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    Ester 2 - Biblia Castilian 2003

    Ester es proclamada reina

    1.

    2. Entonces, los servidores del rey, sus cortesanos, dijeron: "Búsquense para el rey jóvenes doncellas de hermoso aspecto.

    3. Nombre el rey inspectores en todas las provincias de su reino, para que reúnan a todas las doncellas de hermoso aspecto en la ciudadela de Susa, en el harén, bajo la vigilancia de Hegué, eunuco del rey y guardián de las mujeres; y que éste les dé lo necesario para ataviarse.

    4. Y la joven que agrade a los ojos del rey sea la reina en lugar de Vast ". Agradó al rey la propuesta, y as se hizo.

    5. Hab a en la ciudadela de Susa un jud o, de nombre Mardoqueo, hijo de Ya r, hijo de Seme, hijo de Quis, del linaje de Benjam n,

    6. que hab a sido llevado de Jerusalén con los cautivos deportados con Jecon as, rey de Judá, por Nabucodonosor, rey de Babilonia.

    7. Se hab a cuidado de la educación a Hadasá, que es Ester, hija de un t o suyo, porque se hab a quedado huérfana de padre y madre. La joven era muy hermosa y agradable. A la muerte de su padre y de su madre, Mardoqueo la adoptó como hija.

    8. Sucedió que, al divulgarse el deseo del rey y su decreto, y al ser reunidas muchas jóvenes en la ciudadela de Susa bajo la vigilancia de Hegué, fue llevada también Ester a la casa del rey, al cuidado de Hegué, que era guardián de las mujeres.

    9. Le agradó la joven, que se conquistó su favor; de modo que se apresuró a proporcionarle lo necesario para su atav o y su mantenimiento; le asignó, además, siete doncellas escogidas del palacio del rey y la instaló, con ellas, en el mejor aposento del harén.

    10. Ester no hab a revelado ni su pueblo ni su origen, porque as se lo hab a ordenado Mardoqueo.

    11. Mardoqueo pasaba todos los d as por delante del patio del harén, para enterarse de la salud de Ester y de lo que le suced a.

    12. De acuerdo con el estatuto de las mujeres, a cada joven le llegaba su turno para presentarse al rey Asuero al cabo de los doce meses de tratamiento de tocador, los seis primeros a base de aceite de mirra y los otros seis con perfumes y cremas femeninas.

    13. Cuando una joven ten a que presentarse al rey, se le daba todo cuanto ped a para llevarlo consigo desde el harén al palacio del rey.

    14. Iba por la tarde, y volv a por la ma ana al segundo harén, que estaba bajo la vigilancia de Saasgaz, eunuco del rey, guardián de las concubinas. No volv a ya a presentarse ante el rey, a no ser que el rey manifestara deseo de verla y fuera llamada expresamente.

    15. Cuando a Ester, hija de Abijail, t o de Mardoqueo, que la hab a adoptado por hija, le llegó el turno para presentarse al rey, no pidió nada fuera de lo que le recomendó Hegué, eunuco del rey, guardián de las mujeres; pero Ester se ganaba el favor de cuantos la ve an.

    16. Ester fue presentada al rey Asuero, en el palacio real, el décimo mes, que es el mes de tébet, del a o séptimo de su reinado.

    17. El rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y ella halló más gracia y favor ante él que todas las demás doncellas. Puso la corona real sobre su cabeza y la proclamó reina en lugar de Vast.

    18. Dio el rey un gran fest n a todos sus grandes y servidores: el fest n de Ester. También decretó un d a de descanso para las provincias y repartió dones con regia liberalidad.

    Mardoqueo denuncia una conspiración contra el rey

    19. Cuando se reunieron de nuevo las doncellas, Mardoqueo segu a prestando servicio a la puerta del rey.

    20. Ester no hab a revelado ni su origen ni su pueblo, tal como le hab a mandado Mardoqueo; pues Ester cumpl a las órdenes de Mardoqueo como cuando viv a en su casa.

    21. En aquellos d as, mientras Mardoqueo segu a prestando servicio a la puerta del rey, Bigtán y Téres, dos eunucos del rey, guardianes del umbral, en un arrebato de ira, intentaron poner su mano sobre el rey Asuero.

    22. Llegó la cosa a conocimiento de Mardoqueo y se la comunicó a la reina Ester. Ester se lo dijo al rey de parte de Mardoqueo.

    23. Indagado y comprobado el asunto, aquellos dos fueron colgados de un madero y el caso fue consignado en el libro de las crónicas en presencia del rey. Después de estos sucesos, el rey Asuero encumbró a Amán, hijo de Hamdatá, del pa s de Agag, le ascendió de rango y puso su sitial por encima de todos los demás nobles.