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sábado, agosto 17, 2024
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    Job 29 - El Libro del Pueblo de Dios

    Job recuerda su felicidad anterior

    1. Job continuó pronunciando su poema, y dijo:

    2. ¡Si pudiera volver a los tiempos pasados, a los días en que Dios cuidaba de mí,

    3. cuando hacía brillar su lámpara sobre mi cabeza y yo caminaba a su luz entre las tinieblas!

    4. ¡Si estuviera como en el otoño de mi vida, cuando Dios protegía mi carpa,

    5. cuando el Todopoderoso aún estaba conmigo y me rodeaban mis hijos;

    6. cuando mis pies se bañaban en lecha cuajada y la roca derramaba para mí arroyos de aceite!

    7. Si yo salía a la puerta principal de la ciudad y ocupaba mi puesto en la plaza,

    8. los jóvenes se retiraban al verme, los ancianos se levantaban y permanecían de pie.

    9. Los príncipes retenían sus palabras y se tapaban la boca con la mano;

    10. a los jefes se les apagaba la voz, se les pegaba la lengua al paladar.

    11. Sí, el que me oía me felicitaba y el que me veía daba testimonio a mi favor.

    12. Porque yo salvaba al pobre que pedía auxilio y al huérfano privado de ayuda.

    13. El desesperado me hacía llegar su bendición, y yo alegraba el corazón de la viuda.

    14. Me había revestido de justicia, y ella me cubría, mi rectitud era como un manto y un turbante.

    15. Yo era ojos para el ciego y pies para el lisiado,

    16. era un padre para los indigentes y examinaba a fondo el caso del desconocido.

    17. Rompía las mandíbulas del injusto y le hacía soltar la presa de sus dientes.

    18. Entonces pensaba: "Moriré en mi nido, multiplicaré mis días como el ave fénix.

    19. Mi raíz se extenderá hacia el agua y el rocío se posará en mi ramaje.

    20. Mi gloria será siempre nueva en mí y el arco rejuvenecerá en mi mano".

    21. Ellos me escuchaban con expectación, callaban para oír mi consejo.

    22. Después que yo hablaba, nadie replicaba, mi palabra caía sobre ellos gota a gota.

    23. Me esperaban como a la lluvia, abrían su boca como a la lluvia de primavera.

    24. Si les sonreía, les costaba creerlo y no querían perderse la luz de mi rostro.

    25. Yo les elegía el camino y me ponía al frente; me instalaba como un rey con sus tropas y adonde yo los llevaba, se dejaban guiar.