se había sembrado, sea de trigo o de otro grano cualquiera;

    38. porque Dios le da un cuerpo nuevo, como él quiere, a cada semilla el cuerpo que le corresponde".

    39. De igual forma sucede con los demás seres: los humanos, los animales terrestres, los peces y las aves, que cada cual tiene su propio cuerpo y todos difieren entre sí.

    40. Y lo mismo ocurre con los cuerpos celestes y los cuerpos terrestres; todos tienen su propia manifestación, diferenciándose unos de otros en esplendor y belleza.

    41. Uno es el esplendor del sol, otro el de la luna y otro el de las estrellas, las cuales difieren entre sí en belleza y brillo.

    42. Lo mismo será en la resurrección de los muertos. Pues los muertos son como semillas sembradas, que han de entrar primero en corrupción para un día resucitar en incorrupción para siempre.

    43. Se siembra un cuerpo despreciable, pero resucitará un cuerpo glorioso; se siembra un cuerpo débil, pero resucitará con plenitud de fortaleza;

    44. se siembra un cuerpo material, pero resucitará un cuerpo espiritual, pues así como hay cuerpo material, hay también cuerpo espiritual.

    45. Por eso dicen las Escrituras que el primer hombre, Adán, fue creado como alma viviente en un cuerpo material; pero Cristo, "el Adán postrero, es el Espíritu que da la vida.

    46. Según el orden fijado por Dios, lo primero en nosotros es el cuerpo material; después de este recibiremos el espiritual.

    47. El primer hombre pertenece a la tierra, es terrenal; pero el segundo hombre, que es el Señor, pertenece al cielo.

    48. Como el primer hombre, el terrenal, así son todos los terrenales; y como el segundo hombre, el celestial, así serán todos los celestiales.

    49. Y lo mismo que ahora llevamos en nuestro cuerpo la imagen de Adán, el hombre terrenal, así llevaremos un día la imagen de Cristo, el hombre celestial.

    50. Pero os digo, hermanos, que ningún cuerpo hecho de carne y sangre podrá tener herencia en el reino de Dios, por lo mismo que nuestra naturaleza, destinada a corrupción, no puede ser heredera de una naturaleza incorruptible.

    51. Y ahora voy a revelaros un secreto: No todos moriremos, pero todos seremos transformados al recibir un nuevo cuerpo.

    52. Ocurrirá repentinamente, en un abrir y cerrar de ojos, cuando se oiga el toque de la trompeta final. Porque sonará la trompeta, los creyentes que hayan muerto serán resucitados con un cuerpo incorruptible y quienes todavía estemos vivos seremos transformados.

    53. Porque es imprescindible que este cuerpo nuestro corruptible sea revestido de incorrupción, y que esta naturaleza nuestra mortal sea revestida de inmortalidad.

    54. Cuando esto suceda, se cumplirá la profecía escrita:"La muerte ha sido absorbidacon victoria.

    55. ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, sepulcro, tu victoria?"

    56. Porque el pecado es el aguijón de la muerte, y la ley, la potencia del pecado.

    57. Pero demos gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de Jesucristo nuestro Señor.

    58. Por tanto, queridos hermanos, permaneced firmes, sed constantes y trabajad siempre en la obra del Señor, porque nada de lo que hagáis para él será en vano.