30.5 C
Miami
miércoles, julio 17, 2024
Más


    Marcos 11 - Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

    La entrada triunfal en Jerusalén

    1. Cuando llegaban ya a Betfagé y Betania, cerca de Jerusalén, y encontrándose frente al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, a quienes encargó:

    2. Id a la aldea que tenéis enfrente. Al entrar en ella, hallaréis en seguida un burrito atado que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traédmelo.

    3. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestadle que el Señor lo necesita y que luego lo devolverá.

    4. Fueron, pues, a la aldea, y encontraron al burrito atado ante la puerta de una casa, junto a un recodo del camino, y lo desataron.

    5. Unos que estaban allí les preguntaron: ¿Qué estáis haciendo? ¿Por qué desatáis el burrito?

    6. Ellos respondieron lo que Jesús les había indicado, y entonces los dejaron.

    7. Llevaron, pues, el burrito a Jesús; sobre él pusieron sus mantos los discípulos para que Jesús lo montase, y se pusieron en marcha.

    8. Muchos que estaban allí tendían sus mantos al paso de Jesús, y otros cubrían el camino con ramas que cortaban de los árboles.

    9. Y tanto los que iban delante, como los que iban detrás, gritaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

    10. ¡Bendito el reino que viene, el reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!

    11. Entró así Jesús en Jerusalén y en el templo; pero después de haber mirado todo lo que había a su alrededor, y como ya comenzara a anochecer, se fue con sus doce discípulos a Betania. Jesús purifica el templo

    Maldición de la higuera estéril

    12. Al día siguiente, al salir de Betania, Jesús sintió hambre,

    13. y habiendo visto de lejos una higuera frondosa, se acercó a ella por saber si también tendría fruto; pero solo tenía hojas, porque aún no era tiempo de higos.

    14. Entonces (y esto lo oyeron sus discípulos) dijo a la higuera: ¡Nunca más vuelva a comer nadie de tu fruto!

    Purificación del templo

    15. Cuando llegaron a Jerusalén, él se dirigió al templo, en cuyo atrio mucha gente vendía, compraba o cambiaba dinero. Indignado por aquel comercio, Jesús derribó las mesas de los cambistas y las sillas de los vendedores de palomas,

    16. e impidió que pasaran por el atrio los que iban cargados con bultos o mercancías.

    17. Y comenzó a enseñar, dicien-"do: Las Escrituras afirman: "Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones", pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones.

    18. La noticia de estos hechos llegó pronto a oídos de los principales sacerdotes y de los escribas, todos los cuales se pusieron a pensar cómo podrían matar a Jesús, porque le tenían miedo, pues sabían que todo el pueblo estaba admirado de sus enseñanzas.

    19. Pero él, al llegar la noche, salió de la ciudad. La higuera seca

    La higuera maldecida se seca

    20. Al día siguiente, por la mañana, pasaron de nuevo junto a la higuera, y vieron que se había secado hasta las raíces.

    21. Pedro, recordando lo ocurrido el día anterior, exclamó: ¡Mira, Maestro!, la higuera que maldijiste se ha secado.

    22. Jesús respondió: Tened fe en Dios,

    23. porque ciertamente cualquiera que tenga fe y no albergue dudas en su corazón, sino que crea que ha de cumplirse lo que dice, podrá mandarle a este monte que se quite de donde está y se arroje al mar, y el monte le obedecerá.

    24. Por eso os aseguro que todo lo que pidáis en oración, si ponéis vuestra fe en que habéis de recibirlo, lo recibiréis.

    25. Pero, eso sí, cuando oréis, perdonad a quienes os hayan hecho algo malo; de ese modo, vuestro Padre que está en los cielos perdonará también vuestras ofensas. La autoridad de Jesús puesta en duda

    26. Pero si vosotros no perdonáis a quienes os ofenden, tampoco vuestro Padre celestial os perdonará vuestras ofensas.

    La autoridad de Jesús

    27. Por entonces ya habían llegado a Jerusalén, e iban camino del templo cuando los principales sacerdotes, los escribas y los dirigentes judíos

    28. fueron a preguntar a Jesús: Dinos, ¿qué autoridad tienes tú para hacer estas cosas?O mejor, ¿quién te ha dado la autoridad para que puedas hacerlas?

    29. Jesús les contestó: Mirad, yo os explicaré con qué autoridad hago estas cosas, si vosotros me respondéis primero a una pregunta:

    30. El bautismo que Juan practicaba, ¿procedía del cielo, de Dios, o procedía tan sólo de los hombres? ¡Contestadme!

    31. Ellos comenzaron a discutir unos con otros: Si decimos que procedía del cielo, él dirá: "Entonces, ¿por qué no creísteis a Juan?"

    32. Y si decimos que solo procedía de los hombres, el pueblo se alzará contra nosotros, porque la gente tenía a Juan por un verdadero profeta.

    33. Por fin confesaron: No sabemos qué contestar.Y Jesús les replicó: En tal caso tampoco yo os diré con qué autoridad hago estas cosas.