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viernes, agosto 16, 2024
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    Jeremías 4 - La Palabra (HispanoAmericana)

    1. ¡Ojalá te convirtieras, Israel,—oráculo del Señor—, ojalá volvieras a mí! Si quitas de mi vista tu culto abominable, no andarás perdido.

    2. Si juras sinceramente “por vida del Señor”, con derecho y con justicia, las naciones se bendecirán, se alabarán entre sí en el nombre del Señor.

    3. Pues así dice el Señor a la gente de Judá y a Jerusalén: Cultiven nuevas fincas* y no siembren entre espinos.

    4. Circuncídense para el Señor, extirpen el prepucio de sus corazones, gente de Judá y de Jerusalén; para que no estalle mi ira como fuego y arda sin que nadie la extinga, a causa de sus malas acciones.

    Judá es amenazada de invasión

    5. Anúncienlo en Judá, háganlo saber en Jerusalén, toquen la trompeta en el país; proclámenlo, confírmenlo, digan: “Juntémonos y entremos en las ciudades fortificadas”.

    6. Alcen la enseña hacia Sión; en marcha, no se detengan, pues traigo una desgracia del norte, acompañada de una gran calamidad.

    7. Sube un león de la espesura, se apresta un destructor de pueblos; ya está saliendo de su escondrijo para hacer de tu tierra un erial; tus ciudades serán incendiadas, todas quedarán deshabitadas.

    8. Vístanse, pues, de sayal; hagan duelo y laméntense, que no se aparta de nosotros el incendio de la ira del Señor.

    9. Aquel día —oráculo del Señor— se hundirá el ánimo del rey y también el de los príncipes; los sacerdotes quedarán espantados, los profetas sin palabras.

    10. Yo dije: “Ay, Señor mi Dios, ciertamente engañaste a este pueblo y a Jerusalén, pues dijiste que tendrían paz, pero la espada amenaza su garganta”.

    11. En aquel tiempo dirán a este pueblo y a Jerusalén: “Un aire sofocante llega de las dunas, avanza por el desierto camino de la capital”. No es un viento para aventar o cribar,

    12. sino un viento poderoso* a mis órdenes. Ahora es el momento de lanzar mis acusaciones contra ellos.

    13. Mírenlo avanzar como las nubes, sus carros igual que el torbellino, sus caballos más ligeros que las águilas. ¡Ay de nosotros, seremos devastados!

    14. Limpia tu corazón de maldad, Jerusalén, si quieres salvarte. ¿Hasta cuándo ocuparán tu pecho tantos proyectos criminales?

    15. La voz de un mensajero llega desde Dan, noticias de muerte de la montaña de Efraín.

    16. Comuniquen esto a las naciones, háganlo saber en Jerusalén: Llegan dando gritos de tierras lejanas, lanzan sus voces contra los pueblos de Judá;

    17. te asedian en torno como guardias de campo, por haberte rebelado contra mí —oráculo del Señor—.

    18. Tu propia conducta y tus acciones te han acarreado estas cosas; tu maldad ha acabado en amargura, te ha penetrado hasta el corazón.

    19. ¡Ay mis entrañas, mis entrañas! ¡Cómo me tiembla el corazón! Tengo el corazón palpitando, no puedo seguir en silencio. He oído el sonido de la trompeta, el alarido que preludia la guerra;

    20. se anuncia desastre tras desastre, devastación a lo largo del país. De pronto son arrasadas las tiendas, en un momento el campamento.

    21. ¿Hasta cuándo veré el estandarte, escucharé el sonido de la trompeta?

    22. Mi pueblo es un necio, ni siquiera me conoce; son gente insensata, que no recapacita; expertos en el mal, inexpertos para el bien.

    23. Miré a la tierra: caos y vacío; al cielo: ausencia de luz.

    24. Miré a los montes: temblaban; todas las colinas se estremecían.

    25. Miré y no había ni un ser humano, habían volado hasta los pájaros.

    26. Miré y el vergel era estepa, los pueblos estaban arrasados, por la ira ardiente del Señor.

    27. Pues así ha dicho el Señor: Devastado quedará el país, pero no provocaré su fin.

    28. Por ello el país hará duelo, arriba el cielo se oscurecerá. Lo dije y no me arrepiento, lo he pensado y no me desdigo.

    29. Griterío de jinetes y arqueros ponen en fuga a la ciudad: penetran en la maleza, suben por los desfiladeros. La ciudad ha sido abandonada, no han quedado habitantes en ella.

    30. Y una vez devastada, ¿qué harás, tú, que te vistes de púrpura, te adornas con joyas de oro y resaltas tus ojos con sombra? De nada sirve embellecerte; tus amantes te han rechazado, y sólo buscan tu muerte.

    31. Oigo quejidos de parturienta, angustias como de primeriza: son quejidos y suspiros de Sión, que estira doliente sus brazos: ¡Ay de mí, que estoy agotada, me están quitando la vida!