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    1 Samuel 2 - Biblia Castilian 2003

    Cántico de Ana

    1. Entonces Ana hizo esta plegaria: "Salta de júbilo mi corazón por Yahveh, mi poder se exalta en Yahveh; mi boca se abre contra mis enemigos, pues me he alegrado con tu ayuda.

    2. No hay santo como Yahveh, no hay otro fuera de ti, ni hay roca como nuestro Dios.

    3. No multipliquéis palabras altaneras, no salga de vuestra boca la insolencia, porque Dios sapient simo es Yahveh, a él toca pesar las acciones.

    4. El arco de los fuertes se ha quebrado, en tanto que los débiles se ci en de fuerza.

    5. Los que estaban hartos de pan se alquilaron mientras que los hambrientos dejan su trabajo. La estéril da a luz siete veces, pero la que tiene muchos hijos se marchita.

    6. Yahveh da la muerte y da la vida, hace bajar al seol y subir de él.

    7. Yahveh empobrece y enriquece, abate y ensalza.

    8. Él levanta al débil del polvo, y del estercolero saca al indigente, para hacerlo sentar entre los nobles, y para asignarle un trono de honor. Porque de Yahveh son las columnas de tierra, y asentó sobre ellas el orbe.

    9. Él guarda los pasos de sus fieles, mientras que los imp os perecen en tinieblas, porque no por su fuerza triunfa el hombre.

    10. Por Yahveh quebrantados serán sus rivales, contra ellos tronará desde los cielos. Yahveh juzgará los confines de la tierra; él dará el poder o a su rey y exaltará el poder de su ungido".

    11. Elcaná se fue a su casa de Ramá, y el ni o se quedó al servicio de Yahveh bajo las órdenes del sacerdote El.

    El pecado de los hijos de Elí

    12. Ahora bien, los hijos de El eran hombres perversos, que no reconoc an a Yahveh

    13. ni los deberes de los sacerdotes para con el pueblo. Cuando alguno ofrec a un sacrificio, ven a el criado del sacerdote, mientras se coc a la carne, con un gran tenedor de tres dientes en la mano,

    14. lo met a en la caldera o en la olla, en el puchero o en el perol, y todo lo que el tenedor sacaba se lo apropiaba el sacerdote. Y as hac a con todos los israelitas que iban a Siló.

    15. Ya antes incluso de que se quemara la grasa, ven a el criado del sacerdote y dec a al que ofrec a el sacrificio: "Dame la carne para asársela al sacerdote; porque no te aceptará carne cocida, sino cruda".

    16. Y si el hombre le dec a: "Hay que quemar primero la grasa, después tomarás lo que te plazca", le respond a el criado: "No; me lo darás ahora mismo, si no, lo tomaré por la fuerza".

    17. As, el pecado de estos jóvenes era extremadamente grande a los ojos de Yahveh, porque atra an el descrédito sobre las ofrendas a Yahveh.

    18. El ni o Samuel estaba al servicio de Yahveh y llevaba ce ido un efod de lino.

    19. Su madre le hac a un manto peque o y se lo llevaba cada a o cuando sub a con su marido a ofrecer el sacrificio anual.

    20. El bendec a a Elcaná y a su esposa, y le dec a: "Que Yahveh te dé descendencia por esta mujer, a cambio del don que ella consagró a Yahveh". Y se volv an a su lugar.

    21. Efectivamente, Yahveh visitó a Ana, la cual concibió y dio a luz tres hijos y dos hijas. Entre tanto, el joven Samuel iba creciendo en presencia de Yahveh.

    22. El era ya muy viejo. Cuando se enteró de todo cuanto hac an sus hijos con todo Israel, y de que yac an con las mujeres que prestaban su servicio a la puerta de la tienda de la reunión,

    23. les dijo: "¿Por qué hacéis esas villan as de las que me he enterado por gente de todo el pueblo?

    24. No, hijos m os; no es bueno lo que de vosotros oigo: que hacéis que el pueblo de Yahveh se aparte de él.

    25. Si uno peca contra otro, Dios lo juzgará, como árbitro que es; pero, si uno peca contra Yahveh, ¿quién puede interceder por él?". Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque Yahveh quer a matarlos.

    26. Entre tanto, el joven Samuel iba creciendo y haciéndose grato a Yahveh y a los hombres.

    27. Un hombre de Dios fue a ver a El y le dijo: "As habla Yahveh: yo me revelé claramente a la casa de tu padre cuando estaban en Egipto al servicio de la casa del Faraón.

    28. Yo lo escog de entre todas las tribus de Israel para que fuera mi sacerdote, para que subiera a mi altar, quemara el incienso y llevara el efod ante m; y le conced a la casa de tu padre todos los sacrificios por el fuego de los israelitas.

    29. ¿Por qué, pues, pisoteáis mi sacrificio y mi ofrenda, los que yo dispuse de manera estable, y por qué tú honras más a tus hijos que a m, permitiendo que se ceben con lo más selecto de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?

    30. Por eso, éste es el oráculo de Yahveh, Dios de Israel: yo hab a dicho que tu casa y la casa de tu padre caminar an en mi presencia por siempre. Pero ahora - oráculo de Yahveh -, ¡lejos de m tal cosa! Porque yo honro a los que me honran y desprecio a los que me desprecian.

    31. Vienen ya los d as en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de suerte que en tu casa nadie llegue a la ancianidad.

    32. Provocará tu envidia todo el bien que yo otorgaré a Israel, sin que haya jamás en tu casa quien llegue a la ancianidad.

    33. No apartaré totalmente a todos los tuyos de junto a mi altar, para que sus ojos se consuman y su alma desfallezca, pero la mayor parte de los tuyos morirá por la espada de los hombres.

    34. Te servirá de se al lo que les va a ocurrir a tus dos hijos, Jofn y Pinjás: en un mismo d a morirán los dos.

    35. Yo haré surgir para m un sacerdote fiel, que actuará conforme a mi corazón y a mis deseos; yo le edificaré una casa estable, y él caminará siempre delante de mi ungido.

    36. Todos los que queden de tu casa irán a postrarse ante él para pedirle una moneda de plata o un pedazo de pan, y le dirán: "Incorpórame, por favor, a alguna función sacerdotal, para que yo tenga un pedazo de pan para comer"".