Apocalipsis 7 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)Los 144 mil sellados1. Vi después cuatro ángeles de pie sobre los cuatro puntos cardinales de la tierra. Sujetaban a los cuatro vientos, impidiendo que soplara viento alguno sobre la tierra, sobre el mar o sobre los árboles. 2. Desde el Oriente, entre tanto, subía otro ángel, que llevaba consigo el sello del Dios vivo y que gritaba con voz poderosa a los cuatro ángeles encargados de arrasar la tierra y el mar. Les decía: 3. - No causéis daño a la tierra, al mar o a los árboles hasta que marquemos en la frente a los servidores de nuestro Dios. 4. Y pude oír el número de los marcados: eran ciento cuarenta y cuatro mil, tomados de todas las tribus de Israel. 5. Doce mil marcados por tribu: de Judá, de Rubén y de Gad; 6. de Aser, de Neftalí y de Manasés; 7. de Simeón, de Leví y de Isacar; 8. de Zabulón, de José y de Benjamín. Doce mil marcados por cada una de las tribus. La multitud vestida de ropas blancas9. Vi luego una muchedumbre inmensa, incontable. Gentes de toda nación, raza , pueblo y lengua; todos de pie delante del trono y del Cordero; todos vestidos con túnica blanca, llevando palmas en la mano 10. y proclamando con voz poderosa: - La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero. 11. Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, cayeron rostro a tierra delante del trono y adoraron a Dios, 12. diciendo: - Amén. A nuestro Dios la alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza por siempre. Amén. 13. Entonces, uno de los ancianos me preguntó: - ¿Quiénes son y de dónde han venido éstos de las túnicas blancas? 14. Yo le respondí: - Mi Señor, tú eres quien lo sabe. El me dijo: - Estos son los que han pasado por la gran persecución, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero. 15. Por eso están ante el trono de Dios, rindiéndole culto día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono los protege. 16. Ya no volverán a sentir hambre, ni sed, ni el ardor agobiante del sol. 17. El Cordero que está en medio del trono será su pastor, los conducirá a manantiales de aguas vivas, y Dios mismo enjugará toda lágrima de sus ojos. |