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viernes, julio 19, 2024
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    Hechos 19 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

    Pablo en Efeso

    1. Durante la estancia de Apolo en Corinto, Pablo estuvo recorriendo las regiones interiores del Asia Menor. Cuando finalmente llegó a Efeso, encontró allí a un grupo de creyentes,

    2. a quienes preguntó: - ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe? - Ni siquiera hemos oído hablar del Espíritu Santo - les respondieron.

    3. - Entonces, ¿qué bautismo habéis recibido? - preguntó Pablo. - El de Juan - contestaron.

    4. Pablo les explicó: - Juan bautizaba como señal de conversión, e invitaba a la gente a creer en el que había de venir después de él, es decir, en Jesús.

    5. Al oír esto, se bautizaron en el nombre de Jesús, el Señor,

    6. y, cuando Pablo les impuso las manos, descendió el Espíritu Santo sobre ellos, y comenzaron a hablar en lenguas y a profetizar.

    7. En total eran unas doce personas.

    8. Durante tres meses estuvo Pablo asistiendo a la sinagoga, donde hablaba sobre el reino de Dios con firme convicción y con argumentos persuasivos.

    9. Pero como algunos se obstinaban en no creer y, además, trataban de desprestigiar ante la asamblea el nuevo camino del Señor, Pablo decidió apartarse de ellos. Formó entonces un grupo aparte con los creyentes, a quienes instruía a diario en un aula de la escuela de Tirano.

    10. Esta situación se prolongó por dos años, de modo que todos los habitantes de la provincia de Asia, tanto judíos como no judíos, tuvieron ocasión de escuchar el mensaje del Señor.

    11. Dios realizaba extraordinarios milagros por medio de Pablo,

    12. hasta el punto de que el simple contacto con los pañuelos y otras prendas usadas por Pablo bastaba para curar a los enfermos o expulsar a los espíritus malignos.

    13. Había allí entonces unos exorcistas itinerantes judíos que también recurrieron a usar el nombre de Jesús, el Señor, en sus exorcismos sobre los poseídos de espíritus malignos. La fórmula que utilizaban era ésta: - ¡Os conjuro por Jesús, a quien Pablo anuncia!

    14. Los que así actuaban eran siete hijos de un jefe de los sacerdotes llamado Esceva;

    15. pero el espíritu maligno les respondió: - Conozco a Jesús y sé quién es Pablo. Pero ¿quiénes sois vosotros?

    16. De pronto, el poseso se abalanzó sobre ellos y, dominándolos a todos, los maltrató con tal violencia, que tuvieron que huir de aquella casa desnudos y maltrechos.

    17. Esto se supo en todos los barrios de Efeso, tanto judíos como no judíos con lo que el temor se apoderó de todos, y el nombre de Jesús, el Señor, fue tenido en gran respeto.

    18. Muchos de los nuevos creyentes no dudaron en reconocer públicamente sus anteriores prácticas supersticiosas.

    19. Y un buen número de personas que se habían dedicado a la magia recogieron sus libros y los quemaron a la vista de todos. Un cálculo aproximado del valor total de aquellos libros arrojó la cifra de cincuenta mil monedas de plata.

    20. Tal era la fuerza arrolladora con que se extendía e imponía el mensaje de Dios.

    21. Así las cosas, se propuso Pablo visitar Macedonia y Acaya, para continuar luego hasta Jerusalén. Se decía a sí mismo: - Después que llegue allí, tendré también que visitar Roma.

    22. Envió, por tanto, a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, mientras él se quedó algún tiempo más en la provincia de Asia.

    El alboroto en Efeso

    23. Por aquellas fechas se originó un serio motín popular a causa del nuevo camino del Señor.

    24. Cierto orfebre llamado Demetrio fabricaba en su industria reproducciones en plata del templo de Artemisa, con lo cual facilitaba cuantiosas ganancias a los artesanos.

    25. Reunió el tal Demetrio a estos y a los demás obreros del ramo y les dijo: - Compañeros, ya sabéis que nuestro bienestar depende de nuestra producción industrial.

    26. Y seguro que habréis visto y oído cómo ese individuo, Pablo, ha logrado hacer creer a multitud de gente, no sólo en Efeso, sino en casi toda la provincia de Asia, que no pueden ser dioses los que fabricamos con nuestras manos.

    27. Esto no solamente trae consigo el riesgo de desacreditar nuestra profesión, sino de que se pierda el respeto al templo de nuestra gran diosa Artemisa, y cese el culto que actualmente se rinde a su divina grandeza en toda la provincia de Asia y en el mundo entero.

    28. Al oír estas palabras, enardecidos de furia, comenzaron a gritar: - ¡Viva la Artemisa de Efeso!

    29. La agitación conmovió a la ciudad entera, que se precipitó en masa hacia el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, los dos macedonios compañeros de viaje de Pablo.

    30. Este quiso presentarse ante la muchedumbre, pero se lo impidieron los creyentes.

    31. Incluso algunos amigos suyos que ostentaban altos cargos en la provincia de Asia, le enviaron aviso para disuadirle de que hiciera acto de presencia en el teatro.

    32. Mientras tanto, el desconcierto reinaba entre la multitud. Unos gritaban una cosa; otros, otra. Pero la mayor parte de ellos ignoraban para qué se habían congregado.

    33. Algunos de los presentes explicaron el asunto a un tal Alejandro, a quien los judíos trataban de presentar como su portavoz. Alejandro pidió silencio haciendo señas con la mano, e intentó defender a los judíos ante la plebe.

    34. Pero, al advertir que era judíos, todos a una se pusieron a gritar: - ¡Viva la Artemisa de Efeso! Y así estuvieron gritando durante casi dos horas.

    35. Hasta que el secretario de la ciudad consiguió calmar a la muchedumbre y se expresó así: - Efesios, nadie desconoce que a la ciudad de Efeso le ha sido encomendada la custodia del templo de la gran Artemisa y de su imagen caída del cielo.

    36. Como esto es innegable, conviene que os apacigüéis antes de cometer cualquier barbaridad.

    37. Estos hombres que habéis traído, ni son sacrílegos ni han insultado a nuestra diosa.

    38. Por tal razón, si Demetrio y sus artesanos creen tener motivo para querellarse contra alguien, para eso están los tribunales y los procónsules . Que presenten allí sus respectivas demandas.

    39. Y si tenéis alguna otra demanda sobre el particular, también debe ser tramitada por curso legal.

    40. A decir verdad, corremos el riesgo de ser acusados de sedición por lo que hoy ha sucedido, pues no existe motivo razonable para explicar este tumulto.

    41. Y, dicho esto, disolvió la reunión.