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sábado, agosto 17, 2024
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    1 Reyes 20 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    Acab derrota a los sirios

    1. En cuanto a Ben-hadad el rey de Siria, este juntó todas sus fuerzas militares y también treinta y dos reyes con él, y caballos y carros, y procedió a subir y a poner sitio a Samaria y a pelear contra ella.

    2. Entonces envió mensajeros a Acab el rey de Israel en la ciudad. Y pasó a decirle: “Esto es lo que ha dicho Ben-hadad:

    3. ‘Tu plata y tu oro son míos, y tus esposas y tus hijos, los mejor parecidos, son míos’”.

    4. A lo cual el rey de Israel respondió y dijo: “Conforme a tu palabra, mi señor el rey, tuyo soy con todo lo que me pertenece”.

    5. Más tarde los mensajeros volvieron y dijeron: “Esto es lo que ha dicho Ben-hadad: ‘Yo envié a ti, diciendo: “Tu plata y tu oro y tus esposas y tus hijos me los darás.

    6. Pero mañana como a esta hora enviaré a ti mis siervos, y tendrán que registrar cuidadosamente tu casa y las casas de tus siervos; y tendrá que suceder que cuanto sea deseable a tus ojos lo pondrán ellos en su mano, y tendrán que llevárselo”’”.

    7. Ante eso, el rey de Israel llamó a todos los ancianos del país y dijo: “Fíjense, por favor, y vean que lo que este anda buscando es calamidad; porque envió a mí por mis esposas y mis hijos y mi plata y mi oro, y no los retuve de él”.

    8. Entonces todos los ancianos y todo el pueblo le dijeron: “No obedezcas, y no debes consentir”.

    9. Por lo tanto, él dijo a los mensajeros de Ben-hadad: “Digan a mi señor el rey: ‘Todo lo que enviaste [a decir] a tu siervo al principio, lo haré; pero esta cosa no la puedo hacer’”. Con esto los mensajeros se fueron y le llevaron de vuelta la palabra.

    10. Ben-hadad ahora le envió a decir: “¡Así háganme los dioses, y así añadan a ello, si el polvo de Samaria haya de bastar para [dar] puñados a toda la gente que me sigue!”.

    11. A su vez, el rey de Israel contestó y dijo: “Háblenle: ‘El que se ciñe, no se jacte como el que se desabrocha’”.

    12. Y aconteció que luego que él oyó esta palabra, mientras él mismo y los reyes estaban bebiendo en las cabañas, inmediatamente dijo a sus siervos: “¡Dispónganse!”. Y empezaron a disponerse contra la ciudad.

    13. Y, ¡mire!, cierto profeta se acercó a Acab el rey de Israel y entonces dijo: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘¿Has visto a toda esta gran muchedumbre? Aquí voy a darla en tu mano hoy, y ciertamente sabrás que yo soy Jehová’”.

    14. Entonces dijo Acab: “¿Por medio de quién?”, a lo que dijo: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Por medio de los jóvenes de los príncipes de los distritos jurisdiccionales’”. Finalmente dijo: “¿Quién iniciará la acción de batalla?”, a lo que él dijo: “¡Tú!”.

    15. Y él procedió a tomar la cuenta de los jóvenes de los príncipes de los distritos jurisdiccionales, y llegaron a ser doscientos treinta y dos; y después de ellos tomó la cuenta de toda la gente, todos los hijos de Israel, siete mil.

    16. Y empezaron a salir al mediodía, mientras Ben-hadad estaba bebiendo hasta emborracharse en las cabañas, él junto con los reyes, los treinta y dos reyes que estaban ayudándole.

    17. Cuando los jóvenes de los príncipes de los distritos jurisdiccionales salieron los primeros, Ben-hadad en seguida envió [a ver]; y vinieron a informarle, diciendo: “Hay hombres que han salido de Samaria”.

    18. A lo que él dijo: “Sea que para paz hayan salido, deben prenderlos vivos; o sea que para combate hayan salido, vivos es como deben prenderlos”.

    19. Y estos fueron los que salieron de la ciudad, los jóvenes de los príncipes de los distritos jurisdiccionales y las fuerzas militares que estaban detrás de ellos.

    20. Y se pusieron a derribar cada uno a su hombre; y los sirios emprendieron fuga, e Israel fue persiguiéndolos, pero Ben-hadad el rey de Siria logró escapar sobre un caballo junto con los hombres de a caballo.

    21. Pero el rey de Israel salió y siguió derribando los caballos y los carros, y derribó a los sirios con una gran matanza.

    22. Más tarde el profeta se acercó al rey de Israel y le dijo: “Ve, fortalécete y nota y ve lo que vas a hacer; porque a la vuelta del año el rey de Siria va a subir contra ti”.

    23. En cuanto a los siervos del rey de Siria, ellos le dijeron: “El Dios de ellos es un Dios de montañas. Por eso resultaron más fuertes que nosotros. Por lo contrario, pues, peleemos contra ellos en la tierra llana, [y ve] si no resultamos más fuertes que ellos.

    24. Y haz esta cosa: Remueve a los reyes cada uno de su lugar, y pon gobernadores en vez de ellos.

    25. En cuanto a ti, debes numerarte una fuerza militar igual a la fuerza militar que cayó de tu lado, con caballo por caballo y carro por carro; y peleemos contra ellos en la tierra llana, [y ve] si no resultamos más fuertes que ellos”. Por consiguiente, él escuchó la voz de ellos e hizo precisamente así.

    26. Y a la vuelta del año aconteció que Ben-hadad procedió a reunir con fines militares a los sirios y a subir a Afeq para combate contra Israel.

    27. En cuanto a los hijos de Israel, se hallaban reunidos con fines militares y provistos, y empezaron a salir a su encuentro; y los hijos de Israel se pusieron a acampar enfrente de ellos como dos rebañuelos de cabras, mientras los sirios, por su parte, llenaban la tierra.

    28. Entonces se acercó el hombre del Dios [verdadero] y dijo al rey de Israel, sí, pasó a decir: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Por razón de que los sirios han dicho: “Jehová es un Dios de montañas, y no es un Dios de llanuras bajas”, tendré que dar toda esta gran muchedumbre en tu mano, y ustedes ciertamente sabrán que yo soy Jehová’”.

    29. Y continuaron acampados por siete días, estos enfrente de aquellos. Y al séptimo día aconteció que empezó la acción de batalla; y los hijos de Israel fueron derribando a los sirios, a cien mil hombres de a pie en un día.

    30. Y los que quedaron fueron huyendo a Afeq, a la ciudad; y el muro vino cayendo sobre veintisiete mil hombres que quedaban. En cuanto a Ben-hadad, huyó, y por fin entró en la ciudad, dentro de la cámara más recóndita.

    31. Así que sus siervos le dijeron: “Ve esto: nosotros hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes de bondad amorosa. Por favor, déjanos llevar sacos sobre nuestros lomos y sogas sobre nuestras cabezas, y déjanos salir al rey de Israel. Tal vez conserve viva tu alma”.

    32. Por lo tanto, se ciñeron de sacos los lomos, con sogas sobre las cabezas, y vinieron al rey de Israel y dijeron: “Tu siervo Ben-hadad ha dicho: ‘Por favor, deja vivir mi alma’”. A lo que dijo él: “¿Todavía está vivo? Es mi hermano”.

    33. De modo que los hombres mismos lo tomaron como agüero y prestamente lo tomaron como decisión espontánea de parte de él, y pasaron a decir: “Ben-hadad es tu hermano”. Por lo cual él dijo: “Anden, tráiganlo”. Entonces Ben-hadad salió a donde él; y él en seguida lo hizo subir en el carro.

    34. [Ben-hadad] ahora le dijo: “Las ciudades que mi padre le tomó a tu padre, las devolveré; y calles te asignarás a ti mismo en Damasco, lo mismo que mi padre asignó en Samaria”. “Y en cuanto a mí, en un pacto te enviaré.” Con esto él celebró un pacto con él y lo envió.

    35. Y cierto hombre de los hijos de los profetas dijo a su amigo por la palabra de Jehová: “Hiéreme, por favor”. Pero el hombre rehusó herirlo.

    36. Por lo tanto, le dijo: “Por razón de que no escuchaste la voz de Jehová, mira, te vas de mí, y un león ciertamente te derribará”. Tras eso, se fue de junto a él, y el león logró hallarlo y derribarlo.

    37. Y él, al proseguir, halló a otro hombre, y dijo: “Hiéreme, por favor”. De modo que el hombre le dio un golpe, golpeando y causando herida.

    38. Entonces el profeta se fue y se quedó parado junto al camino [esperando] al rey, y se mantuvo disfrazado con una venda sobre los ojos.

    39. Y aconteció que, al ir pasando el rey, gritó al rey y procedió a decir: “Tu siervo mismo salió y entró en lo más reñido del combate; y, ¡mira!, un hombre salía de la fila, y vino trayéndome un hombre y entonces dijo: ‘Guarda a este hombre. Si de manera alguna llegara a faltar, entonces tu alma tendrá que tomar el lugar de su alma, o, si no, pesarás en pago un talento de plata’.

    40. Y aconteció que, estando activo tu siervo aquí y allí, pues, aquel mismo se había ido”. Ante esto, el rey de Israel le dijo: “Tal es tu propio juicio. Tú mismo lo has decidido”.

    41. En esto él se quitó apresuradamente la venda de sobre los ojos, y el rey de Israel llegó a reconocerlo, que era de los profetas.

    42. Él ahora le dijo: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Por razón de que has dejado salir de tu mano al hombre que me ha sido dado por entero para destrucción, tu alma tendrá que tomar el lugar de su alma, y tu pueblo el lugar de su pueblo’”.

    43. Ante esto, el rey de Israel procedió a irse a su casa, sombrío y decaído, y llegó a Samaria.