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miércoles, julio 17, 2024
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    Lucas 4 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

    Tentación de Jesús

    1. Jesús regresó del Jordán lleno del Espíritu Santo. El mismo Espíritu le llevó al desierto,

    2. donde el diablo le puso a prueba durante cuarenta días. En todo ese tiempo no comió nada; así que al final sintió hambre.

    3. Entonces le dijo el diablo: - Si de veras eres Hijo de Dios, di que esta piedra se convierta en pan.

    4. Jesús le contestó: - Las Escrituras dicen: No sólo de pan vivirá el hombre.

    5. Luego, el diablo le condujo a un lugar alto y, mostrándole desde allí en un instante todas las naciones del mundo,

    6. le dijo: - Yo te daré todo ese poder y la grandeza de esas naciones, porque toto ello me pertenece, y puedo dárselo a quien quiera.

    7. Tuyo será, si te pones de rodillas y me adoras.

    8. Jesús le contestó: - Las Escrituras dicen: Al Señor tu Dios adorarás y sólo a él darás culto.

    9. Entonces el diablo le llevó al templo de Jerusalén, le subió al alero y le dijo: - Si de veras eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo,

    10. porque las Escrituras dicen: Dios ordenará a sus ángeles que cuiden de ti

    11. y te tomen en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra.

    12. Jesús le contestó: - También dicen as Escrituras: No pondrás a prueba al Señor tu Dios.

    13. El diablo entonces, no encontrando otro modo de poner a prueba a Jesús, se alejó de él en espera de una ocasión más propicia.

    Jesús principia su ministerio

    14. Jesús, lleno del poder del Espíritu Santo, regresó a Galilea. Su fama se extendió por toda aquella región.

    15. Enseñaba en las sinagogas y gozaba de gran prestigio a los ojos de todos.

    Jesús en Nazaret

    16. Llegó a Nazaret, el lugar donde se había criado, y, como tenía por costumbre, entró el día festivo en la sinagoga y se puso en pie para leer las Escrituras.

    17. Le dieron el libro del profeta Isaías, y, al abrirlo, encontró el pasaje que dice:

    18. El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar a los pobres la buena noticia de la salvación; me ha enviado a anunciar la libertad a los presos y a dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos

    19. y a proclamar un año en que el Señor perdonará a su pueblo.

    20. Cerró luego el libro, lo devolvió al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los presentes le miraban atentamente,

    21. y él comenzó a hablar. Les dijo: - Esta profecía se ha cumplido hoy mismo en vuestra presencia.

    22. Todos le manifestaban su aprobación y estaban maravillados por las hermosas palabras que había pronunciado. Se preguntaban: - Pues ¿no es éste el hijo de José?

    23. Jesús les dijo: - Sin duda, me aplicaréis este refrán: "Médico, cúrate a ti mismo." Haz aquí, en tu propia tierra, todo eso que hemos oído decir que hiciste en Cafarnaún.

    24. Y añadió: - Os aseguro que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra.

    25. Os diré más: muchas viudas vivían en Israel en tiempos de Elías, cuando por tres años y seis meses no cayó ni una gota de agua del cielo y hubo gran hambre en todo el país.

    26. Sin embargo, Elías no fue enviado a ninguna de ellas, sino a una que vivía en Sarepta, en la región de Sidón.

    27. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue limpiado de su lepra, sino Naamán el sirio.

    28. Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enfurecieron,

    29. y, echando mano a Jesús, le sacaron de allí y le llevaron a un barranco de la montaña sobre la que estaba asentado el pueblo, con intención de despeñarle.

    30. Pero Jesús se les escabulló de entre las manos y se fue.

    Un hombre que tenía un espíritu inmundo

    31. Desde allí se dirigió a la ciudad galilea de Cafarnaún, y pasaba los días festivos enseñándoles.

    32. Todos quedaban impresionados por sus enseñanzas, porque les hablaba con autoridad.

    33. Estaba allí, en la sinagoga, un hombre poseído por un demonio impuro, que se puso a decir a voces:

    34. - ¡Tú, Jesús de Nazaret, déjanos en paz! ¿Has venido a destruirnos? ¡Te conozco bien: tú eres el Santo de Dios!

    35. Jesús le increpó, diciéndole: - ¡Cállate y sal de él! Y el demonio salió de él, derribándole al suelo delante de todos, pero sin hacerle ningún daño .

    36. Todos los que presenciaron lo sucedido se asombraron, y se decían unos a otros: - ¡Qué poderosa es la palabra de este hombre! ¡Con qué autoridad ordena a los espíritus impuros que salgan, y le obedecen!

    37. Y la fama de Jesús se extendía por todos aquellos lugares.

    Jesús sana a la suegra de Pedro

    38. Al salir de la sinagoga, Jesús fue a casa de Simón. La suegra de Simón estaba enferma, con fiebre muy alta. Le rogaron que la curase,

    39. y Jesús, inclinándose sobre ella, increpó a la fiebre, y la fiebre desapareció. En seguida, la enferma se levantó y se puso a atenderles.

    Muchos sanados al ponerse el sol

    40. Más tarde, a la puesta del sol, llevaron ante Jesús toda clase de enfermos, y él los curaba poniendo las manos sobre cada uno.

    41. Muchos estaban poseídos por demonio, que salían de ellos gritando: - ¡Tú eres el Hijo de Dios! Pero Jesús los increpaba y no les permitía que hablaran de él, porque sabían que era el Mesías.

    Jesús recorre Galilea predicando

    42. Al hacerse de día, Jesús salió de la ciudad y se retiró a un lugar solitario. La gente estaba buscándole, y, cuando le encontraron, trataron de evitar que se fuera de allí.

    43. Pero Jesús les dijo: - Tengo que ir también a otras ciudades, a llevarles la buena noticia del reino de Dios. Para eso he sido enviado.

    44. Así anduvo anunciando el mensaje por las sinagogas de Galilea.