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miércoles, julio 17, 2024
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    1 Reyes 2 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    1. Y poco a poco se acercaron los días de David en que había de morir; y él procedió a dar órdenes a Salomón su hijo, y a decir:

    2. “Yo me voy por el camino de toda la tierra, y tú tienes que ser fuerte y dar prueba de ser hombre.

    3. Y tienes que guardar la obligación para con Jehová tu Dios, andando en sus caminos, guardando sus estatutos, sus mandamientos y sus decisiones judiciales y sus testimonios, conforme a lo que está escrito en la ley de Moisés, a fin de que actúes prudentemente en todo lo que hagas y adondequiera que te vuelvas;

    4. a fin de que Jehová realice su palabra que habló respecto de mí, al decir: ‘Si tus hijos cuidan su camino, andando delante de mí en verdad con todo su corazón y con toda su alma, no será cortado hombre tuyo de [sentarse] sobre el trono de Israel’.

    5. ”Y también tú mismo bien sabes lo que me hizo Joab hijo de Zeruyá en lo que hizo a dos jefes de los ejércitos de Israel, a Abner hijo de Ner y a Amasá hijo de Jéter, cuando los mató y colocó la sangre de guerra en tiempo de paz y puso la sangre de guerra sobre su cinto que estaba alrededor de sus caderas y en sus sandalias que estaban sobre sus pies.

    6. Y tendrás que actuar conforme a tu sabiduría, y no dejar que sus canas bajen en paz al Seol.

    7. ”Y para con los hijos de Barzilai el galaadita debes ejercer bondad amorosa, y ellos tienen que hallarse entre los que coman a tu mesa; porque de esa manera se acercaron a mí cuando huí de delante de Absalón tu hermano.

    8. ”Y aquí está contigo Simeí hijo de Guerá el benjaminita de Bahurim, y él fue quien invocó el mal contra mí con una dolorosa invocación de mal el día en que yo iba a Mahanaim; y él fue quien bajó a mi encuentro al Jordán, de modo que le juré por Jehová, diciendo: ‘No te haré morir a espada’.

    9. Y ahora no lo dejes sin castigar, porque eres un hombre sabio y bien sabes lo que debes hacerle, y tienes que hacer bajar sus canas con sangre al Seol”.

    Muerte de David

    10. Entonces yació David con sus antepasados y fue enterrado en la Ciudad de David.

    11. Y los días que había reinado David sobre Israel fueron cuarenta años. En Hebrón había reinado siete años, y en Jerusalén había reinado treinta y tres años.

    12. En cuanto a Salomón, se sentó sobre el trono de David su padre; y gradualmente su gobernación real vino a quedar muy firmemente establecida.

    Salomón afirma su reino

    13. Con el tiempo Adonías hijo de Haguit vino a Bat-seba, madre de Salomón. Por lo cual ella dijo: “¿Es pacífica tu venida?”, a lo que él dijo: “Es pacífica”.

    14. Y siguió diciendo: “Hay un asunto que tengo para ti”. De modo que ella dijo: “Habla”.

    15. Y él continuó: “Tú misma bien sabes que la gobernación real había de llegar a ser mía, y era hacia mí hacia quien todo Israel había fijado su rostro para que yo llegara a ser rey; pero la gobernación real dio vuelta y llegó a ser de mi hermano, porque de parte de Jehová llegó a ser suya.

    16. Y ahora hay una solicitud que te hago. No vuelvas [de ti] mi rostro”. Por lo tanto ella le dijo: “Habla”.

    17. Y él pasó a decir: “Por favor, di a Salomón el rey (porque él no volverá tu rostro [de sí]) que me dé a Abisag la sunamita por esposa”.

    18. A esto Bat-seba dijo: “¡Bien! Yo misma hablaré por ti al rey”.

    19. De modo que Bat-seba entró a donde el rey Salomón para hablarle a favor de Adonías. En seguida el rey se levantó a su encuentro y se inclinó ante ella. Entonces se sentó sobre su trono e hizo poner un trono para la madre del rey, para que se sentara a su derecha.

    20. Y ella procedió a decir: “Hay una pequeña solicitud que te hago. No vuelvas [de ti] mi rostro”. Por lo tanto el rey le dijo: “Hazla, madre mía; porque no volveré [de mí] tu rostro”.

    21. Y ella pasó a decir: “Que Abisag la sunamita sea dada por esposa a Adonías tu hermano”.

    22. Ante esto, el rey Salomón respondió y dijo a su madre: “¿Y por qué estás solicitando a Abisag la sunamita para Adonías? Solicita también para él la gobernación real (porque es mi hermano que es mayor que yo), aun para él y para Abiatar el sacerdote y para Joab hijo de Zeruyá”.

    23. Con eso, el rey Salomón juró por Jehová, y dijo: “Así me haga Dios, y así añada a ello, si no fue contra su propia alma contra quien Adonías habló esta cosa.

    24. Y ahora, tan ciertamente como que vive Jehová, que me ha establecido firmemente y me mantiene sentado sobre el trono de David mi padre, y que me hizo una casa tal como ha hablado, hoy se dará muerte a Adonías”.

    25. Inmediatamente el rey Salomón envió por medio de Benaya hijo de Jehoiadá; y este procedió a arrojarse sobre aquel, de modo que murió.

    26. Y a Abiatar el sacerdote el rey dijo: “¡Vete a Anatot a tus campos! Pues mereces la muerte; pero en este día no te daré muerte, porque llevaste el arca del Señor Soberano Jehová delante de David mi padre, y porque sufriste aflicción durante todo el tiempo que mi padre sufrió aflicción”.

    27. De modo que Salomón expulsó a Abiatar para que no rindiera servicio como sacerdote de Jehová, para cumplir la palabra de Jehová que él había hablado contra la casa de Elí en Siló.

    28. Y el informe mismo llegó allá a Joab —pues Joab mismo se había inclinado a seguir a Adonías, aunque no se había inclinado a seguir a Absalón— y Joab se fue huyendo a la tienda de Jehová y empezó a asirse de los cuernos del altar.

    29. Entonces le fue comunicado al rey Salomón: “Joab ha huido a la tienda de Jehová, y allí está al lado del altar”. De modo que Salomón envió a Benaya hijo de Jehoiadá, y dijo: “¡Anda, arrójate sobre él!”.

    30. Por lo tanto Benaya fue a la tienda de Jehová y le dijo: “Esto es lo que ha dicho el rey: ‘¡Sal!’”. Pero él dijo: “¡No! Porque aquí es donde moriré”. Por lo cual Benaya llevó la palabra de vuelta al rey, diciendo: “Esto es lo que habló Joab, y esto es lo que me respondió”.

    31. Entonces le dijo el rey: “Haz tal como ha hablado y arrójate sobre él; y tienes que enterrarlo y quitar de sobre mí y de sobre la casa de mi padre la sangre inmerecidamente derramada que Joab vertió.

    32. Y Jehová ciertamente hará volver su sangre sobre su propia cabeza, porque se arrojó sobre dos hombres más justos y mejores que él, y procedió a matarlos a espada, cuando mi padre David mismo no había sabido de ello, a saber, a Abner hijo de Ner el jefe del ejército de Israel y a Amasá hijo de Jéter el jefe del ejército de Judá.

    33. Y la sangre de ellos tiene que volver sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de su prole hasta tiempo indefinido; pero para David y para su prole y para su casa y para su trono llegará a haber paz hasta tiempo indefinido de parte de Jehová”.

    34. Entonces Benaya hijo de Jehoiadá procedió a subir, y se arrojó sobre él y le dio muerte; y llegó a ser enterrado en su propia casa en el desierto.

    35. Ante aquello, el rey puso a Benaya hijo de Jehoiadá en lugar de él sobre el ejército; y a Sadoc el sacerdote lo puso el rey en el lugar de Abiatar.

    36. Finalmente el rey mandó llamar a Simeí y le dijo: “Edifícate una casa en Jerusalén, y tienes que morar allí y no salir de allí a este lugar ni a aquel.

    37. Y tiene que suceder que, en el día que salgas, y cuando de veras pases el valle torrencial de Cedrón, debes saber, sin equivocación, que positivamente morirás. La culpa de sangre por ti vendrá ella misma a estar sobre tu propia cabeza”.

    38. Ante esto, Simeí dijo al rey: “La palabra es buena. Tal como mi señor el rey ha hablado, así hará tu siervo”. Y Simeí siguió morando en Jerusalén muchos días.

    39. Y al cabo de tres años aconteció que dos esclavos de Simeí se fueron huyendo a donde Akís hijo de Maacá el rey de Gat; y unas personas vinieron a referírselo a Simeí, y dijeron: “¡Mira! Tus esclavos están en Gat”.

    40. Inmediatamente Simeí se levantó y aparejó su asno y se fue a Gat, a donde Akís, para buscar a sus esclavos; después de lo cual Simeí fue y trajo de Gat a sus esclavos.

    41. Entonces informaron a Salomón: “Simeí ha salido de Jerusalén a Gat y ha vuelto”.

    42. Por lo cual el rey envió y llamó a Simeí y le dijo: “¿No te juramenté por Jehová para advertirte, diciendo: ‘En el día que salgas y cuando de veras vayas acá y allá debes saber inequívocamente que positivamente morirás’?, y, por eso, ¿no me dijiste tú: ‘Buena es la palabra que he oído’?

    43. ¿Por qué, pues, no guardaste el juramento de Jehová y el mandamiento que te impuse solemnemente?”.

    44. Y el rey siguió diciendo a Simeí: “Tú mismo ciertamente sabes todo el perjuicio que tu corazón conoce bien que le hiciste a David mi padre; y Jehová ciertamente hará volver sobre tu propia cabeza el perjuicio [ocasionado] por ti.

    45. Pero el rey Salomón será bendito, y el trono mismo de David resultará estar firmemente establecido delante de Jehová para siempre”.

    46. Con eso, el rey dio orden a Benaya hijo de Jehoiadá, que entonces salió y se arrojó sobre aquel, de modo que murió. Y el reino fue firmemente establecido en la mano de Salomón.