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viernes, agosto 16, 2024
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    Joel 2 - La Palabra (HispanoAmericana)

    1. ¡Toquen la trompeta en Sión, den la alarma en mi santo monte! Tiemblen todos los que habitan el país, porque viene el día del Señor; está ya a las puertas:

    2. día de oscuridad y de tinieblas, de nubarrones y densa niebla. Como el amanecer sobre los montes, así avanza un pueblo fuerte y numeroso; nunca antes hubo otro como él, ni volverá a existir después por muchas generaciones que pasen.

    3. Su vanguardia es fuego consumidor, llama abrasadora su retaguardia. Antes de su paso, era el país un paraíso; después, todo es estepa desolada: nada se escapa ante él.

    4. Similar a los caballos es su aspecto, cabalgan como si fueran jinetes.

    5. Retumban como carros de guerra, saltan por las cimas de los montes; son igual que el crepitar del fuego cuando consume el rastrojo; igual que un pueblo poderoso dispuesto para el combate.

    6. Ante él tiemblan los pueblos, palidecen todos los semblantes.

    7. Avanzan como valientes, cual guerreros escalan la muralla; cada uno marcha en su fila, sin desviarse de su trayectoria;

    8. ninguno estorba al compañero, avanza cada cual por su camino; aunque caigan flechas a su alrededor, no rompen la formación.

    9. Invaden la ciudad, escalan la muralla; asaltan las casas irrumpiendo como ladrones a través de las ventanas.

    10. En su presencia tiembla la tierra, los cielos se estremecen, el sol y la luna se oscurecen y dejan de brillar las estrellas.

    11. El Señor alza la voz al frente de su ejército; son innumerables sus tropas y fuerte el que ejecuta su palabra. El día del Señor es grandioso y temible: ¿quién podrá resistirlo?

    La misericordia de Jehová

    12. Ahora, pues, —oráculo del Señor— vuélvanse hacia mí de todo corazón, con ayuno, lágrimas y lamento.

    13. Rasguen su corazón en lugar de sus vestidos; vuélvanse al Señor, su Dios, que es misericordioso y compasivo, lento para airarse y lleno de amor, siempre dispuesto a no hacer mal.

    14. Quizá se decida a no hacer daño y a sembrar bendiciones a su paso: ofrendas y libaciones para el Señor, su Dios.

    15. ¡Toquen la trompeta en Sión! Decreten un ayuno, convoquen una asamblea;

    16. congreguen al pueblo, santifiquen la asamblea, reúnan a los ancianos, junten a los niños, incluso a los que aún maman; salga de la alcoba el esposo y la esposa de su lecho nupcial.

    17. Lloren los sacerdotes entre el atrio y el altar; digan los servidores del Señor: “Perdona, Señor, a tu pueblo; no expongas tu heredad al oprobio ni a la burla de los paganos. Que no se diga entre los pueblos: ¿dónde está su Dios?”.

    18. Lleno de amor por su tierra, el Señor se compadeció de su pueblo

    19. y le respondió diciendo: Voy a enviarles trigo, vino y aceite hasta que estén saciados; nunca más los expondré al oprobio de los paganos.

    20. Alejaré de ustedes al enemigo del norte* haré que se disperse por terrenos áridos y desolados: su vanguardia hacia el mar Oriental, hacia el Occidental* su retaguardia; despedirá hedor y pestilencia, porque ha hecho cosas tremendas.

    21. No teman, campos de cultivo, regocíjense y alégrense: el Señor hará cosas grandiosas.

    22. No teman, bestias del campo; reverdecerán los matorrales de la estepa, los árboles producirán su fruto, darán su riqueza la vid y la higuera.

    23. También ustedes, habitantes de Sión, regocíjense y alégrense en el Señor, su Dios, pues les ha dado la lluvia oportuna en otoño y derramará sobre ustedes como antaño las lluvias de otoño y primavera.

    24. Las eras se llenarán de trigo, los lagares rebosarán de vino y aceite.

    25. Los compensaré por aquellos años en que todo lo arrasaron la “recolectora”, la “lamedora”, la “devoradora” y la “devastadora”, aquel inmenso ejército que envié contra ustedes.

    26. Comerán hasta quedar saciados y alabarán el nombre del Señor, su Dios, que hizo portentos con ustedes. Y nunca jamás mi pueblo volverá a quedar cubierto de oprobio.

    27. Tendrán que reconocer así que estoy en medio de Israel y que yo, y ningún otro, soy el Señor, su Dios. Y nunca jamás mi pueblo volverá a quedar cubierto de oprobio.

    Derramamiento del Espíritu de Dios

    28. (3:1) Después de estos sucesos, derramaré mi espíritu sobre todo ser humano: los hijos e hijas de ustedes profetizarán, soñarán sueños sus ancianos, y sus jóvenes verán visiones.

    29. (3:2) También sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días.

    30. (3:3) Haré prodigios en el cielo y en la tierra: habrá sangre, fuego y columnas de humo;

    31. (3:4) el sol se convertirá en tinieblas y la luna se volverá roja como sangre ante la llegada del día del Señor, día grandioso y temible.

    32. (3:5) Pero todo el que invoque al Señor alcanzará la salvación, porque habrá un resto de liberados en la montaña de Sión y en Jerusalén según lo ha dicho el Señor: serán los supervivientes a quienes ha escogido el Señor.