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jueves, julio 18, 2024
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    Salmos 31 - Biblia Latinoamericana (1995)

    Acción de gracias por haber sido librado de la muerte Salmo cantado en la dedicación de la Casa. Salmo de David.

    1. A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado: ¡tú que eres justo, ponme a salvo!

    2. Inclina tu oído hacia mí, date prisa en liberarme. Sé para mí una roca de refugio, el recinto amurallado que me salve.

    3. Porque tú eres mi roca y mi fortaleza; por tu nombre me guías y diriges.

    4. Sácame de la red que me han tendido, porque eres tú mi refugio.

    5. En tus manos encomiendo mi espíritu, y tú, Señor, Dios fiel, me librarás.

    6. Aborreces a los que adoran ídolos vanos, pero yo confío en el Señor.

    7. Gozaré y me alegraré de tu bondad porque has mirado mi aflicción y comprendido la angustia de mi alma;"

    8. no me dejaste en manos del enemigo, me has hecho caminar a campo abierto.

    9. Ten piedad de mí, Señor, pues estoy angustiado; mis ojos languidecen de tristeza.

    10. Mi vida se consume en la aflicción y mis años entre gemidos; mi fuerza desfallece entre tanto dolor y mis huesos se deshacen.

    11. Mi enemigo se alegra, mis vecinos se horrorizan, y se espantan de mí mis conocidos: si me ven en la calle, se alejan de mí.

    12. Se olvidaron de mí, como de un muerto, soy como un objeto inservible.

    13. Oigo los cuchicheos de la gente, y se asoma el terror por todas partes. Se unieron todos en mi contra, tramaron arrebatarme la vida.

    14. Pero yo, Señor, confío en ti, yo dije: Tú eres mi Dios.

    15. Mi porvenir está en tus manos, líbrame de los enemigos que me persiguen.

    16. Que sobre tu servidor brille tu rostro, sálvame por tu amor.

    17. A ti clamé, Señor, no sea confundido; confundidos sean los impíos, lánzalos a la mansión del silencio.

    18. Enmudece los labios embusteros, que hablan insolencias contra el justo con orgullo y desprecio.

    19. Qué bondad tan grande, Señor, es la que reservas para los que te temen. Se la brindas a los que en ti esperan, a la vista de los hijos de los hombres.

    20. En secreto, junto a ti los escondes, lejos de las intrigas de los hombres; los mantienes ocultos en tu carpa, y los guardas de las querellas.

    21. Bendito sea el Señor, su gracia hizo maravillas para mí: Mi corazón es como una ciudad fuerte.

    22. Yo decía en mi desconcierto: "Me ha arrojado de su presencia". Pero tú oías la voz de mi plegaria cuando clamaba a ti.

    23. Amen al Señor todos sus fieles, pues él guarda a los que le son leales, pero les devolverá el doble a los soberbios.

    24. Fortalezcan su corazón, sean valientes, todos los que esperan en el Señor.