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domingo, agosto 18, 2024
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    Ezequiel 21 - Nacar-Colunga

    La espada afilada de Jehová

    1. Y fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:

    2. Hijo de hombre, vuélvete de cara hacia el sur y derrama la palabra sobre el mediodía. Profetiza contra el bosque del campo del Negueb,

    3. y di al bosque del Negueb: Oye la palabra de Yahvé: Así dice el Señor, Yahvé: Voy a encender en ti un fuego que devorará todos los árboles, los verdes y los secos. No se apagarán las abrasadoras llamas hasta no quemar todo rastro del mediodía al septentrión,

    4. y verá toda carne que yo soy Yahvé, quien lo encendió. No se apagará.

    5. Dije yo: ¡Oh Señor, Yahvé! Mira que éstos me dicen: ¿No es éste un trovador de parábolas?

    6. Y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:

    7. Hijo de hombre, vuélvete de cara a Jerusalén y derrama tu palabra sobre sus santuarios. Profetiza contra la tierra de Israel

    8. y di a la tierra de Israel: Así dice el Señor, Yahvé: Heme aquí contra ti; voy a desenvainar mi espada y a exterminar en ti al justo y al impío,"

    9. pues para eso saldrá mi espada de la vaina contra toda carne, desde el mediodía hasta el septentrión,

    10. y sabrá toda carne que yo soy Yahvé, que he desenvainado mi espada y no volverá a la vaina,

    11. y tú, hijo de hombre, gime con quebranto de ríñones y amargura, gime a la vista suya.

    12. Y cuando te digan: ¿Por qué gimes? diles: Por una noticia que, cuando llegue, se derretirá todo corazón, desmayarán todas las manos, todas las almas se consternarán y todas las rodillas se disolverán como agua. Ya viene, ya se cumple, dice el Señor, Yahvé.

    13. Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:

    14. Hijo de hombre, profetiza y di: Así habla el Señor, Yahvé: Di: ¡La espada! ¡La espada! Está afilada y bruñida.

    15. Afilada para degollar, bruñida para fulgurar como el rayo.

    16. La he hecho bruñir para blandiría, hícela afilar y bruñir para ponerla en manos de un degollador.

    17. Grita y gime, hijo de hombre, porque viene sobre mi pueblo, sobre todos los príncipes de Israel. Caen a la espada juntamente con mi pueblo. ¡Hiere, pues, tus muslos!

    18. Porque es una prueba, y ¿qué si el cetro menospreciador no existe? oráculo del Señor, Yahvé.

    19. Tú, pues, hijo de hombre, profetiza batiendo una palma contra otra. Se duplicará la espada, se triplicará; es la espada de la matanza, la espada de la gran matanza que los amenaza."

    20. Para que se encojan los corazones i y se multiplique el estrago, sobre todas sus puertas he puesto el espanto de la espada. ¡Ah! ¡Bruñida para fulgurar, afilada para degollar!

    21. Taja a derecha, raja a izquierda, adondequiera que te vuelvas.

    22. Y también batiré yo palmas, y desfogaré mi ira. Yo, Yahvé, he hablado.

    23. Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:

    24. Tú, hijo de hombre, traza dos caminos para la espada del rey de Babilonia, que salgan ambos de la misma tierra, y pon una señal al comienzo de cada camino que indique la ciudad adonde va.

    25. Traza un camino por donde vaya la espada a Rabat de los hijos de Amón, y otro por donde vaya a Judá, a la ciudad fuerte de Jerusalén.

    26. Porque el rey de Babilonia se ha parado en el cruce de donde parten los dos caminos para consultar, augurando por el lanzamiento de las flechas, por la pregunta a los “terafim,” por el examen de las entrañas.

    27. El augurio ha señalado la derecha, Jerusalén, para dar la orden de ataque, lanzar los gritos de guerra, alzar arietes contra sus puertas, levantar terraplén y hacer vallado.

    Juicio contra los amonitas

    28. Para ellos, éstos son presagios vanos, pues ha habido juramentos solemnes; pero él se acuerda de su iniquidad, y serán cogidos en el lazo."

    29. Por tanto, así dice el Señor, Yahvé: Por haber traído a la memoria vuestra iniquidad, poniendo al descubierto vuestras traiciones y vuestros pecados en todas vuestras acciones, puesto que os jactáis, seréis entregados a su mano.

    30. Y tú, infame, impío, príncipe de Israel, llegó tu día, el término del tiempo de la iniquidad.

    31. Así dice Yahvé: ¡Fuera tiara! ¡Fuera corona! Eso no será más. Será ensalzado lo humilde y humillado lo alto.

    32. ¡Ruina, ruina! ¡A ruina las reduciré! y no serán más mientras no venga aquel a quien de derecho pertenecen, y a él se las daré.