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viernes, julio 19, 2024
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    Génesis 18 - La Palabra (HispanoAmericana)

    Promesa del nacimiento de Isaac

    1. Apretaba el calor y estaba Abrahán sentado a la entrada de su tienda, cuando se le apareció el Señor en el encinar de Mambré.

    2. Al alzar la vista vio a tres hombres de pie frente a él. Apenas los vio, corrió a su encuentro desde la entrada de la tienda y, postrándose en tierra,

    3. dijo: — Señor mío, será para mí un honor que aceptes la hospitalidad que este siervo tuyo te ofrece.

    4. Que les traigan un poco de agua para que laven sus pies, y luego podrán descansar bajo el árbol.

    5. Ya que me han honrado con su visita, permítanme que vaya a buscar algo de comer para que repongan fuerzas antes de seguir su camino. Ellos respondieron: — Bien, haz lo que dices.

    6. Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara, y le dijo: — ¡Rápido!, toma tres medidas de la mejor harina, amásalas y prepara unas tortas.

    7. Después Abrahán fue corriendo a la vacada, tomó un becerro tierno y cebado y se lo dio a su sirviente, que a toda prisa se puso a prepararlo.

    8. Cuando el becerro ya estuvo a punto se lo sirvió acompañado de leche y requesón. Mientras comían, Abrahán se quedó de pie junto a ellos, debajo del árbol.

    9. Ellos le preguntaron: — ¿Dónde está Sara tu mujer? Abrahán respondió: — Ahí, en la tienda.

    10. Uno de ellos le dijo*: — El año próximo volveré sin falta a visitarte, y para entonces Sara, tu mujer, habrá tenido un hijo. Mientras tanto, Sara estaba escuchando a la entrada de la tienda, a espaldas del que hablaba.

    11. Abrahán y Sara ya eran ancianos, entrados en años, y Sara ya no tenía sus períodos menstruales.

    12. Por eso Sara no pudo contener la risa al pensar en sus adentros: “¿Ahora que ya estoy seca voy a tener placer con un marido tan viejo?”.

    13. Pero el Señor dijo a Abrahán: — ¿Cómo es que Sara se ha reído pensando que una mujer tan anciana no puede dar a luz?

    14. ¿Acaso hay algo imposible para el Señor? El año que viene por estas fechas volveré a visitarte y Sara habrá tenido un hijo.

    15. Sara tuvo miedo, y lo negó diciendo: — Yo no me he reído. Pero el Señor le replicó: — Sí que te has reído.

    Abraham intercede por Sodoma

    16. Luego aquellos hombres se levantaron y dirigieron la mirada a Sodoma. Abrahán los acompañó para despedirlos.

    17. El Señor se decía: “¿Dejaré que Abrahán ignore lo que voy a hacer,

    18. toda vez que se ha de convertir en un pueblo grande y poderoso, hasta el punto de que todas las naciones de la tierra serán bendecidas por él?

    19. Yo lo he escogido para que enseñe a sus hijos y a su descendencia a mantenerse en el camino del Señor, haciendo lo que es justo y recto, de modo que se cumpla cuanto ha sido prometido a Abrahán”.

    20. Así que el Señor dijo a Abrahán: — La denuncia contra Sodoma y Gomorra es tan seria y su pecado tan grave,

    21. que bajaré a ver si sus acciones se corresponden con la denuncia que contra ellas ha llegado a mí. Si es o no así, lo averiguaré.

    22. Los visitantes* se fueron de allí y se encaminaron hacia Sodoma, pero Abrahán se quedó de pie delante del Señor.

    23. Entonces Abrahán se acercó al Señor y le dijo: — ¿De modo que vas a hacer que perezcan juntos el inocente y el culpable?

    24. Supongamos que en la ciudad hay cincuenta inocentes. ¿Destruirás ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta inocentes que hay en él?

    25. ¡Lejos de ti hacer una cosa así: hacer que mueran inocentes junto con culpables y que tenga el mismo castigo el justo que el malvado! ¡Lejos de ti! ¿El que juzga toda la tierra, no va a hacer justicia?

    26. El Señor respondió: — Si encuentro cincuenta inocentes en la ciudad de Sodoma, por ellos perdonaré a toda la ciudad.

    27. Replicó Abrahán: — ¡Ya sé que es un atrevimiento hablar así a mi Señor, yo que sólo soy polvo y ceniza!

    28. Pero tal vez falten cinco inocentes para completar los cincuenta; ¿destruirás toda la ciudad si faltan esos cinco? El Señor respondió: — No la destruiré si encuentro allí a cuarenta y cinco inocentes.

    29. Abrahán volvió a insistir: — Supongamos que solo se encuentran cuarenta. El Señor respondió: — No lo haré en atención a esos cuarenta.

    30. Pero Abrahán volvió a suplicar: — Que mi Señor no se enfade si insisto. Supongamos que quizás no sean más que treinta. El Señor respondió: — No lo haré si encuentro a treinta inocentes.

    31. Abrahán siguió insistiendo: — Una vez más me tomo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor. Supongamos que se encuentran veinte. El Señor respondió: — Por consideración a esos veinte, no la destruiré.

    32. Todavía insistió Abrahán: — ¡Qué mi Señor no se enfade si insisto por última vez! ¿Y si no son más que diez los inocentes? El Señor respondió: — En atención a los diez, no la destruiré.

    33. Cuando acabó de hablar con Abrahán, el Señor se marchó y Abrahán regresó a su tienda.