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viernes, agosto 16, 2024
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    Hebreos 12 - Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

    Puestos los ojos en Jesús

    1. Por cuanto todos nosotros estamos rodeados de tan gran número de testigos, despojémonos de cualquier carga que pueda impedirnos correr bien, especialmente del pecado que nos agobia y nos hace tropezar y caer. Corramos luego con perseverancia la carrera que tenemos propuesta,

    2. puestos los ojos en Jesús, el autor y perfeccionador de la fe, a quien no le importó sufrir el oprobio de la muerte vergonzosa en una cruz, sino que aceptó morir en ella sabiendo el gozo que le esperaba. Miremos, pues, a Jesús, que ahora ocupa el lugar de honor a la derecha de Dios.

    3. Cuando os sintáis cansados o decaídos, acordaos de la paciencia con que Jesús soportó el ser maltratado por sus verdugos.

    4. Porque vosotros, al fin y al cabo, aún no habéis tenido que derramar vuestra sangre combatiendo contra el pecado.

    5. ¿Acaso habéis olvidado la exhortación que, como a hijos, Dios os dirige cuando dice en las Escrituras: "Hijo mío, no tengas en poco que el Señor te castigue, ni te desalientes cuando te reprenda.

    6. Porque el Señor castiga a aquel a quien él ama, y azota al que recibe por hijo".

    7. Dejad, pues, que él os corrija, como cualquier padre corrige a sus hijos. Porque ¿qué hijo puede decir que su padre nunca le castiga?

    8. Si Dios no os castiga cuando lo merecéis, como cualquier padre hace con sus hijos, es que no sois hijos de Dios, no pertenecéis a su familia.

    9. Por otra parte, si a nuestros padres terrenales los veneramos pese a los castigos que nos imponen, ¿cómo no habremos de someternos a la disciplina de Dios, que es el Padre de nuestro espíritu, para que de veras comencemos a vivir?

    10. Porque ciertamente nuestros padres terrenales nos corrigen durante unos pocos años lo mejor que saben; pero la disciplina que impone el Señor es tan provechosa, que nos capacita para participar de su santidad.

    11. En nuestra vida actual, la aplicación de un castigo no es nunca un motivo de alegría, sino de tristeza; pero al final se aprecia que quien lo recibe crece apaciblemente en rectitud de carácter.

    Los que rechazan la gracia de Dios

    12. Levantad por tanto las manos caídas, afirmad las rodillas paralizadas

    13. y caminad por sendas llanas; que vuestros pies no dejen el buen camino, y si algo hay en vosotros débil o cojo, que sane y se fortalezca. Advertencia a los que rechazan a Dios

    14. Evitad toda rencilla, y procurad llevar una vida limpia y santa, porque sin santidad nadie verá al Señor.

    15. Cuidad unos de otros, no sea que alguno no llegue a alcanzar el favor y la ayuda de Dios. No deis lugar a que broten en vosotros raíces de amargura que os impidan progresar en vuestra fe y que contaminen la vida espiritual de muchos.

    16. Que nadie caiga en inmoralidades sexuales, ni descuide nadie su relación con Dios, como hizo Esaú, que vendió sus derechos de primogenitura por un simple plato de comida.

    17. Cierto que después trató de rectificar, y que vertió muchas lágrimas porque anhelaba heredar la bendición paterna; pero como era demasiado tarde para el oportuno arrepentimiento, no pudo recuperar los derechos que había despreciado.

    18. Vosotros no os habéis tenido que acercar, como los israelitas, al monte Sinaí, que se podía tocar; ni habéis tenido que soportar su fuego abrasador, ni la oscuridad, ni las profundas tinieblas, ni la espantosa tempestad desencadenada en aquel monte.

    19. Hubo también un toque de trompeta, y se oyó una voz tan sobrecogedora que el pueblo suplicó a Dios que no les siguiera hablando.

    20. Retrocedieron espantados al escuchar que, según la ley que entraba en vigor, cualquiera que tocase la montaña, aun si fuera un animal, tenía que morir lapidado o asaeteado.

    21. Tan terrible era la escena, que hasta el mismo Moisés confesó: "Estoy temblando lleno de espanto".

    22. Pero vosotros habéis tenido la dicha de llegaros directamente al verdadero monte de Sión, a la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial, a la compañía de miles y miles de ángeles

    23. que alaban a Dios y a la congregación de los primogénitos cuyos nombres están inscritos en los cielos. Os habéis acercado a Dios, el Juez de todos, a los espíritus de los redimidos que ya han sido hechos perfectos,

    24. a Jesús mismo, mediador de este nuevo pacto, y a la sangre derramada del Señor que, en vez de pedir venganza como la de Abel, es causa de un perdón gratuito.

    25. Así pues, prestad atención al que nos está hablando; porque si el pueblo de Israel no escapó cuando se negó a escuchar a Moisés, el mensajero terrenal, mucho menos escaparemos nosotros si no atendemos a las palabras de Dios, que nos amonesta desde el cielo.

    26. Cuando Dios habló en el monte Sinaí, su voz conmovió la tierra, pero ahora ha prometido: "La próxima vez no solo conmoveré la tierra, sino también el cielo".

    27. Lo cual significa que va a remover lo que no tenga cimientos firmes, y que tan sólo permanecerá lo inconmovible.

    28. Por eso, en vista de que nuestro reino es inconmovible, sirvamos a Dios con corazón agradecido y procuremos agradarle con temor y reverencia,

    29. porque nuestro Dios es un fuego santo que todo lo consume.