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sábado, julio 20, 2024
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    Hechos 5 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    Ananías y Safira

    1. Sin embargo, cierto varón, por nombre Ananías, junto con Safira su esposa, vendió una posesión

    2. y retuvo secretamente parte del precio, de lo cual sabía también su esposa, y trajo solo una parte y la depositó a los pies de los apóstoles.

    3. Pero Pedro dijo: “Ananías, ¿por qué te ha envalentonado Satanás a tratar con engaño al espíritu santo y a retener secretamente parte del precio del campo?

    4. Mientras permanecía contigo, ¿no permanecía tuyo?, y después que fue vendido, ¿no continuaba bajo tu control? ¿Por qué te propusiste un hecho de esta índole en tu corazón? No has tratado con engaño a los hombres, sino a Dios”.

    5. Al oír estas palabras, Ananías cayó y expiró. Y gran temor vino sobre todos los que oyeron de ello.

    6. Pero los hombres más jóvenes se levantaron, lo envolvieron en paños, y, sacándolo, lo enterraron.

    7. Luego, después de un intervalo de como tres horas, entró su esposa, ignorando lo que había acontecido.

    8. Pedro le dijo: “Dime, ¿vendieron ustedes [dos] el campo en tanto?” Ella dijo: “Sí, en tanto.”

    9. Entonces le [dijo] Pedro: “¿Por qué convinieron entre ustedes [dos] en poner a prueba el espíritu de Jehová? ¡Mira! Los pies de los que enterraron a tu esposo están a la puerta, y te sacarán a ti”.

    10. Al instante ella cayó a los pies de él y expiró. Cuando los jóvenes entraron, la hallaron muerta, y la sacaron y la enterraron al lado de su esposo.

    11. Por consiguiente, gran temor vino sobre toda la congregación y sobre todos los que oyeron de estas cosas.

    Muchas señales y maravillas

    12. Además, mediante las manos de los apóstoles continuaron efectuándose muchas señales y portentos presagiosos entre el pueblo; y todos estaban de común acuerdo en la columnata de Salomón.

    13. Cierto, ni uno solo de los demás tenía ánimo para unirse a ellos; sin embargo, el pueblo los elogiaba.

    14. Más aún, siguieron añadiéndose creyentes en el Señor, multitudes de varones así como de mujeres;

    15. de modo que sacaban a los enfermos hasta a los caminos anchos y los ponían allí sobre camitas y camillas, para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos.

    16. También, la multitud de las ciudades alrededor de Jerusalén siguió concurriendo, cargando a los enfermos y a los que eran perturbados por espíritus inmundos, y todos sin excepción eran curados.

    Pedro y Juan son perseguidos

    17. Pero el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, la entonces existente secta de los saduceos, se levantaron llenos de celos,

    18. y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en el lugar público de custodia.

    19. Pero durante la noche el ángel de Jehová abrió las puertas de la prisión, los sacó y dijo:

    20. “Váyanse, y, puestos de pie en el templo, sigan hablando al pueblo todos los dichos acerca de esta vida”.

    21. Después de oír esto, ellos entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Ahora bien, cuando llegaron el sumo sacerdote y los que con él estaban, convocaron el Sanedrín y toda la asamblea de los ancianos de los hijos de Israel, y enviaron a la cárcel para que los trajeran.

    22. Pero cuando los oficiales llegaron allá, no los hallaron en la prisión. De modo que volvieron y dieron informe,

    23. diciendo: “La cárcel la hallamos cerrada con toda seguridad, y a los guardas de pie ante las puertas, pero al abrir no hallamos a nadie dentro”.

    24. Pues bien, cuando el capitán del templo así como los sacerdotes principales oyeron estas palabras, quedaron perplejos tocante a estos asuntos, respecto a lo que vendría a resultar de ello.

    25. Pero llegó cierto hombre y les informó: “¡Miren! Los varones que ustedes pusieron en la prisión están en el templo, puestos de pie y enseñando al pueblo”.

    26. Entonces el capitán se fue con sus oficiales y procedió a traerlos, pero sin violencia, porque tenían miedo de que el pueblo los apedreara.

    27. De modo que los trajeron y los pusieron de pie en el salón del Sanedrín. Y el sumo sacerdote los interrogó,

    28. y dijo: “Les ordenamos positivamente que no siguieran enseñando sobre la base de este nombre, y sin embargo, ¡miren!, han llenado a Jerusalén con su enseñanza, y están resueltos a traer la sangre de este hombre sobre nosotros”.

    29. En respuesta, Pedro y los [otros] apóstoles dijeron: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.

    30. El Dios de nuestros antepasados levantó a Jesús, a quien ustedes mataron, colgándolo en un madero.

    31. A este, Dios lo ensalzó a su diestra como Agente Principal y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.

    32. Y nosotros somos testigos de estos asuntos, y también lo es el espíritu santo, el cual Dios ha dado a los que le obedecen como gobernante”.

    33. Cuando oyeron esto, se sintieron cortados profundamente, y querían eliminarlos.

    34. Pero se levantó cierto hombre en el Sanedrín, un fariseo de nombre Gamaliel, maestro de la Ley estimado por todo el pueblo, y dio mandato de que sacaran fuera a los hombres por un momento.

    35. Y les dijo: “Varones de Israel, presten atención a ustedes mismos en cuanto a lo que piensan hacer respecto a estos hombres.

    36. Por ejemplo, antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que él mismo era alguien, y un número de varones, como cuatrocientos, se unió a su partido. Pero él fue eliminado, y todos los que le obedecían fueron dispersados y vinieron a nada.

    37. Después de él se levantó Judas el galileo en los días de la inscripción, y atrajo gente en pos de sí. Y sin embargo ese hombre pereció, y todos los que le obedecían fueron esparcidos por todas partes.

    38. De modo que, en las presentes circunstancias, les digo: No se metan con estos hombres, sino déjenlos (porque si este proyecto o esta obra proviene de hombres, será derribada;

    39. pero si proviene de Dios, no podrán derribarlos); de otro modo, quizás se les halle a ustedes luchadores realmente contra Dios”.

    40. De modo que le hicieron caso, y, mandando llamar a los apóstoles, los fustigaron, y les ordenaron que dejaran de hablar sobre la base del nombre de Jesús, y los dejaron ir.

    41. Estos, por lo tanto, se fueron de delante del Sanedrín, regocijándose porque se les había considerado dignos de sufrir deshonra a favor del nombre de él.

    42. Y todos los días en el templo, y de casa en casa, continuaban sin cesar enseñando y declarando las buenas nuevas acerca del Cristo, Jesús.