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sábado, agosto 17, 2024
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    Juan 10 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

    Parábola del redil

    1. Os aseguro que quien no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino por cualquier otra parte, es un ladrón y un salteador.

    2. El pastor de las ovejas entra por la puerta.

    3. A éste el guarda le abre la puerta, y las ovejas en seguida reconocen su voz; él va llamándolas por su propio nombre, y las hace salir fuera del aprisco.

    4. Cuando ya han salido todas, se pone delante de ellas y les va abriendo camino; las ovejas siguen sus pasos, pues le reconocen por la voz.

    5. En cambio, nunca siguen a un extraño, sino que huyen de él, porque su voz les resulta desconocida.

    6. Jesús les puso este ejemplo, pero ellos no comprendieron su significado.

    Jesús, el buen pastor

    7. Entonces Jesús se lo explicó con estas palabras: - Os aseguro que yo soy la puerta del aprisco.

    8. Todos los que se presentaron con semejantes pretensiones antes de venir yo, eran ladrones y salteadores. Por eso las ovejas no les hicieron ningún caso.

    9. Yo soy la puerta verdadera. Todo el que entre en el aprisco por esta puerta, estará a salvo; entrará y saldrá libremente y siempre encontrará su sustento.

    10. El ladrón, cuando llega, no hace más que robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos tengan vida, y la tengan abundante.

    11. Yo soy el buen pastor. El buen pastor se desvive por las ovejas;

    12. no así el asalariado, que no es verdadero pastor ni propietario de las ovejas, y por eso, cuando ve venir al lobo, las abandona y huye dejando que el lobo haga estragos en unas y ahuyente a las otras.

    13. Y es que a él no le importa más que la paga; las ovejas le traen sin cuidado.

    14. Yo soy el buen pastor. Como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre, así conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. Y doy mi vida por mis ovejas.

    15. (Está escrito en el anterior)

    16. Tengo todavía otras ovejas que no están en este aprisco; a éstas también debo atraerlas para que se familiaricen con mi voz. Entonces habrá un solo rebaño, bajo la guía de un solo pastor.

    17. El Padre me ama porque yo entrego mi vida, aunque la recuperaré de nuevo.

    18. Nadie tiene poder para quitármela; soy yo quien libremente la doy. Tengo poder para darla y para volver a recuperarla; y ésta es la misión que debo cumplir por encargo de mi Padre.

    19. Estas palabras de Jesús fueron la causa de una nueva división de opiniones entre los judíos.

    20. Muchos decían: - Está poseído de un demonio y ha perdido el juicio; ¿por qué le prestáis atención?

    21. Otros, en cambio, replicaban: - Sus palabras no son precisamente las de un endemoniado. ¿Podría un demonio dar la vista a los ciegos?

    Los judíos rechazan a Jesús

    22. Era invierno. Se celebraba en Jerusalén la fiesta que conmemoraba la dedicación del templo.

    23. Estaba Jesús paseando por el pórtico de Salomón, dentro del recinto del templo,

    24. cuando se le acercaron los judíos, se pusieron a su alrededor y le dijeron: - ¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si eres el Mesías, dínoslo claramente de una vez.

    25. Jesús les respondió: - Os lo he dicho con toda claridad y no me habéis creído. Tenéis ante vuestros ojos mis credenciales: las obras que yo hago por la autoridad recibida de mi Padre.

    26. Vosotros, sin embargo, no me creéis, porque no sois las ovejas de mi rebaño.

    27. Mis ovejas reconocen mi voz, yo las conozco, y ellas me siguen.

    28. Yo les doy vida eterna, y jamás perecerán ni podrá nadie arrebatármelas,

    29. como no pueden arrebatárselas a mi Padre, que, con su soberano poder, me las ha confiado.

    30. El Padre y yo somos uno.

    31. Intentaron otra vez los judíos apedrear a Jesús.

    32. Pero él les dijo: - Muchas obras buenas he hecho ante vosotros en virtud del poder que he recibido de mi Padre; ¿por cuál de ellas queréis apedrearme?

    33. Le contestaron: - No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por la blasfemia que has proferido contra Dios: tú que eres un hombre como los demás, pretendes hacerte pasar por Dios.

    34. Jesús les replicó: - ¿No está escrito en vuestra Ley que Dios dijo: Vosotros sois dioses?

    35. Resulta, pues, que la Ley llama dioses a aquellos a quienes fue dirigido el mensaje de Dios; por otra parte, lo que dice la Escritura no puede ponerse en duda.

    36. Entonces, ¿con qué derecho me acusáis de blasfemia a mí, que he sido elegido por el Padre para ser enviado al mundo, por haber dicho que soy Hijo de Dios?

    37. Si no realizo las obras de mi Padre, no me creáis;

    38. pero, si las realizo, fiaos de ellas, aunque no queráis fiaros de mí. De este modo podréis reconocer que el Padre está en mí, y yo en el Padre

    39. A la vista de estos discursos, los judíos intentaron, una vez más, apresar a Jesús; pero él se les escapó de las manos.

    40. Jesús se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde tiempo atrás había estado bautizando Juan, y se quedó allí.

    41. Acudía a él mucha gente, y decían: - Cierto que Juan no hizo ningún milagro, pero todo lo que dijo acerca de éste era verdad.

    42. Y fueron muchos los que en aquella región creyeron en él.