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sábado, julio 20, 2024
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    Isaías 38 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    Enfermedad de Ezequías

    1. En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Por consiguiente, Isaías hijo de Amoz el profeta entró a donde él y le dijo: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Da mandatos a tu casa, porque tú mismo realmente morirás y no vivirás’”.

    2. Ante aquello, Ezequías volvió el rostro a la pared y empezó a orar a Jehová,

    3. diciendo: “Te ruego, oh Jehová, recuerda, por favor, cómo he andado delante de ti en veracidad y con corazón completo, y lo que era bueno a tus ojos he hecho”. Y Ezequías se puso a llorar profusamente.

    4. Y la palabra de Jehová ahora ocurrió para Isaías, diciendo:

    5. “Ve, y tienes que decir a Ezequías: ‘Esto es lo que ha dicho Jehová el Dios de David tu antepasado: “He oído tu oración. He visto tus lágrimas. Mira, voy a añadir a tus días quince años;

    6. y de la palma de la mano del rey de Asiria los libraré a ti y a esta ciudad, y ciertamente defenderé esta ciudad.

    7. Y esto te es señal de parte de Jehová de que Jehová efectuará esta palabra que ha hablado:

    8. Mira, voy a hacer que la sombra de las gradas, que, por el sol, había bajado en las gradas [de la escalera] de Acaz, retroceda diez gradas”’”. Y el sol gradualmente volvió atrás diez gradas en las gradas [de la escalera] que había descendido.

    9. Escrito de Ezequías el rey de Judá, cuando enfermó y revivió de su enfermedad.

    10. Yo mismo dije: “En medio de mis días ciertamente entraré por las puertas del Seol. Tendré que ser privado del resto de mis años”.

    11. He dicho: “No veré a Jah, aun a Jah, en la tierra de los vivientes. Ya no miraré a la humanidad... con los habitantes de [la tierra de] cesación.

    12. Mi propia habitación ha sido arrancada y quitada de mí como la tienda de pastores. He enrollado mi vida justamente como un obrero de telar; se procede a cortarme de los mismísimos hilos de la urdimbre. Desde la primera luz del día hasta la noche sigues entregándome.

    13. Me he sosegado hasta la mañana. Como un león, así sigue quebrando todos mis huesos; desde la primera luz del día hasta la noche sigues entregándome.

    14. Como el vencejo, el bulbul, así sigo chirriando; sigo zureando como la paloma. Mis ojos han mirado con languidez a la altura: ‘Oh Jehová, estoy bajo opresión. Sé respaldo para mí’.

    15. ¿Qué hablaré, y [qué], realmente, me dirá él? Él mismo también ha actuado. Sigo andando solemnemente todos mis años en la amargura de mi alma.

    16. ‘Oh Jehová, a causa de eso ellos siguen viviendo; y como sucede con todos, en eso está la vida de mi espíritu. Y tú me restaurarás a salud y ciertamente me conservarás vivo.

    17. ¡Mira! Por paz tuve lo que era amargo, sí, amargo; y tú mismo te has apegado a mi alma [y la has guardado] del hoyo de la desintegración. Porque has arrojado tras tus espaldas todos mis pecados.

    18. Porque no es el Seol lo que puede elogiarte; la muerte misma no puede alabarte. Los que bajan al hoyo no pueden contemplar con esperanza tu apego a la verdad.

    19. El vivo, el vivo, él es el que puede elogiarte, tal como yo puedo este día. El padre mismo puede dar conocimiento a sus propios hijos respecto a tu apego a la verdad.

    20. Oh Jehová, [encárgate de] salvarme, y tocaremos mis piezas selectas para las cuerdas todos los días de nuestra vida en la casa de Jehová’”.

    21. E Isaías procedió a decir: “Que tomen una torta de higos secos comprimidos y [la] froten sobre el divieso, para que él reviva”.

    22. Mientras tanto, Ezequías dijo: “¿Cuál es la señal de que subiré a la casa de Jehová?”.