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jueves, julio 18, 2024
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    Mateo 15 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

    Lo que contamina al hombre

    1. Se acercaron a Jesús unos fariseos y maestros de la Ley que procedían de Jerusalén, y le preguntaron:

    2. - ¿Por qué tus discípulos violan la tradición de nuestros antepasados? ¿Por qué no se lavan las manos cuando van a comer?

    3. Jesús les respondió: - ¿Y por qué vosotros violáis los mandatos de Dios por seguir vuestras propias tradiciones?

    4. Porque Dios ha dicho: Honra a tu padre y a tu madre; y también: El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte.

    5. En cambio, vosotros afirmáis: "Si alguno dice a su padre o a su madre: Lo que tenía reservado para ayudarte se lo he ofrecido a Dios ',

    6. queda liberado de la obligación de ayudarles a ellos. "De este modo, con vuestra propia tradición anuláis lo que Dios había dispuesto.

    7. ¡Hipócritas! Bien profetizó Isaías acerca de vosotros cuando dijo:

    8. Este pueblo me honra de labios afuera, pero su corazón está muy lejos de mí.

    9. Inútilmente me rinden culto, pues lo único que enseñan es a cumplir preceptos humanos.

    10. Después de esto, Jesús reunió a la gente y dijo:- Oíd esto y entendedlo:

    11. lo que hace impuro al hombre no es lo que entra por la boca. Lo que verdaderamente le hace impuro es lo que sale de la boca.

    12. Entonces los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: - ¿Sabes que los fariseos se han sentido ofendidos al oírte?

    13. Jesús les contestó: - Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz.

    14. Dejadlos, pues son ciegos que guían a otros ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.

    15. Pedro pidió a Jesús: - Explícanos esta parábola.

    16. Jesús contestó: - ¿Tampoco vosotros sois capaces de entender?

    17. ¿No comprendéis que todo lo que entra por la boca pasa al vientre y va a parar al retrete?

    18. En cambio, lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que hace impuro al hombre.

    19. Porque del corazón proceden las malas intenciones, los asesinatos, los adulterios, las inmoralidades sexuales, los robos, las calumnias y las blasfemias.

    20. Todo esto es lo que hace impuro al hombre, y no el sentarse a comer sin haberse lavado las manos.

    La fe de la mujer cananea

    21. Jesús salió de allí y se dirigió a la parte de Tiro y Sidón.

    22. En esto, una mujer cananea que vivía por aquellos lugares vino a su encuentro gritando: - ¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija está poseída por un demonio y sufre horrorosamente.

    23. Como Jesús no le contestaba ni una palabra, los discípulos se acercaron a él y le dijeron: - Despídela, porque no deja de seguirnos y dar voces.

    24. El entonces dijo: - Dios me ha enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.

    25. Pero la mujer, poniéndose de rodillas delante de Jesús, le suplicó: -¡Señor, ayúdame!

    26. El le contestó: - No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perros.

    27. Ella dijo: - Es cierto, Señor; pero también es cierto que los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.

    28. Entonces Jesús le respondió: - ¡Muy grande es tu fe, mujer! ¡Qué se haga como deseas! Y su hija quedó curada en aquel mismo instante.

    Jesús sana a muchos

    29. Después de esto, Jesús se fue de allí a la orilla del lago de Galilea. Cuando llegó, subió al monte y se sentó.

    30. En seguida comenzó a reunirse mucha gente, trayendo consigo cojos, ciegos, tullidos, mudos y otros muchos enfermos. Los pusieron a los pies de Jesús, y él los curó a todos.

    31. La gente estaba asombrada al ver que los mudos hablaban, los tullidos recobraban la salud, los cojos andaban y los ciegos veían. Y todos alabaron al Dios de Israel.

    Alimentación de los cuatro mil

    32. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: - Me da lástima de esta gente. Ya hace tres días que están aquí conmigo y no tienen nada de comer. No quiero que se vayan en ayunas, no sea que desfallezcan por el camino.

    33. Los discípulos le dijeron: - Pero estamos en un lugar muy apartado. ¿De dónde vamos a sacar pan para dar de comer a toda esta gente?

    34. Jesús les preguntó: - ¿Cuántos panes tenéis? Ellos contestaron: - Siete y unos cuantos peces.

    35. Jesús dispuso que la gente se sentara en el suelo.

    36. Luego tomó los siete panes y los peces, dio gracias a Dios, los partió y se los fue dando a los discípulos para que ellos los distribuyeran entre la gente.

    37. Todos comieron hasta quedar satisfechos; y todavía se recogieron siete espuertas llenas de los trozos de pan sobrantes.

    38. Los que comieron en aquella ocasión fueron cuatro mil, sin contar las mujeres ni los niños.

    39. Jesús luego despidió a la multitud, subió a la barca y se fue a la región de Magadán.