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jueves, julio 18, 2024
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    2 Corintios 4 - Nacar-Colunga

    1. Por esto, investidos de este ministerio de la misericordia, no desfallecemos,

    2. sino que, desechando todo indigno tapujo y toda astucia, en vez de adulterar la palabra de Dios, manifestamos la verdad y nos recomendamos nosotros mismos a toda humana conciencia ante Dios.

    3. Si nuestro evangelio queda encubierto, es para los incrédulos, para los que se pierden,

    4. cuya inteligencia cegó el dios de este mundo, para que no brille en ellos la luz del Evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios.

    5. Pues no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, Señor, y, cuanto a nosotros, nos predicamos siervos vuestros por amor de Jesús.

    6. Porque Dios, que dijo: Brille la luz del seno de las tinieblas, es el que ha hecho brillar la luz en nuestros corazones para que demos a conocer la ciencia de la gloria de Dios que brilla en el rostro de Cristo.

    Viviendo por la fe

    7. Pero llevamos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no parezca nuestra.

    8. En mil maneras somos atribulados, pero no nos abatimos; en perplejidades, no nos desconcertamos;"

    9. perseguidos, pero no abandonados; derribados no nos anonadamos,"

    10. llevando siempre en el cuerpo la mortificación de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.

    11. Mientras vivimos estamos siempre entregados a la muerte por amor de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste también en nuestra carne mortal.

    12. De manera que en nosotros obra la muerte, en vosotros la vida.

    13. Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: “Creí, por eso hablé”; también nosotros creemos, y por esto hablamos;"

    14. sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús, también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros;"

    15. porque todas las cosas suceden por vosotros, para que la gracia difundida en muchos acreciente la acción de gracias para gloria de Dios.

    16. Por lo cual no desmayamos, sino que mientras nuestro hombre exterior se corrompe, nuestro hombre interior se renueva de día en día.

    17. Pues por la momentánea y ligera tribulación nos prepara un peso eterno de gloria incalculable,

    18. y no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las visibles son temporales; las invisibles, eternas."