31.9 C
Miami
jueves, julio 18, 2024
Más


    Números 11 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    Jehová envía codornices

    1. Ahora bien, el pueblo llegó a ser como hombres que tienen algo malo de qué quejarse a oídos de Jehová. Cuando Jehová llegó a oírlo, entonces su cólera se enardeció, y un fuego de Jehová empezó a encenderse contra ellos y a consumir a algunos en la extremidad del campamento.

    2. Cuando el pueblo empezó a clamar a Moisés, él entonces hizo súplica a Jehová, y el fuego se apagó.

    3. Y aquel lugar llegó a llamarse por nombre Taberá, porque un fuego de Jehová se había encendido contra ellos.

    4. Y la muchedumbre mixta que se hallaba en medio de ellos expresó anhelo egoísta, y también los hijos de Israel se pusieron a llorar de nuevo y a decir: “¿Quién nos dará carne para comer?

    5. ¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos de balde en Egipto, de los pepinos y las sandías y los puerros y las cebollas y el ajo!

    6. Pero ahora nuestra alma se halla seca. Nuestros ojos no se posan en cosa alguna sino en el maná”.

    7. A propósito, el maná era como semilla de cilantro, y su aspecto era como el aspecto del bedelio.

    8. El pueblo se esparcía y lo recogía y lo molía en molinos de mano o lo machacaba en mortero, y lo cocía en ollas o hacía de él tortas redondas, y su sabor resultaba como el sabor de una torta dulce aceitada.

    9. Y cuando el rocío descendía sobre el campamento por la noche, el maná descendía sobre él.

    10. Y Moisés llegó a oír al pueblo llorando en sus familias, cada hombre a la entrada de su tienda. Y la cólera de Jehová empezó a enardecerse en gran manera, y aquello fue malo a los ojos de Moisés.

    11. Entonces Moisés dijo a Jehová: “¿Por qué has causado mal a tu siervo, y por qué no he hallado favor a tus ojos, de modo que has colocado sobre mí la carga de todo este pueblo?

    12. ¿He concebido yo mismo a todo este pueblo? ¿Soy yo quien los ha dado a luz, para que me digas: ‘Llévalos en tu seno, tal como el que hace de nodriza lleva al niño de pecho’, al suelo acerca del cual juraste a sus antepasados?

    13. ¿De dónde tengo yo carne para dar a todo este pueblo? Pues, siguen llorando hacia mí, diciendo: ‘¡Danos carne, sí, y déjanos comer!’.

    14. No puedo, por mí solo, llevar a todo este pueblo, porque es demasiado pesado para mí.

    15. Por eso, si de esta manera estás haciendo conmigo, por favor, mátame [y acábame] del todo, si he hallado favor a tus ojos, y no mire yo mi calamidad”.

    16. A su vez Jehová dijo a Moisés: “Reúneme setenta hombres de los ancianos de Israel, de quienes de veras conozcas que son ancianos del pueblo y oficiales suyos, y tienes que llevarlos a la tienda de reunión, y ellos tienen que apostarse allí contigo.

    17. Y yo tendré que descender y hablar contigo allí; y tendré que quitar parte del espíritu que está sobre ti y colocarlo sobre ellos, y ellos tendrán que ayudarte a llevar la carga del pueblo para que no la lleves tú, tú solo.

    18. Y debes decir al pueblo: ‘Santifíquense para mañana, puesto que ciertamente comerán carne, porque han llorado a oídos de Jehová, diciendo: “¿Quién nos dará carne para comer?, pues nos iba bien en Egipto”.

    19. Comerán, no un solo día, ni dos días, ni cinco días, ni diez días, ni veinte días,

    20. sino hasta un mes de días, hasta que se les salga por las narices y lleguen a tenerle asco, simplemente porque ustedes rechazaron a Jehová, que está en medio de ustedes, y se pusieron a llorar delante de él, diciendo: “¿Por qué hemos salido de Egipto?”’”.

    21. Entonces Moisés dijo: “El pueblo en medio de quien estoy cuenta con seiscientos mil hombres de a pie, ¡y, sin embargo, tú... tú has dicho: ‘Les daré carne, y ciertamente comerán por un mes de días’!

    22. ¿Se les degollarán rebaños y vacadas, para que les baste? ¿O se les pescarán todos los peces del mar, para que les baste?”.

    23. Ante esto, Jehová dijo a Moisés: “Es que la mano de Jehová está acortada, ¿no? Ahora verás si lo que digo te acaece o no”.

    24. Después de eso Moisés salió y habló al pueblo las palabras de Jehová. Y se puso a reunir setenta hombres de los ancianos del pueblo, y procedió a hacer que estuvieran de pie alrededor de la tienda.

    25. Entonces Jehová descendió en una nube y le habló y le quitó parte del espíritu que estaba sobre él y lo puso sobre cada uno de los setenta ancianos. Y aconteció que, tan pronto como el espíritu se posó sobre ellos, entonces procedieron a actuar como profetas; pero no volvieron a hacerlo.

    26. Ahora bien, dos de los hombres habían quedado en el campamento. El nombre del uno era Eldad, y el nombre del otro era Medad. Y el espíritu empezó a posarse sobre ellos, puesto que se contaban entre los anotados, pero no habían salido a la tienda. De modo que se pusieron a actuar como profetas en el campamento.

    27. Y un joven se puso a correr e informarlo a Moisés y a decir: “¡Eldad y Medad están actuando como profetas en el campamento!”.

    28. Entonces Josué hijo de Nun, el ministro de Moisés desde su mocedad en adelante, respondió y dijo: “¡Señor mío, Moisés, deténlos!”.

    29. Sin embargo, Moisés le dijo: “¿Sientes celos por mí? No, ¡quisiera yo que todo el pueblo de Jehová fueran profetas, porque Jehová pondría su espíritu sobre ellos!”.

    30. Más tarde Moisés se retiró al campamento, él y los ancianos de Israel.

    31. Y un viento prorrumpió de parte de Jehová y empezó a impeler codornices desde el mar y a dejarlas caer sobre el campamento, como el camino de un día por esta dirección y como el camino de un día por la otra dirección, todo en derredor del campamento, y como dos codos sobre la superficie de la tierra.

    32. Entonces el pueblo se levantó todo aquel día y toda la noche y todo el día siguiente y siguió recogiendo las codornices. El que menos juntó, recogió diez homeres; y siguieron tendiéndolas extensamente para sí todo en derredor del campamento.

    33. La carne estaba todavía entre sus dientes, antes que pudiera ser masticada, cuando se encendió la cólera de Jehová contra el pueblo, y Jehová empezó a herir al pueblo con una matanza sumamente grande.

    34. Aquel lugar llegó a llamarse por nombre Quibrot-hataavá, porque allí enterraron a la gente que mostró vehemente deseo egoísta.

    35. De Quibrot-hataavá el pueblo partió para Hazerot, y continuaron en Hazerot.