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lunes, agosto 19, 2024
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    Jeremías 26 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    Jeremías es amenazado de muerte

    1. En el principio del regir real de Jehoiaquim hijo de Josías, el rey de Judá, ocurrió esta palabra de parte de Jehová, y dijo:

    2. “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Manténte de pie en el patio de la casa de Jehová, y tienes que hablar, acerca de todas las ciudades de Judá que están entrando a inclinarse en la casa de Jehová, todas las palabras que ciertamente te mandaré hablarles. No quites palabra alguna.

    3. Quizás escuchen y se vuelvan, cada uno de su camino malo, y yo tenga que sentir pesar por la calamidad que estoy pensando ejecutar sobre ellos a causa de la maldad de sus tratos.

    4. Y tienes que decirles: “Esto es lo que ha dicho Jehová: ‘Si ustedes no me escuchan mediante andar en mi ley que he puesto delante de ustedes,

    5. mediante escuchar las palabras de mis siervos los profetas —a quienes estoy enviando a ustedes, aun madrugando y enviándo[los]—, a quienes no han escuchado,

    6. yo, en cambio, ciertamente haré que esta casa sea como la de Siló, y haré que esta ciudad sea una invocación de mal para todas las naciones de la tierra’”’”.

    7. Y los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo empezaron a oír a Jeremías hablar estas palabras en la casa de Jehová.

    8. Aconteció que cuando Jeremías hubo terminado de hablar todo lo que Jehová [le] había mandado hablar a todo el pueblo, entonces los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le echaron mano y dijeron: “Positivamente morirás.

    9. ¿Por qué has profetizado en el nombre de Jehová, diciendo: ‘Como la de Siló es como esta casa llegará a ser, y esta mismísima ciudad será devastada de modo que quede sin habitante’?”. Y todo el pueblo siguió congregándose alrededor de Jeremías en la casa de Jehová.

    10. Andando el tiempo, los príncipes de Judá llegaron a oír estas palabras, y procedieron a subir de la casa del rey a la casa de Jehová y a sentarse en la entrada de la puerta nueva de Jehová.

    11. Y los sacerdotes y los profetas empezaron a decir a los príncipes y a todo el pueblo: “A este hombre le corresponde el juicio de muerte, porque ha profetizado acerca de esta ciudad tal como han oído ustedes con sus propios oídos”.

    12. Ante aquello, Jeremías dijo a todos los príncipes y a todo el pueblo: “Fue Jehová quien me envió a profetizar acerca de esta casa y acerca de esta ciudad todas las palabras que ustedes han oído.

    13. Y ahora hagan buenos sus caminos y sus tratos, y obedezcan la voz de Jehová su Dios, y Jehová sentirá pesar por la calamidad que ha hablado contra ustedes.

    14. Y en cuanto a mí, aquí estoy en la mano de ustedes. Hagan conmigo según lo que sea bueno y según lo que sea recto a los ojos de ustedes.

    15. Solo que deben saber sin falta que, si me dan muerte, es sangre inocente la que están poniendo sobre ustedes mismos y sobre esta ciudad y sobre sus habitantes, porque en verdad Jehová sí me envió a ustedes para hablar a oídos de ustedes todas estas palabras”.

    16. Entonces los príncipes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: “No hay juicio de muerte que le corresponda a este hombre, porque fue en el nombre de Jehová nuestro Dios como nos habló”.

    17. Además, algunos de los ancianos del país se levantaron y empezaron a decir a toda la congregación del pueblo:

    18. “Miqueas de Moréset mismo se hallaba profetizando en los días de Ezequías el rey de Judá y pasó a decir a todo el pueblo de Judá: ‘Esto es lo que ha dicho Jehová de los ejércitos: “Sión misma será arada como un simple campo, y Jerusalén misma llegará a ser simples montones de ruinas, y la montaña de la Casa servirá para lugares altos de un bosque”’.

    19. ¿Acaso Ezequías el rey de Judá y todos los de Judá le dieron muerte de manera alguna? ¿No temió él a Jehová y procedió a ablandar el rostro de Jehová, de modo que Jehová llegó a sentir pesar por la calamidad que había hablado contra ellos? Así estamos desarrollando una gran calamidad contra nuestras almas.

    20. ”Y también sucedió que hubo un hombre que estaba profetizando en el nombre de Jehová, Uriya hijo de Semaya de Quiryat-jearim. Y siguió profetizando contra esta ciudad y contra este país conforme a todas las palabras de Jeremías.

    21. Y el rey Jehoiaquim y todos sus hombres poderosos y todos los príncipes llegaron a oír sus palabras, y el rey empezó a buscar que se le diera muerte. Cuando Uriya llegó a oír [esto], al instante le dio miedo, y huyó, y entró en Egipto.

    22. Pero el rey Jehoiaquim envió hombres a Egipto, a Elnatán hijo de Acbor y otros hombres con él a Egipto.

    23. Y procedieron a sacar a Uriya de Egipto y llevarlo al rey Jehoiaquim, quien entonces lo derribó a espada y echó su cuerpo muerto en el cementerio de los hijos del pueblo”.

    24. Además, resultó que la mano de Ahiqam hijo de Safán estuvo con Jeremías, para que no fuera dado en la mano del pueblo para que se le diera muerte.