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sábado, agosto 17, 2024
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    Lucas 22 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    El complot para matar a Jesús

    1. Ahora bien, se acercaba la fiesta de las tortas no fermentadas, la llamada Pascua.

    2. Y los sacerdotes principales y los escribas buscaban de qué manera les sería eficaz deshacerse de él, porque temían al pueblo.

    3. Pero Satanás entró en Judas, el que se llamaba Iscariote, que se contaba entre los doce;

    4. y él se fue y habló con los sacerdotes principales y los capitanes [del templo] acerca de la manera eficaz de traicionarlo a ellos.

    5. Pues bien, estos se regocijaron y convinieron en darle dinero en plata.

    6. De modo que él consintió, y se puso a buscar una buena oportunidad para traicionarlo a ellos sin que estuviera presente una muchedumbre.

    Institución de la Cena del Señor

    7. Entonces llegó el día de las tortas no fermentadas, en que hay que sacrificar la [víctima de la] pascua;

    8. y él despachó a Pedro y a Juan, y dijo: “Vayan y preparen la pascua para que la comamos”.

    9. Ellos le dijeron: “¿Dónde quieres que [la] preparemos?”.

    10. Él les dijo: “¡Miren! Al entrar en la ciudad los encontrará un hombre que lleva una vasija de barro con agua. Síganlo hasta dentro de la casa en que entre.

    11. Y tienen que decir al dueño de la casa: ‘El Maestro te dice: “¿Dónde está el cuarto para convidados en que pueda comer la pascua con mis discípulos?”’.

    12. Y ese les mostrará un cuarto grande, arriba, amueblado. Prepáren[la] allí”.

    13. De modo que ellos partieron y lo hallaron así como él les había dicho, y prepararon la pascua.

    14. Al fin, cuando llegó la hora, él se reclinó a la mesa, y los apóstoles con él.

    15. Y les dijo: “En gran manera he deseado comer con ustedes esta pascua antes que sufra;

    16. porque les digo: No volveré a comerla hasta que quede cumplida en el reino de Dios”.

    17. Y, aceptando una copa, dio gracias y dijo: “Tomen esta y pásenla del uno al otro entre ustedes;

    18. porque les digo: De ahora en adelante no volveré a beber del producto de la vid hasta que llegue el reino de Dios”.

    19. También, tomó un pan, dio gracias, lo partió, y se lo dio a ellos, diciendo: “Esto significa mi cuerpo que ha de ser dado a favor de ustedes. Sigan haciendo esto en memoria de mí”.

    20. También, la copa de la misma manera después que hubieron cenado, diciendo él: “Esta copa significa el nuevo pacto en virtud de mi sangre, que ha de ser derramada a favor de ustedes.

    21. ”Pero, ¡miren!, la mano del que me traiciona está conmigo en la mesa.

    22. Porque el Hijo del hombre se va conforme a lo que está designado; no obstante, ¡ay de aquel hombre por medio de quien es traicionado!”.

    23. De modo que comenzaron a tratar entre sí la cuestión de quién de ellos realmente sería el que estaba a punto de hacer esto.

    La grandeza en el servicio

    24. Sin embargo, también se suscitó entre ellos una disputa acalorada sobre quién de ellos parecía ser el mayor.

    25. Pero él les dijo: “Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y a los que tienen autoridad sobre ellas se les llama Benefactores.

    26. Ustedes, sin embargo, no han de ser así. Antes, el que sea mayor entre ustedes hágase como el más joven, y el que actúe como principal, como el que ministra.

    27. Porque, ¿cuál es mayor?: ¿el que se reclina a la mesa, o el que ministra? ¿No es el que se reclina a la mesa? Mas yo estoy en medio de ustedes como el que ministra.

    28. ”Sin embargo, ustedes son los que con constancia han continuado conmigo en mis pruebas;

    29. y yo hago un pacto con ustedes, así como mi Padre ha hecho un pacto conmigo, para un reino,

    30. para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y se sienten sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.

    Jesús anuncia la negación de Pedro

    31. ”Simón, Simón, ¡mira! Satanás ha demandado tenerlos para zarandearlos como a trigo.

    32. Mas yo he hecho ruego a favor de ti para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez que hayas vuelto, fortalece a tus hermanos”.

    33. Entonces le dijo él: “Señor, estoy listo para ir contigo a la prisión así como a la muerte”.

    34. Pero él dijo: “Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo hasta que tres veces hayas negado conocerme”.

    Bolsa, alforja y espada

    35. También les dijo: “Cuando los envié sin bolsa y sin alforja y sin sandalias, no les faltó nada, ¿verdad?”. Ellos dijeron: “¡No!”.

    36. Entonces les dijo: “Mas ahora, el que tiene bolsa, tómela, así mismo también la alforja; y el que no tiene espada venda su prenda de vestir exterior y compre una.

    37. Porque les digo que esto que está escrito tiene que realizarse en mí, a saber: ‘Y fue contado con los desaforados’. Porque lo que tiene que ver conmigo está realizándose”.

    38. Entonces ellos dijeron: “Señor, ¡mira!, aquí hay dos espadas”. Él les dijo: “Basta”.

    Jesús ora en Getsemaní

    39. Al salir, se fue como de costumbre al monte de los Olivos; y le siguieron también los discípulos.

    40. Una vez que llegaron al lugar, les dijo: “Ocúpense en orar, para que no entren en tentación”.

    41. Y él mismo se apartó de ellos como a un tiro de piedra, y dobló las rodillas y se puso a orar,

    42. diciendo: “Padre, si deseas, remueve de mí esta copa. Sin embargo, que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya”.

    43. Entonces se le apareció un ángel del cielo y lo fortaleció.

    44. Mas él, entrando en agonía, continuó orando más encarecidamente; y su sudor se hizo como gotas de sangre que caían al suelo.

    45. Y levantándose de orar, fue a los discípulos y los halló adormitados de desconsuelo;

    46. y les dijo: “¿Por qué duermen? Levántense y ocúpense en orar, para que no entren en tentación”.

    Arresto de Jesús

    47. Mientras él todavía hablaba, ¡mira!, una muchedumbre, y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos; y se acercó a Jesús para besarlo.

    48. Pero Jesús le dijo: “Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?”.

    49. Cuando los que estaban en derredor de él vieron lo que iba a acontecer, dijeron: “Señor, ¿herimos con la espada?”.

    50. Uno de ellos sí hirió al esclavo del sumo sacerdote y le quitó la oreja derecha.

    51. Pero, respondiendo, Jesús dijo: “Hasta esto dejen que llegue”. Y tocó la oreja y lo sanó.

    52. Entonces Jesús dijo a los sacerdotes principales y a los capitanes del templo y a los ancianos que habían venido allí por él: “¿Salieron con espadas y garrotes como contra un salteador?

    53. Mientras estaba con ustedes día tras día en el templo no extendieron las manos contra mí. Pero esta es su hora y la autoridad de la oscuridad”.

    Pedro niega a Jesús

    54. Entonces lo arrestaron y se lo llevaron y lo introdujeron en la casa del sumo sacerdote; pero Pedro seguía de lejos.

    55. Cuando encendieron fuego en medio del patio y se sentaron juntos, Pedro estaba sentado entre ellos.

    56. Pero cierta sirvienta lo vio sentado a la brillante lumbre y lo miró detenidamente y dijo: “Este hombre también estaba con él”.

    57. Pero él lo negó, diciendo: “No lo conozco, mujer”.

    58. Y poco tiempo después otra persona, al verlo, dijo: “Tú también eres uno de ellos”. Pero Pedro dijo: “Hombre, no lo soy”.

    59. Y después que pasó como una hora, otro se puso a insistir enérgicamente: “¡Por cierto este también estaba con él; porque, de hecho, es galileo!”.

    60. Pero Pedro dijo: “Hombre, no sé lo que dices”. Y al instante, mientras él todavía estaba hablando, cantó un gallo.

    61. Y el Señor se volvió y miró a Pedro, y Pedro recordó lo que el Señor había expresado cuando le dijo: “Antes que el gallo cante hoy, me repudiarás tres veces”.

    62. Y salió fuera y lloró amargamente.

    Jesús escarnecido y azotado

    63. Ahora bien, los varones que lo custodiaban se pusieron a burlarse de él, y le pegaban;

    64. y después de cubrirlo, preguntaban y decían: “Profetiza. ¿Quién es el que te hirió?”.

    65. Y seguían diciendo otras muchas cosas en blasfemia contra él.

    Jesús ante el concilio

    66. Al fin, cuando se hizo de día, se reunió la asamblea de los ancianos del pueblo, tanto los sacerdotes principales como los escribas, y estos lo llevaron dentro de la sala de su Sanedrín, y dijeron:

    67. “Si eres el Cristo, dínoslo”. Pero él les dijo: “Aunque se lo dijera, de ningún modo lo creerían.

    68. Además, si los interrogara, de ningún modo contestarían.

    69. Sin embargo, desde ahora en adelante el Hijo del hombre estará sentado a la poderosa diestra de Dios”.

    70. Con esto, todos dijeron: “¿Eres tú, por lo tanto, el Hijo de Dios?”. Él les dijo: “Ustedes mismos dicen que lo soy”.

    71. Ellos dijeron: “¿Por qué necesitamos más testimonio? Pues nosotros mismos [lo] hemos oído de su propia boca”.