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jueves, julio 18, 2024
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    Hebreos 12 - Nacar-Colunga

    Puestos los ojos en Jesús

    1. Teniendo, pues, nosotros tal nube de testigos que nos envuelve, arrojemos todo peso y el pecado que nos asedia, y por la paciencia corramos el combate que se nos ofrece,

    2. puestos los ojos en el autor y perfeccionador de nuestra fe, Jesús; el cual, por el gozo que se le proponía, soportó la cruz, sin hacer caso de la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios."

    3. Traed, pues, a vuestra consideración al que soportó tal contradicción de los pecadores contra sí mismo, para que no decaigáis de ánimo rendidos por la fatiga.

    4. Aún no habéis resistido hasta la sangre en vuestra lucha contra el pecado,

    5. y os habéis ya olvidado de la exhortación que a vosotros como a hijos se dirige: “Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor y no desmayes reprendido por El;"

    6. porque el Señor, a quien ama le reprende, y azota a todo el que recibe por hijo.”

    7. Soportad la corrección. Como con hijos se porta Dios con vosotros. ¿Pues qué hijo hay a quien su padre no corrija?

    8. Pero si no os alcanzase la corrección de la cual todos han participado, argumento sería de que erais bastardos y no legítimos.

    9. Por otra parte, hemos tenido a nuestros padres carnales que nos corregían y nosotros los respetábamos; ¿no hemos de someternos mucho más al Padre de los espíritus para alcanzar la vida?"

    10. En efecto, aquéllos, según bien les parecía, nos corregían para proporcionarnos una felicidad de pocos días; pero éste, mirando a nuestro provecho, nos corrige, para hacernos participantes de su santidad."

    11. Ninguna corrección parece por el momento agradable, sino dolorosa; pero al fin ofrece frutos apacibles de justicia a los ejercitados por ella."

    Los que rechazan la gracia de Dios

    12. Por lo cual, enderezad las manos caídas y las rodillas debilitadas,

    13. y enderezad vuestros pasos, para que los rengos no se salgan del camino, antes bien sean curados.

    14. Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá a Dios;"

    15. mirando bien que ninguno sea privado de la gracia de Dios, que ninguna raíz amarga, brotando, la impida y corrompa la fe e inficione a muchos.

    16. Mirad que ninguno incurra en fornicación, impureza o impiedad, como Esaú, que vendió su primogenitura por una comida.

    17. Bien sabéis cómo queriendo después heredar la bendición fue desechado y no halló lugar de penitencia, aunque con lágrimas lo buscó.

    18. Que no os habéis allegado al monte tangible, al fuego encendido, al torbellino, a la oscuridad, a la tormenta,

    19. al sonido de la trompeta y a la voz de las palabras, que quienes las oyeron rogaron que no se les hablase más;"

    20. porque no podían oírla sin temor. Si un animal tocaba al monte, había de ser apedreado.

    21. Y tan terrible era la aparición, que Moisés dijo: “Estoy aterrado y tembloroso.”

    22. Pero vosotros os habéis allegado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, a la Jerusalén celestial y a las miríadas de ángeles, a la asamblea,

    23. a la congregación de los primogénitos, que están escritos en los cielos, y a Dios, Juez de todos, y a los espíritus de los justos perfectos,

    24. y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión de la sangre, que habla mejor que la de Abel.

    25. Mirad que no recuséis al que habla, porque si aquéllos, recusando al que en la tierra les hablaba, no escaparon al castigo, mucho menos nosotros, si desechamos al que desde el cielo nos habla,

    26. cuya voz entonces estremecía la tierra y ahora hace esta promesa: “Todavía una vez, yo conmoveré no sólo la tierra, sino también el cielo.”

    27. Este “todavía una vez” muestra el cambio de las cosas movibles, por razón de haberse ya cumplido, a fin de que permaneciesen las no conmovibles.

    28. Por lo cual, ya que recibimos el reino inconmovible, guardemos la gracia, por la cual serviremos agradablemente a Dios con temor y reverencia,

    29. porque mostró Dios ser un fuego devorador.