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sábado, agosto 17, 2024
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    Ezequiel 9 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    Visión de la muerte de los culpables

    1. Y procedió a clamar en mis oídos con una voz fuerte, y dijo: “¡Que se acerquen los que dan su atención a la ciudad, cada uno con su arma en la mano, para arruinar!”.

    2. Y, ¡mire!, había seis hombres que venían de la dirección de la puerta superior que mira al norte, cada uno con su arma desmenuzadora en la mano; y había entre ellos un hombre vestido de lino, con un tintero de secretario a las caderas, y ellos procedieron a entrar y a plantarse al lado del altar de cobre.

    3. Y respecto a la gloria del Dios de Israel, fue elevada de sobre los querubines sobre los cuales estaba [y llevada] al umbral de la casa, y él empezó a clamar al hombre que estaba vestido del lino, a cuyas caderas estaba el tintero de secretario.

    4. Y Jehová pasó a decirle: “Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y tienes que poner una marca en las frentes de los hombres que están suspirando y gimiendo por todas las cosas detestables que se están haciendo en medio de ella”.

    5. Y a estos [otros] dijo, a mis oídos: “Pasen por la ciudad detrás de él y hieran. No se sienta apenado su ojo, y no sientan ninguna compasión.

    6. A viejo, joven y virgen y niñito y mujeres deben matar... hasta arruinamiento. Pero no se acerquen a ningún hombre sobre el cual esté la marca, y desde mi santuario deben comenzar”. Así que comenzaron con los viejos que estaban delante de la casa.

    7. Y además les dijo: “Contaminen la casa y llenen los patios con los muertos. ¡Salgan!”. Y ellos salieron e hirieron en la ciudad.

    8. Y aconteció que, mientras herían y se me dejó permanecer, procedí a caer sobre mi rostro y gritar y decir: “¡Ay, oh Señor Soberano Jehová! ¿Vas a arruinar a todos los restantes de Israel mientras derramas tu furia sobre Jerusalén?”.

    9. De modo que él me dijo: “El error de la casa de Israel y Judá es muy, muy grande, y el país está lleno de derramamiento de sangre, y la ciudad está llena de tortuosidad; porque han dicho: ‘Jehová ha dejado la tierra, y Jehová no está viendo’.

    10. Y en cuanto a mí también, mi ojo no se sentirá apenado, ni mostraré compasión. Ciertamente traeré sobre su propia cabeza su camino”.

    11. Y, ¡mire!, el hombre vestido del lino, a cuyas caderas estaba el tintero, traía palabra de vuelta, y decía: “He hecho tal como me has mandado”.