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sábado, agosto 17, 2024
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    2 Samuel 19 - Nacar-Colunga

    David vuelve a Jerusalén

    1. Turbóse entonces el rey, y, subiendo a la estancia que había sobre la puerta, lloraba y decía: “¡ Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío! ¡Hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que fuera yo el muerto en vez de ti! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!”

    2. Dijeron a Joab: “El rey llora a su hijo y se lamenta”“

    3. La victoria se trocó aquel día en luto para todo el pueblo, porque todos supieron que el rey estaba afligido por la muerte de su hijo;"

    4. y la gente entró en la ciudad calladamente, como entra avergonzado el ejército que huye de la batalla.

    5. El rey, cubriendo el rostro, gemía: “¡Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío Absalón! ¡Hijo mío!”

    6. Entró Joab en casa del rey y le dijo: “Hoy has llenado de confusión a todos tus siervos, que han salvado tu vida y la vida de tus hijos y tus hijas, la de tus mujeres y tus concubinas.

    7. Amas a los que te aborrecen y aborreces a los que te aman, pues has demostrado hoy que nada te importan tus príncipes y tus siervos, y que, si viviera Absalón, aunque todos nosotros hubiéramos muerto, estarías contento.

    8. Levántate, pues, y sal fuera y habla con el corazón a los que te siguen; pues, de lo contrario, por Yahvé juro que, si no sales, ni uno quedará esta noche contigo; y te habrá de pesar de esto más que de cuantos males han venido sobre ti desde tu mocedad hasta ahora.”

    9. Levantóse el rey, se sentó a la puerta, y todo el pueblo se enteró de que el rey estaba sentado a la puerta, y todos vinieron ante el rey a la puerta. Los de Israel habían huido cada uno a su casa.

    10. Todo el pueblo, en todas las tribus de Israel, se acusaba diciendo: “El rey nos ha librado de la mano de nuestros enemigos; nos ha salvado del poder de los filisteos y ahora ha tenido que huir de la tierra por miedo a Absalón;"

    11. y Absalón, a quien habíamos ungido nosotros, ha muerto en la batalla. ¿Por qué, pues, no tratáis de hacer volver al rey?”

    12. El rey David mandó quien dijera a Sadoc y a Abiatar, sacerdotes: “Hablad a los ancianos de Judá y decidles: ¿Vais a ser vosotros los últimos en volver al rey a su casa?” Pues lo que por todo Israel se decía había llegado a la casa del rey.

    13. “Vosotros sois mis hermanos, sois hueso mío y carne mía. ¿Por qué, pues, habréis de ser los últimos en volver al rey a su casa?

    14. Decid asimismo a Amasa: ¿No eres tú también hueso mío y carne mía? Esto me haga Dios y esto me añada si no te hago jefe de mi ejército para siempre en lugar de Joab.”

    15. Inclinóse el corazón de todos los de Judá, para que como un solo hombre mandasen a decir al rey: “Vuelve con todos tus servidores.”

    16. Volvióse, pues, el rey, y, llegado al Jordán, vino Judá a Caígala a recibir al rey y acompañarle en el paso del Jordán.

    17. Semeí, hijo de Cuera, hijo de Benjamín, que era de Ba-jurim, apresuróse a venir con los hombres de Judá a recibir al rey David,

    18. trayendo consigo mil hombres. Asimismo Siba, siervo de la casa de Saúl, con sus quince hijos y sus veinte siervos, que pasaron el Jordán antes que el rey.

    19. Se dispusieron a hacer pasar la familia del rey y a hacer lo que bien le pareciera. Semeí, hijo de Güera, se echó a los pies del rey en el momentó en que el rey iba a pasar el Jordán

    20. y le dijo: “Qué mi señor no me impute la iniquidad y olvide las ofensas de su siervo el día en que mi señor salió de Jerusalén. ¡Oh rey! no atiendas a ellas,

    21. pues tu siervo reconoce que ha pecado, y hoy vengo el primero de toda la casa de José delante del rey mi señor.”

    22. Abisaí, hijo de Sarvia, tomó la palabra y dijo: “Pero ¿no va a morir Semeí por haber maldecido al ungido de Yahvé?”

    23. Mas David respondió: “¿Qué tenéis que ver conmigo, hijos de Sarvia? ¿Por qué habéis de oponeros hoy a mí? ¿Hoy va a morir nadie en Israel? ¿No soy yo hoy rey de Israel?”

    24. Y dijo a Semeí: “No morirás”; y se lo juró el rey."

    25. También bajó a recibir al rey Mefibaal, hijo de Saúl; no se había hecho el aseo de sus pies, de sus manos y de su bigote, ni había lavado sus vestidos desde el día en que el rey salió de Jerusalén hasta el día en que volvió en paz."

    26. Vino de Jerusalén a recibir al rey, y éste le dijo: “Mefibaal, ¿por qué no viniste conmigo?”

    27. Y él respondió: “Mi señor y rey, mi siervo me engañó, porque tu servidor le había dicho: Aparéjame la pollina y montaré en ella para ir con el rey — pues que tu siervo está rengo —,

    28. y él ha calumniado a tu siervo ante mi señor el rey; pero mi señor el rey, que es como un ángel de Dios, hará lo que bien le parezca;"

    29. pues todos los de la casa de mi padre no podían esperar de mi señor el rey otra cosa que la muerte, y” sin embargo, tú has puesto a tu siervo entre los que comen a tu mesa. ¿Qué derecho tengo yo a pedir nada al rey?

    30. El rey dijo: “¿Para qué tantas palabras? Ya lo he dicho: Tú y Siba os repartiréis las tierras.”

    31. Y Mefibaal dijo al rey: “Que las toma todas, ya que mi señor el rey ha vuelto a entrar en paz en su casa.”

    32. Barzilai el galadita bajó de Roguelim para acompañar al rey en el paso del río.

    33. Barzilai era muy viejo, tenía ya ochenta años y había proporcionado alimentos al rey durante su estancia en Majanaím, pues era hombre muy rico.

    34. El rey le dijo: “Vente conmigo y yo te mantendré durante tu vejez en Jerusalén.”

    35. Pero Barzilai respondió al rey: “¿Cuántos años voy a vivir yo, para ir con el rey a Jerusalén?

    36. Tengo ya ochenta años. ¿Puedo ya distinguir entre lo bueno y lo malo? ¿Puede tu siervo saborear lo que come y lo que bebe? ¿Puedo ya oír la voz de cantores y cantoras? ¿Y por qué tu siervo tiene que ser una carga para mi señor el rey?

    37. Tu siervo acompañará hasta un poco más allá del Jordán al rey. ¿Y por qué el rey me ha de conceder esta recompensa?

    38. Permite, te lo ruego, que tu siervo se vuelva, y muera yo en mi ciudad, cerca del sepulcro de mi padre y de mi madre.

    39. Pero ahí tienes a tu siervo Quimam; que vaya él con el rey mi señor, y haz por él lo que quieras.” El rey le dijo: “Que venga conmigo Quimam, y yo haré por él cuanto tú quieras, y todo cuanto tú me pidas, yo te lo concederé.”

    40. Cuando todo el pueblo hubo pasado el Jordán, lo pasó también el rey, y el rey abrazó a Barzilai y le bendijo, y Barzilai se volvió a su casa.

    41. Dirigióse luego el rey a Caígala, acompañado de Quimam y de todo el pueblo de Judá y la mitad de Israel, que escoltaban al rey.

    42. pero he aquí que todos los hombres de Israel se llegaron al rey y le dijeron: “¿Por qué nuestros hermanos los hombres de Judá te han secuestrado y han pasado por el Jordán al rey y su casa? ¿No son pueblo de David todas sus gentes?”

    43. Los hombres de Judá respondieron a los de Israel: “Es que el rey nos toca a nosotros más de cerca; ¿por qué os ha de enojar eso? ¿Hemos vivido nosotros a costa del rey? ¿Hemos recibido algo de él?”