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sábado, agosto 17, 2024
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    Lucas 8 - Nacar-Colunga

    Mujeres que sirven a Jesús

    1. Yendo por ciudades y aldeas, predicaba y evangelizaba el reino de Dios. Lc acompañaban los Doce

    2. y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y de enfermedades. María llamada Magdalena, de la cual habían salido siete demonios;"

    3. Juana, mujer de Jusa, administrador de Herodes, y Susana, y otras varias que le servían de sus bienes.

    Parábola del sembrador

    4. Reunida una gran muchedumbre de los que venían a El de cada ciudad, dijo en parábola:

    5. Salió un sembrador a sembrar su simiente, y, al sembrar, una parte cayó junto al camino, y fue pisada, y las aves del cielo la comieron.

    6. Otra cayó sobre la peña, y, nacida, se secó por falta de humedad.

    7. Y otra cayó en medio de espinas, y, brotando juntamente las espinas, la ahogaron.

    8. Otra cayó en tierra buena, y, nacida, dio un fruto céntuplo. Dicho esto, clamó: El que tenga oídos para oír, que oiga.

    9. Preguntábanle sus discípulos qué significase aquella parábola,

    10. y El contestó: A vosotros ha sido dado conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, de manera que viendo no vean y oyendo no entiendan."

    11. He aquí la parábola: La semilla es la palabra de Dios.

    12. Los que están a lo largo del camino son los que oyen, pero en seguida viene el diablo y arrebata de su corazón la palabra para que no crean y se salven.

    13. Los que están sobre peña son los que, cuando oyen, reciben con alegría la palabra, pero no tienen raíces; creen por algún tiempo, pero al tiempo de la tentación sucumben."

    14. Lo que cae entre espinas son aquellos que, oyendo, van y se ahogan en los cuidados, la riqueza y los placeres de la vida, y no llegan a madurez.

    15. Lo caído en buena tierra son aquellos que, oyendo con corazón generoso y bueno, retienen la palabra y dan fruto por la perseverancia.

    Nada oculto que no haya de ser manifestado

    16. Nadie, después de haber encendido una lámpara, la cubre con una vasija ni la pone debajo de la cama, sino que la coloca sobre el candelabro, para que los que entren vean.

    17. Pues nada hay oculto que no haya de descubrirse ni secreto que no haya de conocerse y salir a la luz.

    18. Mirad, pues, cómo escucháis, porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que parece tener se le quitará.

    La madre y los hermanos de Jesús

    19. Vino su madre con sus hermanos, y no lograron acercarse a El a causa de la muchedumbre,

    20. y le comunicaron: Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y desean verte.

    21. El contestó diciéndoles: Mi madre y mis hermanos son éstos, los que oyen la palabra de Dios y la ponen en obra.

    Jesús calma la tempestad

    22. Sucedió, pues, un día que subió con sus discípulos a una barca, y les dijo: Pasemos a la otra orilla del lago. Y se dieron a la mar

    23. Mientras navegaban, se durmió. Vino sobre el lago una borrasca, y el agua que entraba los ponía en peligro.

    24. Llegándose a El, le despertaron diciendo: Maestro, Maestro, que perecemos. Despertó El e increpó al viento y al oleaje del agua, que se aquietaron, haciéndose la calma.

    25. Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Llenos de pasmo, se admiraban y se decían unos a otros: Pero ¿quién es éste, que manda a los vientos y al agua y le obedecen?

    El endemoniado gadareno

    26. Arribaron a la región de los gerasenos, frente a Galilea,

    27. y, bajando El a tierra, le salió al encuentro un hombre de la ciudad, poseído de los demonios, que en mucho tiempo no se había vestido ni morado en casa, sino en los sepulcros.

    28. Cuando vio a Jesús, gritando se postró ante El, y en alta voz dijo: ¿Qué hay entre mí y ti, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te pido que no me atormentes.

    29. Y era que El ordenaba al espíritu impuro que saliese del hombre. Muchas veces se apoderaba de él, y le ataban con cadenas y le sujetaban con grillos, pero rompía las ligaduras y era arrebatado por los demonios al desierto.

    30. Preguntóle Jesús: ¿Cuál es tu nombre? Contestóle él: Legión. Porque habían entrado en él muchos demonios,

    31. y le rogaban que no les mandase volver al abismo.

    32. Había allí cerca una manada de puercos bastante numerosa paciendo en el monte, y le rogaron que les permitiese entrar en ellos. Se lo permitió,

    33. y, saliendo los demonios del hombre, entraron en los puercos, y se arrojó la manada por un precipicio abajo hasta el lago, y se ahogó.

    34. Viendo los porquerizos lo sucedido, huyeron y lo anunciaron en la ciudad y en los campos.

    35. Salieron a ver lo ocurrido, y vieron a Jesús, y encontraron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado, vestido y en su pleno juicio, a los pies de Jesús, de lo que se quedaron espantados.

    36. Los que habían visto cómo el endemoniado había sido curado lo contaban,

    37. y toda la gente del territorio de los gerasenos le rogó que se retirase de allí, pues estaban dominados de un gran temor. El, subiendo a la barca, se volvió.

    38. El hombre de quien habían salido los demonios le suplicaba quedarse con El, pero El le despidió diciendo:

    39. Vuélvete a tu casa y refiere lo que te ha hecho Dios. Y se fue por toda la ciudad pregonando cuanto le había hecho Jesús.

    La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

    40. Cuando Jesús estuvo de vuelta, le recibió la muchedumbre, pues todos estaban esperándole.

    41. Llegó un hombre llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y, cayendo a los pies de Jesús, le suplicaba que entrase en su casa,

    42. porque tenía una hija única, de unos doce años, que estaba a punto de morir. Mientras iba, las muchedumbres le ahogaban.

    43. Una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que en médicos había gastado toda su hacienda, sin lograr ser de ninguno curada,

    44. se acercó por detrás y tocó la orla de su manto, y al instante cesó el flujo de su sangre.

    45. Jesús dijo: ¿Quién me ha tocado? Como todos negaban, dijo Pedro y los que le acompañaban: Maestro, las muchedumbres te rodean y te oprimen.

    46. Pero Jesús dijo: Alguno me ha tocado, porque yo he conocido que una virtud ha salido de mí.

    47. La mujer, viéndose descubierta, se llegó temblando y, postrándose ante El, le dijo ante todo el pueblo por qué le había tocado y cómo al instante había quedado sana.

    48. El le dijo: Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz.

    49. Aún estaba hablando cuando llegó uno de casa del jefe de la sinagoga diciendo: Tu hija ha muerto, no molestes ya al Maestro.

    50. Pero Jesús, que lo oyó, le respondió: No temas, cree tan sólo y será sana.

    51. Llegado a la casa, no permitió que entrasen con él más que Pedro, Juan y Santiago y el padre y la madre de la niña.

    52. Todos lloraban y plañían por ella. Les dijo El: No lloréis, porque no está muerta; es que duerme."

    53. Se burlaban de El, sabiendo que estaba muerta.

    54. El, tomándola de la mano, le dijo en alta voz: Niña, levántate.

    55. Volvió a ella el espíritu, y al instante se levantó, y El mandó que le diesen de comer.

    56. Los padres se quedaron fuera de sí; pero El les mandó que no contasen a nadie lo sucedido."