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miércoles, julio 17, 2024
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    Romanos 13 - Biblia Latinoamericana (1995)

    1. Cada uno en esta vida debe someterse a las autoridades. Pues no hay autoridad que no venga de Dios, y los cargos públicos existen por voluntad de Dios.

    2. Por lo tanto, el que se opone a la autoridad se rebela contra un decreto de Dios y tendrá que responder por esa rebeldía.

    3. No hay por qué temer a las autoridades cuando se obra bien, pero sí cuando se obra mal. ¿Quieres vivir sin tener miedo a las autoridades? Pórtate bien y te felicitarán.

    4. Han recibido de Dios la misión de llevarte al bien. Y si te portas mal, témelas, pues no tienen las armas sin razón. También tienen misión de Dios para castigar a los malhechores.

    5. Así, pues, hay que obedecer, pero no solamente por miedo al castigo, sino por deber de conciencia.

    6. Por la misma razón pagan los impuestos, y deben considerar a quienes los cobran como funcionarios de Dios.

    7. Den, pues, a cada uno lo que le corresponde: el impuesto, si se le debe impuesto; las tasas, si se le deben tasas; obediencia, si corresponde obedecer; respeto, si se le debe respeto.

    8. No tengan deuda alguna con nadie, fuera del amor mutuo que se deben, pues el que ama a su prójimo ya ha cumplido con la Ley.

    9. Pues los mandamientos no cometas adulterio, no mates, no robes, no tengas envidia... y todos los demás se resumen en estas palabras: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

    10. El amor no hace nada malo al prójimo; el amor, pues, es la manera de cumplir la Ley.

    11. Comprendan en qué tiempo estamos, y que ya es hora de despertar. Nuestra salvación está ahora más cerca que cuando llegamos a la fe.

    12. La noche va muy avanzada y está cerca el día: dejemos, pues, las obras propias de la oscuridad y revistámonos de una coraza de luz.

    13. Comportémonos con decencia, como se hace de día: nada de banquetes y borracheras, nada de prostitución y vicios, nada de pleitos y envidias.

    14. Más bien revístanse del Señor Jesucristo, y no se dejen arrastrar por la carne para satisfacer sus deseos.