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miércoles, julio 17, 2024
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    1 Corintios 15 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

    La resurrección de los muertos

    1. Quiero recordaros, hermanos, el mensaje de salvación que os anuncié. El mensaje que aceptasteis, en el que os mantenéis firmes

    2. y por el que estáis en camino de salvación, si es que lo conserváis tal como yo os lo anuncié. De lo contrario, se habrá echado a perder vuestra fe.

    3. Primero y ante todo, os transmití lo que yo mismo había recibido: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a lo anunciado en las Escrituras;

    4. que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a esas mismas Escrituras;

    5. que se apareció primero a Pedro, y más tarde a los doce.

    6. Después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, de los cuales algunos han muerto, pero la mayor parte vive todavía.

    7. Se apareció después a Santiago, y de nuevo a todos los apóstoles.

    8. Finalmente, como si de un hijo nacido a destiempo se tratara, se me apareció también a mí,

    9. que soy el más pequeño entre los apóstoles y que no merezco el nombre de apóstol, por cuanto perseguí a la iglesia de Dios.

    10. Pero la gracia divina ha hecho de mí esto que soy; una gracia que no se ha malogrado en cuanto a mí toca. Al contrario, me he afanado más que todos los otros; bueno, no yo, la gracia de Dios que actúa en mí.

    11. De cualquier modo, sea yo, sean los demás, esto es lo que anunciamos y lo que vosotros habéis creído.

    12. Y bien, si se proclama que Cristo ha resucitado, venciendo a la muerte, ¿cómo andan diciendo algunos ahí que los muertos no resucitarán?

    13. Si los muertos no han de resucitar, es que tampoco Cristo ha resucitado.

    14. Y, si Cristo no ha resucitado, tanto el anuncio de él que yo he hecho como vuestra fe carecen de sentido.

    15. Es más, resulta que somos testigos falsos de Dios, por cuanto hemos dado testimonio contra él al afirmar que ha resucitado a Cristo, cosa que no es verdad si se da por supuesto que tampoco los muertos resucitan.

    16. Si, pues, los muertos no resucitan, es que no ha resucitado Cristo.

    17. Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe carece de valor y aún seguís hundidos en el pecado.

    18. No hay que añadir que también habremos de dar por perdidos a quienes, siendo cristianos, han fallecido hasta el momento.

    19. Somos los hombres más desgraciados, si todo cuanto esperamos de Cristo se cifra en esta vida.

    20. Pero no, Cristo ha resucitado, y él es el anticipo de quienes duermen el sueño de la muerte.

    21. Pues si por un hombre vino la muerte, también por un hombre viene la resurrección.

    22. Al compartir la naturaleza de Adán, todos los hombres mueren; en cuanto injertados en Cristo, todos retornarán a la vida.

    23. Pero cada uno en el puesto que le corresponda: Cristo como primer fruto; después, los que pertenecen a Cristo, el día de su gloriosa manifestación.

    24. Entonces será el momento final, cuando, aniquiladas todas las potencias enemigas, Cristo entregue el reino a Dios Padre.

    25. Mientras tanto, es preciso que Cristo reine hasta que Dios ponga a todos sus enemigos debajo de sus pies.

    26. Y como último enemigo destruirá a la muerte,

    27. porque "todo lo sometió Dios debajo de los pies de Cristo". Bien entendido que, cuando la Escritura dice todo le ha sido sometido, no incluye a Dios, que es quien se lo sometió.

    28. Y cuando todo haya quedado sometido a Cristo, Cristo mismo, que es el Hijo, se someterá al Padre, que le sometió todo a él, y así Dios será todo en todos.

    29. Hay también algunos que se hacen bautizar por los que han muerto. ¿Qué sentido tendría ese bautismo, si de veras los muertos no resucitaran?

    30. Y nosotros mismos, ¿a qué ponernos en peligro a todas horas?

    31. Que estoy al borde de la muerte cada día, es tan cierto, hermanos, como que vosotros sois mi gloria en Cristo Jesús, Señor nuestro.

    32. Si sólo aspiro a una recompensa humana, ¿de qué me sirve haber sostenido en Efeso un combate contra fieras? Si los muertos no resucitan, ¡comamos y bebamos, que mañana moriremos!

    33. No os engañéis: "Las malas compañías corrompen las buenas costumbres."

    34. Es de esperar que retornéis al buen camino y no sigáis pecando; pues, para vergüenza vuestra, tengo que deciros que algunos de vosotros desconocen a Dios.

    35. Alguien preguntará: ¿Y cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo lo harán?

    36. ¡Tonto de ti! Si tú siembras algo, no cobrará nueva vida a menos que antes muera.

    37. Y lo que siembras no es la planta entera que después ha de brotar, sino un simple grano, de trigo o de cualquier otra semilla.

    38. Dios, por su parte, proporciona a esa semilla, y a todas y cada una de las semillas, la forma que le parece conveniente.

    39. No todos los cuerpos son iguales: hay diferencia entre el cuerpo del hombre, el del ganado, el de las aves, el de los peces.

    40. Hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres. Y no es el mismo resplandor el de los unos que el de los otros.

    41. No brilla el sol como brillan la luna o las estrellas; e incluso entre las estrellas, cada una tiene un brillo diferente.

    42. Así sucede con la resurrección de los muertos: se siembra algo corruptible, resucita incorruptible;

    43. se siembra una cosa despreciable, resucita resplandeciente de gloria; se siembra algo endeble, resucita pleno de vigor;

    44. se siembra, en fin, un cuerpo animal, resucita un cuerpo espiritual. Pues si hay cuerpo animal, también lo hay espiritual.

    45. La Escritura dice: Adán, el primer hombre, fue creado como un ser dotado de vida; el último Adán, como un espíritu que da vida.

    46. Y no existió primero lo espiritual, sino lo animal; lo espiritual es posterior.

    47. El primer hombre procede de la tierra, y es terreno; el segundo viene del cielo.

    48. El terreno es prototipo de los terrenos; el celestial, de los celestiales.

    49. Y así como hemos incorporado en nosotros la imagen del hombre terreno, incorporaremos también la del celestial.

    50. Quiero decir con esto, hermanos, que lo que es sólo carne y sangre, no puede heredar el reino de Dios; que lo corruptible no heredará lo incorruptible.

    51. Mirad, voy a confiaros un misterio: no todos moriremos, pero cuando suene la trompeta final, en unos instantes, en un abrir y cerrar de ojos, todos seremos transformados. Sonará la trompeta, y los muertos resucitarán incorruptibles mientras nosotros seremos transformados.

    52. (Está escrito en el anterior).

    53. Porque es preciso que este nuestro ser corruptible se revista de incorruptibilidad y que esta nuestra vida mortal se revista de inmortalidad .

    54. Y cuando este cuerpo nuestro corruptible se revista de incorruptibilidad , cuando este ser mortal se revista de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que dice la Escritura: La muerte ha sido vencida de raíz.

    55. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿dónde tu venenoso aguijón?

    56. Del pecado viene a la muerte su venenoso aguijón, y el pecado, a su vez, ha desplegado su fuerza con ocasión de la Ley.

    57. Pero nosotros hemos de dar gracias a Dios, que por medio de nuestro Señor Jesucristo nos concede la victoria.

    58. Por tanto, hermanos míos muy queridos, manteneos firmes y constantes; destacad en todo momento por vuestra labor cristiana, seguros de que el Señor no dejará sin recompensa vuestros afanes.