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    Zacarías 11 - Biblia Castilian 2003

    1. Abre, L bano, tus puertas y que el fuego devore tus cedros.

    2. Gime, ciprés, porque ha ca do el cedro: los árboles majestuosos han sido abatidos. Gemid, encinas de Basán, porque la selva impenetrable ha sucumbido.

    3. ¡Escuchad! Lamento de pastores, porque está arruinado su esplendor. ¡Escuchad! Rugido de leones, porque está arrasado el plantel del Jordán.

    Los pastores inútiles

    4. As dice Yahveh, mi Dios: "Apacienta las ovejas para el matadero,

    5. aquellas que sus compradores matan impunemente y cuyos vendedores dicen: "¡Bendito sea Yahveh, que me ha enriquecido!", aquellas de las que sus pastores no tienen compasión.

    6. Porque yo ya no tendré compasión de los habitantes del pa s - oráculo de Yahveh -. Mirad que yo mismo entregaré a cada cual en manos de su prójimo y en manos de su rey, ellos devastarán el pa s, sin que yo los libre de sus manos.

    7. Entonces apacenté las ovejas de matanza destinadas a los tratantes. Tomé dos cayados; a uno lo llamé Gracia y al otro lo llamé Unión. As apacenté las ovejas.

    8. En el plazo de un mes desped a tres pastores; pero perd la paciencia con las ovejas, y ellas también se cansaron de m.

    9. Entonces dije: "No quiero apacentaros más: la que muera, que muera; la que se pierda, que se pierda; y las que queden, que se devoren entre s ".

    10. Tomé, pues, mi cayado Gracia y lo romp, rompiendo as la alianza que hab a hecho con todos los pueblos.

    11. Aquel d a quedó rota. Los tratantes de ovejas, que me observaban, comprendieron que aquélla era una palabra de Yahveh.

    12. Yo les dije: "Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo". Ellos pesaron mi salario: treinta monedas de plata.

    13. Yahveh me dijo: "Entrega al tesoro ese magn fico precio en que me han tasado". Tomé las treinta monedas de plata y las entregué al tesoro del templo de Yahveh.

    14. Después romp mi segundo cayado, Unión, para romper la hermandad entre Judá e Israel.

    15. Yahveh me dijo: "Procúrate el zurrón de un pastor insensato,

    16. porque mirad que yo mismo voy a suscitar en el pa s un pastor que no se preocupará de la oveja perdida ni buscará a la descarriada ni curará a la herida ni sostendrá a la cansada, sino que se comerá la carne de la cebada y hasta le arrancará las pezu as.

    17. ¡Ay del pastor incapaz que abandona las ovejas! ¡Caiga la espada sobre su brazo y sobre su ojo derecho! ¡Que su brazo se seque del todo, y se apague por completo su ojo derecho!".