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    2 Reyes 18 - Biblia Latinoamericana (1995)

    Reinado de Ezequías

    1. Ezequías, hijo de Ajaz, rey de Judá, llegó a ser rey el tercer año de Oseas hijo de Elá, rey de Israel.

    2. Tenía veinticinco años cuando subió al trono y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Abija, y era hija de Zacarías.

    3. Hizo lo que es recto a los ojos de Yavé, tal como lo había hecho su antepasado David.

    4. Hizo desaparecer los Altos Lugares, rompió las piedras paradas, derribó los postes sagrados y destruyó hasta la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta ese entonces los israelitas la llamaban Nejustán y le ofrecían incienso.

    5. Puso su confianza en Yavé, el Dios de Israel, y entre los reyes de Judá que le siguieron, ninguno se comparó con él.

    6. Permaneció fiel a Yavé y nunca se apartó de él, sino que respetó los mandamientos que Yavé había ordenado a Moisés.

    7. Por este motivo Yavé estuvo con él y tuvo éxito en todo lo que llevó a cabo. Se rebeló contra el rey de Asur y dejó de servirle;"

    8. combatió a los filisteos hasta Gaza y sus alrededorese, destruyendo sus torres de vigilancia y sus ciudades fortificadas.

    Caída de Samaria

    9. El cuarto año del reinado de Ezequías -era el séptimo año de Oseas hijo de Elá, rey de Israel- Salmanazar, rey de Asur, subió a Samaría, la sitió y se apoderó de ella.

    10. Al cabo de tres años, el año sexto de Ezequías y el noveno de Oseas, rey de Israel, Samaría fue conquistada.

    11. El rey de Asur deportó a Asur a los israelitas y los instaló en Jalaj, a orillas del río de Gozán llamado Jabor, y en las ciudades de los medos.

    12. Todo eso sucedió porque no habían obedecido la palabra de Yavé, su Dios, y porque habían violado su Alianza; no habían tomado en cuenta todo lo que había ordenado Moisés, el servidor de Yavé ni lo habían puesto en práctica.

    Senaquerib invade a Judá

    13. El año décimo cuarto del rey Ezequías, Senaquerib rey de Asur fue a atacar todas las ciudades fortificadas de Judá y se apoderó de ellas.

    14. Entonces Ezequías rey de Judá mandó este mensaje al rey de Asur, que estaba en Laquis: "¡Me he portado mal! Aléjate de mí y haré lo que me pidas". El rey de Asur exigió a Ezequías rey de Judá trecientos talentos de plata y treinta talentos de oro.

    15. Ezequías le entregó todo el dinero que había en la casa de Yavé y en las arcas del palacio real.

    16. Fue entonces cuando Ezequías rey de Judá sacó de las puertas del Templo de Yavé y de sus postes el oro con que el mismo las había cubierto, para dárselo al rey de Asur.

    17. Desde Laquis el rey de Asur mandó a Jerusalén donde el rey Ezequías a su comandante en jefe, a su gran eunuco y a su copero mayor junto con una numerosa tropa; caminaron y llegaron a Jerusalén. Se detuvieron cerca del canal de la piscina superior que está junto al camino del campo del Batanero"

    18. y llamaron al rey. Entonces subieron a su encuentro Elyaquim hijo de Jilquim, mayordomo de Palacio, el secretario Sobná y el archivero Yoás hijo de Asaf. El copero mayor les dijo: "Transmitan a Ezequías estas palabras del gran rey, del rey de Asur: ¿Con qué puedes contar todavía?"

    19.

    20. ¿Crees acaso que para hacer la guerra algunas declaraciones reemplazan a la sabiduría y al coraje? ¿En quién te apoyaste para rebelarte contra mí?

    21. Te apoyaste en Egipto, una caña rota que clava y traspasa la mano del que se apoya en ella. ¡Eso es el Faraón para los que confían en él!

    22. A lo mejor me dirás: ¡Nosotros confiamos en Yavé, nuestro Dios! Pero, ¿no fue Ezequías quien hizo desaparecer los Altos Lugares y los altares de Yavé cuando dijo a Judá y a Jerusalén: Ustedes sólo se postrarán en Jerusalén, delante de este altar?

    23. Haz ahora una apuesta con mi señor el rey de Asur: te doy dos mil caballos si tienes jinetes para montarlos.

    24. Pero, ¡si ni siquieras puedes hacer retroceder al último de los oficiales que sirven a mi señor! Mientras tú confiabas en Egipto para recibir carros y caballería,

    25. yo, por voluntad de Yavé, subía hasta este lugar para devastarlo. Yavé, en efecto, me dijo: "¡Ataca a ese país y devástalo!"

    26. Elyaquim, Sobná y Yoás respondieron al copero mayor: "Por favor, hábla a tus servidores en arameo, que entendemos, pero no nos hables en judío delante de toda esa gente que se encuentra en la muralla".

    27. El copero mayor les dijo: "¿Acaso mi señor me mandó transmitir estas palabras sólo a tu patrón y a ti? ¿No fue más bien a todos esos hombres parados en la muralla, los que pronto tendrán igual que ustedes que comer sus excrementos y tomarse la orina?"

    28. El copero mayor se paró entonces y gritó con fuerza en judío: "Oigan la palabra del gran rey de Asur:"

    29. ¡Ezequías los engaña! Es incapaz de salvarlos de mis manos.

    30. Que no les diga: "Confíen en Yavé, pues seguramente Yavé nos librará y esta ciudad no caerá en manos del rey de Asur".

    31. No hagan caso a Ezequías, sino más bien al rey de Asur que les dice: Hagan la paz conmigo, ríndanse, y cada uno de ustedes seguirá comiendo de su viña y de su higuera, y bebiendo el agua de su cisterna.

    32. Pronto volveré para llevarlos a un país parecido al de ustedes, un país de trigo y de vino, un país de pan y de viñas, un país de aceite fresco y de miel. Allí vivirán y no morirán. Pero no le hagan caso a Ezequías porque los engaña diciéndoles que Yavé los librará.

    33. ¿Acaso pudieron los diversos dioses de las naciones salvar cada uno a su país de las manos del rey de Asur?

    34. ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad, dónde los dioses de Sefarvaim, de Hena y de Ivva? ¿Dónde están los dioses de Samaría? ¿Pudieron librar de mis manos a Samaría?

    35. ¿Entre todos los dioses de esos países, quién ha sido capaz de librar a su país de mis manos? ¡Y Yavé va a librar ahora a Jerusalén!"

    36. El pueblo guardó silencio; nadie le respondió una palabra, porque el rey había dado esta orden: "¡No le respondan!"

    37. Después de eso, Elyaquim hijo de Jilquiyas, el secretario Sobna y el archivero Yoás hijo de Asaf volvieron donde Ezequías, con sus ropas rasgadas, y le transmitieron las palabras del copero mayor.