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miércoles, julio 17, 2024
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    Romanos 4 - Arcas-Fernandez (Nuevo Testamento)

    El ejemplo de Abraham

    1. Veamos ahora el caso de Abraham, padre de nuestra raza. ¿Qué decir de él?

    2. Si Abraham hubiese obtenido la amistad divina en virtud de sus obras, tendría razón para sentirse orgulloso. ¡Claro que nunca delante de Dios!

    3. Pero ¿qué es lo que dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y esto le valió que Dios le concediera su amistad.

    4. Por otra parte, el salario del que trabaja no es un regalo, sino una deuda.

    5. De modo que mediante la fe queda restablecido en la amistad de Dios quien no pone la confianza en las propias obras, sino que se fía de Dios, que restablece en su amistad al pecador.

    6. Igualmente, David llama dichosos a quienes Dios ha restablecido en su amistad sin haberlo ellos merecido en virtud de sus obras:

    7. ¡Dichosos aquellos a quienes Dios ha perdonado sus culpas y ha sepultado en lo profundo sus pecados!

    8. ¡Dichoso el hombre a quien el Señor no le toma en cuenta su pecado!

    9. ¿A quién alcanza esta dicha? ¿Solamente a los que están circuncidados o también a los que no lo están? Hemos dicho que la fe le valió a Abraham que Dios le concediera su amistad.

    10. ¿Y cuándo sucedió esto? ¿Antes o después de haberse circuncidado? Sin duda, sucedió antes.

    11. La circuncisión le vino después como una señal, como un sello garantizador de que, antes de estar circuncidado, ya le había sido concedida la amistad divina mediante la fe. Así, Abraham se ha convertido en padre de todos los que creen sin estar circuncidados, por cuanto también a ellos Dios les ofrece el ser restablecidos en su amistad.

    12. Al mismo tiempo, se ha convertido en padre de todos los que, estando circuncidados, no han puesto su confianza en la circuncisión, sino que van tras las huellas de la fe que, ya antes de circuncidarse, tuvo nuestro padre Abraham.

    La promesa realizada mediante la fe

    13. Dios prometió a Abraham y a sus descendientes que recibirían en herencia el mundo entero. Y no vinculó tal promesa a ley alguna, sino a la fuerza salvadora de la fe.

    14. Si los herederos lo fueran en virtud del cumplimiento de la Ley, la fe quedaría sin valor, y la promesa sin eficacia.

    15. La ley lleva consigo la sanción punitiva; pero donde no existe ley, tampoco puede haber violación de la ley.

    16. Por eso precisamente la promesa está vinculada a la fe, a fin de que al ser gratuita quede asegurada para todos los descendientes de Abraham; no sólo para los que están vinculados a la Ley, sino también para los que tienen su fe. Abraham, pues, es nuestro padre común,

    17. como dice la Escritura: Te he constituido padre de pueblos numerosos. Y lo es delante de Dios, en quien creyó; del Dios que infunde vida a los muertos y llama a la existencia a lo que no existe.

    18. Esperando en Dios cuando parecía cerrado todo camino a la esperanza, creyó Abraham que llegaría a convertirse en padre de pueblos numerosos, según lo que Dios le había prometido: Tal será tu descendencia.

    19. Y no vaciló en su fe, aun sabiendo bien que su cuerpo estaba ya consumido - tenía casi cien años - y que el seno de Sara era incapaz de concebir hijos.

    20. Lejos de hacerle vacilar, la promesa de Dios robusteció su fe. Reconoció así la grandeza de Dios,

    21. convencido plenamente de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete.

    22. Esto es lo que le valió ser tenido por amigo de Dios.

    23. Y esas palabras de la Escritura no se refieren solamente a Abraham.

    24. Valen también para nosotros, que alcanzaremos la amistad divina creyendo en aquel que resucitó a Jesús, nuestro Señor,

    25. quien fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitó para ser nuestra salvación.