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    Hebreos 10 - Biblia Castilian 2003

    1. Conteniendo, en efecto, la ley sólo una sombra de los bienes futuros, no la reproducción exacta de las realidades, nunca puede, con los sacrificios, siempre los mismos, ofrecidos sin cesar, a o tras a o, perfeccionar a los que se acercan a ellos.

    2. De otra manera, ¿no habr an cesado de ser ofrecidos, puesto que los que rinden ese culto, purificados de una vez para siempre, ya no tendr an conciencia alguna de pecado?

    3. Sin embargo, en estos sacrificios, a o tras a o se hace mención de los pecados;

    4. porque es imposible que sangre de toros y de machos cabr os borre pecados.

    5. Por eso, al entrar en el mundo, dice: Sacrificios y oblaciones no deseas, pero me preparaste un cuerpo;

    6. holocaustos y v ctimas por el pecado no te fueron agradables.

    7. Entonces dije: "Aqu vengo"; en el rollo del libro as está escrito de m, para hacer, oh Dios, tu voluntad.

    8. Lo primero que dice es: Sacrificios y oblaciones y holocaustos y v ctimas por el pecado no quisiste ni te fueron agradables, a pesar de que se ofrecen según la ley.

    9. Entonces, declara: Aqu vengo, para hacer tu voluntad. As se deroga lo primero, para poner en vigor lo segundo.

    10. Y en virtud de esta voluntad, quedamos consagrados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre.

    11. Los sacerdotes, puestos en pie, ofician cada d a y ofrecen repetidas veces los mismos sacrificios, a pesar de que éstos nunca pueden borrar pecados.

    12. Él, en cambio, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de Dios,

    13. aguardando desde entonces a que sus enemigos sean puestos por plataforma de sus pies.

    14. As, con una sola ofrenda, ha perfeccionado para siempre a los consagrados.

    15. As lo testifica también el Esp ritu Santo; porque, después de haber dicho:

    16. Ésta será la alianza que sellaré con ellos después de aquellos d as - dice el Se or -: mis leyes pondré en su corazón y las escribiré en su conciencia,

    17. a ade: Y de sus pecados y sus iniquidades no me acordaré ya jamás.

    18. Ahora bien, donde hay perdón, ya no hay más sacrificio de expiación por el pecado.

    19. As, pues, hermanos, tenemos entera confianza para entrar en el "lugar sant simo" en virtud de la sangre de Jesús:

    20. entrada que él inauguró para nosotros, como un camino nuevo y vivo, a través del velo, o sea, de su carne.

    21. Y tenemos as un gran sacerdote al frente de la casa de Dios.

    22. Acerquémonos, pues, con corazón sincero y fe plena, purificado el corazón de toda impureza de conciencia y lavado el cuerpo con agua pura.

    23. Mantengamos firme la profesión de la esperanza, porque el que prometió es fiel;

    24. y miremos los unos por los otros, incitándonos al amor y a las buenas obras.

    25. No abandonemos nuestras reuniones, como algunos acostumbran hacer, sino animémonos unos a otros; y esto tanto más cuanto que veis que se acerca el d a.

    Advertencia al que peca deliberadamente

    26. Porque si después de haber aceptado el conocimiento de la verdad volvemos a pecar deliberadamente, ya no queda más sacrificio expiatorio por los pecados,

    27. sino la terrible perspectiva del juicio y el fuego ardiente que está para devorar a los enemigos.

    28. Si el que ha rechazado la ley de Moisés muere sin compasión ante la declaración basada en el testimonio de dos o tres testigos,

    29. ¿de cuánto más duro castigo pensáis que será reo el que ha pisoteado al Hijo de Dios, ha tenido por impura la sangre de la alianza con la que fue consagrado y ha ultrajado al Esp ritu de la gracia?

    30. Pues bien conocemos al que ha dicho: Para m la venganza y el dar lo merecido. Y en otro lugar: El Se or hará justicia a su pueblo.

    31. ¡Terrible cosa es caer en manos del Dios vivo!

    32. Acordaos de aquellos primeros tiempos, cuando, después de haber sido iluminados, sostuvisteis el duro combate de los sufrimientos,

    33. unas veces como objeto de públicas injurias y tribulaciones, otras veces como solidarios de los que sufr an aquel trato.

    34. Porque, realmente, compartisteis los sufrimientos de los presos y aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes, conscientes de poseer un patrimonio mejor y duradero.

    35. No perdáis, pues, vuestra segura confianza, ya que ésta lleva consigo una gran recompensa.

    36. Necesitáis constancia, para que, después de cumplir la voluntad de Dios, obtengáis lo prometido,

    37. pues todav a un poco, un poco nada más, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.

    38. Mi justo vivirá por la fe; pero, si vuelve atrás, no pondré yo en él mi complacencia.

    39. Y nosotros no somos de los que se vuelven atrás, para su perdición; sino de los que permanecen en la fe, para salvación del alma.