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miércoles, julio 17, 2024
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    2 Timoteo 3 - EUNSA (Nuevo Testamento)

    Carácter de los hombres en los postreros días

    1. Ten en cuenta esto: en los últimos días se presentarán tiempos difíciles.

    2. Pues los hombres serán egoístas, codiciosos, arrogantes, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,

    3. crueles, implacables, calumniadores, desenfrenados, inhumanos, enemigos del bien,

    4. traidores, temerarios, envanecidos, más amantes del placer que de Dios,

    5. guardarán ciertos formalismos de la piedad pero habrán renegado de su verdadera esencia. Apártate también de éstos.

    6. Algunos de ellos se meten en las casas y cautivan a mujerzuelas cargadas de pecados y arrastradas por todo tipo de pasiones;

    7. siempre están curioseando y nunca son capaces de llegar a conocer la verdad.

    8. Lo mismo que Yannes y Yambrés se opusieron a Moisés, también éstos se oponen a la verdad; son hombres de mente pervertida, incapacitados para creer.

    9. Pero no llegarán lejos, porque su necedad quedará a la vista de todos, como sucedió con la de aquéllos.

    10. Tú, en cambio, me has seguido en la doctrina, en la conducta, en los planes, en la fe, en la paciencia, en la caridad y en la constancia;

    11. en persecuciones y sufrimientos como los que me sobrevinieron en Antioquía, Icono y Listra: ¡qué persecuciones sufrí!, y de todas me libró el Señor.

    12. Por lo demás, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos;

    13. mientras que los hombres malos y embaucadores irán de mal en peor, engañando a otros y engañándose a sí mismos.

    14. Pero tú, permanece firme en lo que has aprendido y creído, ya que sabes de quiénes lo aprendiste,

    15. y porque desde niño conoces la Sagrada Escritura, que puede darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.

    16. Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argumentar, para corregir y para educar en la justicia,

    17. con el fin de que el hombre de Dios esté bien dispuesto, preparado para toda obra buena.