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domingo, agosto 18, 2024
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    Isaías 51 - Nacar-Colunga

    Palabras de consuelo para Sion

    1. Oídme vosotros los que seguís la justicia, los que buscáis a Yahvé. Considerad la roca de que habéis sido tallados y la cantera de que habéis sido sacados1.

    2. Mirad a Abraham, vuestro padre, y a Sara, que os dio a luz. Porque sólo a él le llamé yo, le bendije y le multipliqué.

    3. Porque Yahvé se apiadará de Sión, se compadecerá de todas su ruinas, y tornará su desierto en vergel, y su estepa en paraíso de Yahvé, donde habrá gozo y alegría, alabanza y rumor de cánticos.

    4. Atended, pueblos, a mi voz; prestadme oído, naciones. Que de mí vendrá la doctrina, y mi derecho para luz de los pueblos."

    5. Mi justicia se acerca, ya sale mi salvación, y mi brazo hará justicia a los pueblos. A mí me esperarán las islas y en mi brazo confiarán.

    6. Alzad vuestros ojos al cielo y mirad abajo hacia la tierra. Porque se disiparán los cielos como humo, y se consumirá como un vestido la tierra, y morirán como las moscas sus habitantes5, pero mi salvación durará por la eternidad, y mi justicia no tendrá fin.

    7. Oídme vosotros los que conocéis justicia; tú, pueblo en cuyo corazón está mi ley. No temáis las afrentas de los hombres, no os asusten sus ultrajes."

    8. Porque como a una vestidura los comerá el gusano, como a lana los roerá la polilla. Pero mi justicia durará por la eternidad, y mi salvación de generación en generación.

    9. Despierta, despierta, revístete de fortaleza, brazo de Yahvé. Despierta, como los tiempos anteriores, en las generaciones antiguas. ¿No eres tú quien destrozaste a Rahab y atravesaste al dragón?

    10. ¿No eres tú quien secaste el mar, las aguas del gran abismo, y tornaste las profundidades del mar en camino para que pasasen los redimidos?

    11. Volverán los rescatados de Yahvé y vendrán a Sión con júbilo, y una alegría eterna sobre sus cabezas; se apoderará de ellos el gozo y la alegría, huirán penas y gemidos."

    12. Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para temer a un hombre mortal, a un hijo de hombre, que perece como el heno,

    13. olvidándote de Yahvé, tu Hacedor, que desplegó los cielos y fundó la tierra, para estar temiendo continuamente todo el día ante el furor del opresor cuando se dispone a destruirte? Y ¿dónde está la cólera del opresor?

    14. Bien pronto será liberado el cautivo, y no morirá en la fosa, no le faltará el pan.

    15. Yo soy Yahvé, tu Dios, que levanto el mar, haciendo embravecer sus olas, y cuyo nombre es Yahvé de los ejércitos.

    16. Yo pondré en tu boca mi palabra y te esconderé a la sombra de mi mano, al desplegar los cielos y fundar la tierra y al decir a Sión: Tú eres mi pueblo.

    17. Despierta, despierta, levántate, Jerusalén, tú que has bebido de la mano de Yahvé el cáliz de su ira, tú que has bebido hasta las heces el cáliz que aturde.

    18. No hubo nadie que la guiara de todos los hijos que ella parió. Ninguno la sostuvo con su mano de cuantos hijos crió.

    19. Vinieron a tu encuentro dos males, ¿quién se duele de ti? Ruina y azote, hambre y espada, ¿quién se compadece de ti?

    20. Tus hijos yacen desfallecidos en las encrucijadas de los caminos, como antílopes cazados a lazo, ebrios de la ira de Yahvé, de los furores de tu Dios.

    21. Por eso oye, pues, malaventurada, ebria, pero no de vino.

    22. Así habla tu Señor, Yahvé, tu Dios, que aboga por su pueblo: He aquí que tomaré de tu mano la copa embriagadora, el cáliz de mi ira, y no lo beberás ya más.

    23. Y lo pondré en la mano de los opresores, que te decían: Encórvate para que pasemos por encima, poniendo como suelo tu dorso, como camino para los que pasan.