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sábado, agosto 17, 2024
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    2 Samuel 14 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    Joab procura el regreso de Absalón

    1. Ahora bien, Joab hijo de Zeruyá llegó a saber que el corazón del rey estaba [vuelto] hacia Absalón.

    2. Por consiguiente, Joab envió a Teqoa y tomó de allí a una mujer sabia y le dijo: “Ponte de duelo, por favor, y vístete, por favor, con prendas de vestir de duelo, y no te untes con aceite; y tienes que llegar a ser como una mujer, aquí, que ha estado de duelo muchos días por algún muerto.

    3. Y tienes que entrar a donde el rey y hablarle una palabra como esta”. Con eso, Joab le puso las palabras en la boca.

    4. Y la mujer de Teqoa procedió a entrar a donde el rey y a caer a tierra sobre su rostro y a postrarse y decir: “¡Salva, sí, oh rey!”.

    5. Por lo cual el rey le dijo: “¿Qué te pasa?”. A lo que ella dijo: “En realidad soy una mujer enviudada, ya que está muerto mi esposo.

    6. Y tu sierva tenía dos hijos, y los dos se pusieron a luchar el uno con el otro en el campo, sin haber un libertador que los separara. Por fin el uno derribó al otro y le dio muerte.

    7. Y sucede que toda la familia se ha levantado contra tu sierva, y siguen diciendo: ‘¡Entrega al heridor de su hermano, para que le demos muerte por el alma de su hermano a quien mató, y aniquilemos aun al heredero!’. Y ciertamente extinguirán el brillo de mis brasas que ha quedado, de modo que no se asigne a mi esposo ni nombre ni resto sobre la superficie del suelo”.

    8. Entonces el rey dijo a la mujer: “Vete a tu casa, y yo mismo daré orden respecto a ti”.

    9. Por lo tanto, la teqoíta dijo al rey: “Sobre mí, oh mi señor el rey, esté el error, y también sobre la casa de mi padre, mientras el rey y su trono queden inocentes”.

    10. Y el rey dijo además: “Si hay alguno que te hable, entonces tienes que traérmelo, y nunca volverá a lastimarte”.

    11. Pero ella dijo: “Que el rey, por favor, se acuerde de Jehová tu Dios, para que el vengador de la sangre no esté arruinando de continuo y para que no aniquilen a mi hijo”. A esto él dijo: “Tan ciertamente como que vive Jehová, ni un solo cabello de tu hijo caerá a tierra”.

    12. La mujer ahora dijo: “Permite que tu sierva hable, por favor, una palabra a mi señor el rey”. De modo que él dijo: “¡Habla!”.

    13. Y la mujer pasó a decir: “¿Por qué, pues, has razonado de esta forma contra el pueblo de Dios? Al hablar el rey esta palabra es como uno que es culpable, por cuanto el rey no hace volver a su propio desterrado.

    14. Porque sin falta moriremos y seremos como aguas que están siendo derramadas sobre la tierra, que no se pueden recoger. Pero Dios no quitará un alma, y él ha pensado bien razones por las cuales el desterrado no debe hallarse desterrado de él.

    15. Y ahora que he entrado a hablar esta palabra al rey mi señor, es porque la gente me hizo tener miedo. Así que tu sierva dijo: ‘Permítaseme hablar, por favor, al rey. Quizás obre el rey conforme a la palabra de su esclava.

    16. Por cuanto el rey procedió a escuchar para librar a su esclava de la palma de la mano del hombre [que procurara] aniquilarnos a mí y a mi hijo solitario de la herencia dada por Dios’,

    17. entonces dijo tu sierva: ‘Que la palabra de mi señor el rey sirva, por favor, para dar descanso’. Porque como un ángel del Dios [verdadero], así es mi señor el rey, para distinguir lo que es bueno y lo que es malo, y que Jehová tu Dios mismo resulte estar contigo”.

    18. El rey ahora contestó y dijo a la mujer: “No escondas de mí, por favor, una cosa acerca de la cual te voy a preguntar”. A lo que dijo la mujer: “Hable mi señor el rey, por favor”.

    19. Y el rey pasó a decir: “¿Está contigo la mano de Joab en todo esto?”. Entonces la mujer contestó y dijo: “Tan ciertamente como que vive tu alma, oh mi señor el rey, ningún hombre puede ir a la derecha ni a la izquierda de todo lo que ha hablado mi señor el rey; porque fue tu siervo Joab el que me dio orden, y él fue quien puso en la boca de tu sierva todas estas palabras.

    20. En el interés de alterar el aspecto del asunto ha hecho tu siervo Joab esta cosa, pero mi señor es sabio como con la sabiduría del ángel del Dios [verdadero] para saber todo lo que hay en la tierra”.

    21. Posteriormente, el rey dijo a Joab: “Pues mira, ciertamente haré esta cosa. De modo que ve, haz volver al joven Absalón”.

    22. Ante eso, Joab cayó a tierra sobre su rostro y se postró y bendijo al rey; y Joab pasó a decir: “Hoy tu siervo de veras sabe que he hallado favor a tus ojos, oh mi señor el rey, porque el rey ha obrado conforme a la palabra de su siervo”.

    23. Con eso, Joab se levantó y fue a Guesur y trajo a Absalón a Jerusalén.

    24. Sin embargo, el rey dijo: “Que se vuelva hacia su propia casa, pero no puede ver mi rostro”. De modo que Absalón se volvió hacia su propia casa, y en cuanto al rostro del rey, no lo vio.

    25. Ahora bien, en comparación con Absalón no se hallaba ningún hombre tan hermoso en todo Israel como para ser alabado tanto. Desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza no se hallaba en él defecto alguno.

    26. Y cuando se afeitaba la cabeza —y sucedía que al fin de cada año se la afeitaba; porque se le hacía tan pesada, se la afeitaba— él pesaba el cabello de su cabeza, doscientos siclos, según el peso real de piedras.

    27. Y llegaron a nacerle a Absalón tres hijos y una hija cuyo nombre fue Tamar. Ella resultó ser una mujer de apariencia sumamente hermosa.

    28. Y Absalón continuó morando en Jerusalén por dos años completos, y no vio el rostro del rey.

    29. De modo que Absalón envió por Joab para enviarlo al rey, y este no consintió en ir a él. Entonces volvió a enviar, por segunda vez, y no consintió en ir.

    30. Por fin dijo a sus siervos: “Vean la porción de terreno de Joab al lado de la mía, y allí tiene cebada. Vayan e incéndienla con fuego”. Por consiguiente, los siervos de Absalón incendiaron con fuego la porción de terreno.

    31. Ante esto, se levantó Joab y vino a Absalón, a la casa, y le dijo: “¿Por qué incendiaron con fuego tus siervos la porción de terreno que es mía?”.

    32. Así que Absalón dijo a Joab: “¡Mira! Envié a ti, diciendo: ‘Ven acá y déjame enviarte al rey para que le digas: “¿Para qué he venido de Guesur? Mejor me sería estar allá todavía. Y ahora, déjame ver el rostro del rey y, si hay error alguno en mí, él entonces tiene que darme muerte”’”.

    33. Posteriormente, Joab entró a donde el rey y se lo dijo. Entonces él llamó a Absalón, que ahora entró a donde el rey y se postró ante él, [cayendo] a tierra sobre su rostro delante del rey; después de lo cual el rey besó a Absalón.