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miércoles, julio 17, 2024
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    Hechos 5 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

    Ananías y Safira

    1. Un hombre llamado ananías, casado con una mujer de nombre Safira, vendió una finca,

    2. y, de acuerdo con su esposa, retuvo una parte del precio, llevando lo restante a los apóstoles.

    3. Pedro les dijo: - ananías, ¿por qué has permitido que Satanás te convenciera para mentir al Espíritu Santo, guardando para ti parte del precio de la finca?

    4. Tuya era antes de venderla, y, ya que la vendiste, nadie te impedía disponer libremente del producto. ¿Cómo se te ha ocurrido hacer una cosa semejante? No has mentido a los hombres; has mentido a Dios.

    5. Escuchar ananías estas palabras y caer muerto al suelo fue todo uno. Cuantos lo oyeron quedaron sobrecogidos de temor.

    6. En seguida se acercaron unos jóvenes, amortajaron el cadáver y lo llevaron a enterrar.

    7. Unas tres horas más tarde llegó su mujer, que ignoraba lo sucedido.

    8. Pedro le contestó: - Dime, ¿es éste el valor total de la finca que vendisteis? - Sí, ése es - contestó ella.

    9. Pedro le replicó: - ¿Por qué os habéis confabulado para provocar al Espíritu del Señor? Escucha, ya se oyen a la puerta los pasos de los que vuelven de enterrar a tu marido; ahora te llevarán a ti.

    10. al instante cayó a sus pies y expiró. Cuando entraron los jóvenes era ya cadáver; así que se la llevaron y la enterraron junto a su marido.

    11. Como resultado de esto, la Iglesia entera y todos los que llegaron a saberlo quedaron sobrecogidos de temor.

    Muchas señales y maravillas

    12. Eran muchos los milagros y prodigios que se producían entre el pueblo por medio de los apóstoles. Los fieles, por su parte, acostumbraban a reunirse en el pórtico de Salomón.

    13. Pero nadie se atrevía a unirse a ellos, aunque el pueblo los tenía en gran estima.

    14. Sin embargo, pronto fueron multitud los hombres y mujeres que creyeron en el Señor.

    15. Hasta sacaban a los enfermos a la calle y los ponían en lechos y camillas para que, al menos, la sombra de Pedro tocara a alguno de ellos al pasar.

    16. De los pueblos próximos a Jerusalén acudían también muchedumbres de gentes llevando enfermos y personas atormentadas por espíritus malignos, y todos eran curados.

    Pedro y Juan son perseguidos

    17. Entonces, el sumo sacerdote y todos los de su partido, es decir, los saduceos, ciegos de furor,

    18. apresaron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública.

    19. Pero un ángel del Señor abrió por la noche la puerta de la prisión y, haciéndoles salir, les dijo:

    20. - Id y anunciad al pueblo, en medio del templo, todo lo referente a esta nueva vida.

    21. Obedecieron a estas palabras y muy de mañana se dirigieron al templo, donde empezaron a enseñar. Entre tanto, el sumo sacerdote y los de su partido llamaron a reunión al Consejo Supremo y al pleno de los dirigentes israelitas, y mandaron traer de la cárcel a los presos.

    22. Fueron, sí, los guardias, pero no encontraron a los apóstoles en la prisión; así que se volvieron e informaron del hecho con estas palabras:

    23. - Hemos hallado la cárcel cerrada con toda precaución, y a los vigilantes en su puesto ante la puerta; pero al abrirla no hemos encontrado a nadie dentro.

    24. Cuando el jefe de la guardia del templo y los jefes de los sacerdotes escucharon la noticia, quedaron perplejos y se preguntaban qué habría podido suceder,

    25. hasta que alguien llegó y les dijo: - ¿No sabéis? Los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, tan tranquilos, enseñando al pueblo.

    26. Fue entonces el jefe de la guardia con sus hombres y trajeron a los apóstoles, aunque sin violencia, por temor a ser apedreados por el pueblo.

    27. Una vez introducidos a la presencia del Consejo Supremo, el sumo sacerdote procedió a interrogarlos:

    28. Os teníamos terminantemente prohibido enseñar en nombre de ése. Pero resulta que habéis infestado Jerusalén con vuestra enseñanza, y encima queréis hacernos responsables de la muerte de ese hombre.

    29. Pedro y los otros apóstoles respondieron: - Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres.

    30. El Dios de nuestros antepasados ha resucitado a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo en un madero.

    31. Ha sido Dios quien le ha elevado a la máxima dignidad y le ha constituido jefe y salvador, para ofrecer a la nación israelita la ocasión de convertirse y de alcanzar el perdón de los pecados.

    32. Y nosotros somos testigos de ello junto con el Espíritu Santo, que Dios ha concedido a quienes le obedecen.

    33. Los miembros del Consejo perdieron los estribos al oír esto y querían matarlos.

    34. Pero había en el Consejo un fariseo llamado Gamaliel, doctor en la Ley, respetado por todos; éste tomó la palabra, mandó que sacasen de la sala a los procesados

    35. y dijo a los presentes: - Israelitas, reflexionad bien sobre lo que os proponéis hacer con estos hombres.

    36. Hace poco apareció un tal Teudas pretendiendo ser alguien importante, y logró reunir unos cuatrocientos adeptos. Pero lo mataron, y todos sus seguidores se dispersaron en nada.

    37. Después de él, durante la época del censo, apareció Judas, el galileo, y arrastró a una buena parte del pueblo tras de sí; pero, cuando también a él le mataron, todos sus partidarios se esfumaron.

    38. Por eso, en esta ocasión, mi consejo es que no os metáis con estos hombres y que los dejéis en paz. Porque si los mueve un propósito o afán humano, fracasarán;

    39. pero, si es Dios quien los mueve, no podréis acabar con ellos. Y pudiera ser que estuvierais luchando contra Dios. Ellos aceptaron su consejo.

    40. Llamaron a los apóstoles, los azotaron y les prohibieron terminantemente hablar más de Jesús. Después le soltaron.

    41. Los apóstoles salieron del Consejo llenos de alegría por haber sido considerados dignos de sufrir por Jesús.

    42. Y, tanto en el templo como por las casas, continuaron día tras día enseñando y proclamando que Jesús era el Mesías.