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viernes, julio 19, 2024
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    2 Crónicas 18 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    Micaías profetiza la derrota de Acab

    1. Y Jehosafat llegó a tener riquezas y gloria en abundancia; pero formó una alianza de matrimonio con Acab.

    2. De modo que años más tarde bajó [a ver] a Acab en Samaria; y Acab procedió a sacrificar ovejas y reses vacunas en abundancia para él y para la gente que estaba con él. Y empezó a ilusionarlo para que subiera contra Ramot-galaad.

    3. Y Acab el rey de Israel pasó a decir a Jehosafat el rey de Judá: “¿Quieres ir conmigo a Ramot-galaad?”. Ante esto, él le dijo: “Yo soy lo mismo que tú, y mi pueblo es como tu pueblo y [está] contigo en la guerra”.

    4. Sin embargo, Jehosafat dijo al rey de Israel: “Por favor, inquiere en primer lugar por la palabra de Jehová”.

    5. De modo que el rey de Israel juntó a los profetas, cuatrocientos hombres, y les dijo: “¿Vamos contra Ramot-galaad en guerra, o me guardo de hacerlo?”. Y ellos empezaron a decir: “Sube, y el [verdadero] Dios [la] dará en la mano del rey”.

    6. Pero Jehosafat dijo: “¿No hay aquí un profeta de Jehová todavía? Entonces inquiramos por medio de él”.

    7. Ante eso, el rey de Israel dijo a Jehosafat: “Todavía hay un hombre por medio de quien inquirir de Jehová, pero yo mismo ciertamente lo odio, porque no está profetizando respecto a mí para bien, sino, todos sus días, para mal. Es Micaya hijo de Imlá”. Sin embargo, Jehosafat dijo: “No diga el rey semejante cosa”.

    8. Por consiguiente, el rey de Israel llamó a un oficial de la corte y dijo: “Trae pronto a Micaya hijo de Imlá”.

    9. Ahora bien, el rey de Israel y Jehosafat el rey de Judá estaban sentados cada cual en su trono, en vestidos de vestir, y estaban sentados en la era a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas estaban actuando como profetas delante de ellos.

    10. Entonces Sedequías hijo de Kenaaná se hizo unos cuernos de hierro y dijo: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Con estos empujarás a los sirios hasta exterminarlos’”.

    11. Y todos los demás profetas estaban profetizando de la misma manera, diciendo: “Sube a Ramot-galaad y logra éxito, y Jehová ciertamente [la] dará en la mano del rey”.

    12. Y el mensajero que fue a llamar a Micaya le habló, diciendo: “¡Mira! Las palabras de los profetas son a una de bien para el rey; y deja que tu palabra, por favor, llegue a ser como [la de] uno de ellos y tienes que hablar el bien”.

    13. Pero Micaya dijo: “Tan ciertamente como que Jehová vive, lo que mi Dios diga, eso es lo que hablaré”.

    14. Entonces entró a donde el rey, y el rey procedió a decirle: “Micaya, ¿vamos a Ramot-galaad en guerra, o me guardo de hacerlo?”. Al instante él dijo: “Suban y logren éxito; y serán dados en la mano de ustedes”.

    15. Ante esto, el rey le dijo: “¿Cuántas veces van que te pongo bajo juramento de que no me hables nada sino la verdad en el nombre de Jehová?”.

    16. Por lo tanto él dijo: “Ciertamente veo a todos los israelitas esparcidos sobre las montañas, como ovejas que no tienen pastor. Y Jehová pasó a decir: ‘Estos no tienen amos. Que se vuelvan cada cual a su casa en paz’”.

    17. Entonces el rey de Israel dijo a Jehosafat: “¿No te dije: ‘Él no profetizará acerca de mí cosas buenas, sino malas’?”.

    18. Y él pasó a decir: “Por lo tanto, oigan la palabra de Jehová: Ciertamente veo a Jehová sentado sobre su trono, y a todo el ejército de los cielos de pie a su derecha y a su izquierda.

    19. Y Jehová procedió a decir: ‘¿Quién engañará a Acab el rey de Israel para que suba y caiga en Ramot-galaad?’. Y hubo habla: este decía así, y aquel decía asá.

    20. Finalmente salió un espíritu y se situó delante de Jehová y dijo: ‘Yo mismo lo engañaré’. Ante esto, Jehová le dijo: ‘¿De qué manera?’.

    21. A esto él dijo: ‘Saldré y ciertamente llegaré a ser un espíritu engañoso en la boca de todos sus profetas’. De modo que él dijo: ‘Lo engañarás, y, lo que es más, saldrás ganador. Sal y hazlo así’.

    22. Y ahora sucede que Jehová ha puesto un espíritu engañoso en la boca de estos profetas tuyos; pero Jehová mismo ha hablado calamidad tocante a ti”.

    23. Sedequías hijo de Kenaaná ahora se acercó y le dio un golpe a Micaya en la mejilla y dijo: “¿Por qué camino, precisamente, pasó el espíritu de Jehová desde mí para hablar contigo?”.

    24. A lo que dijo Micaya: “¡Mira! Estás viendo [por qué camino] en el día que entres en la cámara más recóndita para esconderte”.

    25. Entonces el rey de Israel dijo: “Tomen a Micaya y devuélvanlo a Amón el jefe de la ciudad y a Joás el hijo del rey.

    26. Y ustedes tienen que decir: ‘Esto es lo que ha dicho el rey: “Pongan a este individuo en la casa de detención y aliméntenlo con una ración reducida de pan y una ración reducida de agua hasta que yo vuelva en paz”’”.

    27. Ante eso, Micaya dijo: “Si vuelves de manera alguna en paz, Jehová no ha hablado conmigo”. Y añadió: “Oigan, gentes todas”.

    28. Y el rey de Israel y Jehosafat el rey de Judá procedieron a subir a Ramot-galaad.

    29. El rey de Israel ahora dijo a Jehosafat: “Habrá [para mí] un disfrazar[me] y entrar en la batalla, pero tú, por tu parte, ponte tus prendas de vestir”. Por consiguiente, el rey de Israel se disfrazó, después de lo cual entraron en la batalla.

    30. En cuanto al rey de Siria, él había dado orden a los jefes de los carros que eran de él, y había dicho: “No deben pelear ni con pequeño ni con grande, sino con el rey de Israel solamente”.

    31. Y aconteció que, tan pronto como los jefes de los carros vieron a Jehosafat, ellos, por su parte, se dijeron: “Es el rey de Israel”. De manera que se volvieron contra él para pelear; y Jehosafat se puso a clamar por socorro, y Jehová mismo le ayudó, y Dios en seguida los atrajo de donde él.

    32. Y aconteció que en cuanto los jefes de los carros vieron que no resultaba que fuera el rey de Israel, inmediatamente se volvieron de seguirlo.

    33. Y hubo un hombre que dobló el arco en su inocencia, pero logró darle al rey de Israel entre los accesorios y la cota de malla, de modo que él dijo al conductor de su carro: “Da vuelta a tu mano, y tienes que sacarme del campamento, porque me han herido gravemente”.

    34. Y la batalla siguió subiendo en intensidad aquel día, y al rey de Israel mismo lo tuvieron que mantener en posición erguida en el carro, de cara a los sirios hasta el atardecer; y gradualmente murió al tiempo de ponerse el sol.