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viernes, julio 19, 2024
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    Isaías 47 - La Palabra (HispanoAmericana)

    Juicio sobre Babilonia

    1. Siéntate humillada en el polvo, capital de Babilonia; siéntate en tierra, destronada, capital de los caldeos, que no volverán a llamarte “la fina y delicada”.

    2. Toma la muela y muele la harina, quítate el velo y regázate el vestido, muestra tus muslos y cruza los ríos;

    3. enseña tu desnudez, que vean tus vergüenzas. Me vengaré de forma despiadada,

    4. dice nuestro redentor, el que se llama Señor del universo, el Santo de Israel.

    5. Siéntate en silencio, entre tinieblas, capital de los caldeos, que no volverán a llamarte “señora de los reinos”.

    6. Me irrité contra mi pueblo y profané mi heredad: en tus manos la entregué, la trataste sin piedad; sometiste al anciano cruelmente a tu yugo.

    7. Creías que ibas a ser señora para siempre; pero no pensaste en esto, no sospechaste el final.

    8. Pues ahora escucha, lasciva, tú que vives confiada, que dices en tu interior: “Yo sola y ninguno más; ni viuda voy a vivir ni me quedaré sin hijos”.

    9. Pero ambas cosas vendrán, de repente, en un solo día: acabarás sin hijos y viuda; todo eso te sobrevendrá, por mucho que multipliques tus hechizos, a pesar de tus poderosas brujerías.

    10. Confiabas en tu maldad y decías: “No hay nadie que me vea”; pero tu destreza y tu saber han acabado por extraviarte. Decías en tu interior: “Yo sola y nadie más”;

    11. mas te llega una desgracia que no sabrás conjurar; te caerá encima un desastre que no podrás evitar; te vendrá de forma inesperada una catástrofe imprevista.

    12. Persiste en tus brujerías, en tus muchos sortilegios, que te han ocupado desde joven; quizá saques provecho, quizá inspires terror.

    13. Estás harta de tantos consejeros; que vengan ahora y te salven los que hacen mapas astrales, los que observan las estrellas, y cada luna predicen lo que te va a suceder.

    14. Se han convertido en paja y el fuego los ha quemado; y no han librado su vida del alcance de las llamas: no eran brasas para calentarse ni hogar donde buscar reparo.

    15. Así acabó la gente con la que traficabas, los mercaderes que tratabas desde joven: uno tras otro se desvanecen, no tienes a nadie que te salve.