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sábado, agosto 17, 2024
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    Apocalipsis 7 - La Palabra (HispanoAmericana)

    Los 144 mil sellados

    1. Vi después cuatro ángeles de pie sobre los cuatro puntos cardinales de la tierra. Sujetaban a los cuatro vientos, impidiendo que soplara viento alguno sobre la tierra, sobre el mar o sobre los árboles.

    2. Desde el oriente, entre tanto, subía otro ángel, que llevaba consigo el sello del Dios vivo y que gritaba con voz poderosa a los cuatro ángeles encargados de arrasar la tierra y el mar.

    3. Les decía: — No causen daño a la tierra, al mar o a los árboles hasta que marquemos en la frente a los servidores de nuestro Dios.

    4. Y pude oír el número de los marcados: eran ciento cuarenta y cuatro mil, tomados de todas las tribus de Israel.

    5. Doce mil marcados por tribu: de Judá, de Rubén y de Gad;

    6. de Aser, de Neftalí y de Manasés;

    7. de Simeón, de Leví y de Isacar;

    8. de Zabulón, de José y de Benjamín. Una muchedumbre inmensa ante el trono. Doce mil marcados por cada una de las tribus.

    La multitud vestida de ropas blancas

    9. Vi luego una muchedumbre inmensa, incontable. Gentes de toda nación, raza, pueblo y lengua; todos de pie delante del trono y del Cordero; todos vestidos con túnica blanca, llevando palmas en la mano

    10. y proclamando con voz poderosa: — La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.

    11. Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, cayeron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios,

    12. diciendo: — Amén. A nuestro Dios la alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza por siempre. Amén.

    13. Entonces, uno de los ancianos me preguntó: — ¿Quiénes son y de dónde han venido estos de las túnicas blancas?

    14. Yo le respondí: — Mi Señor, tú eres quien lo sabe. Él me dijo: — Estos son los que han pasado por la gran persecución, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero.

    15. Por eso están ante el trono de Dios, rindiéndole culto día y noche en su Templo; y el que está sentado en el trono los protege.

    16. Ya no volverán a sentir hambre ni sed ni el ardor agobiante del sol.

    17. El Cordero que está en medio del trono será su pastor, los conducirá a manantiales de aguas vivas, y Dios mismo enjugará toda lágrima de sus ojos.