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jueves, julio 18, 2024
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    Romanos 9 - Traducción del Nuevo Mundo (Testigos de Jehová)

    La elección de Israel

    1. Digo la verdad en Cristo; no miento, puesto que mi conciencia da testimonio conmigo en espíritu santo,

    2. de que tengo gran desconsuelo e incesante dolor en mi corazón.

    3. Porque podría desear que yo mismo fuera separado del Cristo como el maldito a favor de mis hermanos, mis parientes según la carne,

    4. que, como tales, son israelitas, a quienes pertenecen la adopción como hijos y la gloria y los pactos y la promulgación de la Ley y el servicio sagrado y las promesas;

    5. a quienes pertenecen los antepasados y de quienes [provino] el Cristo según la carne: Dios, que está sobre todos, [sea] bendito para siempre. Amén.

    6. Sin embargo, no es como si la palabra de Dios hubiera fallado. Porque no todos los que [provienen] de Israel son realmente “Israel”.

    7. Ni porque son descendencia de Abrahán son todos hijos, sino: “Lo que será llamado ‘descendencia tuya’ será mediante Isaac”.

    8. Es decir, los hijos en la carne no son realmente los hijos de Dios, sino que los hijos de la promesa son contados como descendencia.

    9. Porque la palabra de promesa fue como sigue: “Por este tiempo vendré y Sara tendrá un hijo”.

    10. Y no solo ese caso, sino también cuando Rebeca concibió gemelos de un solo [hombre], de Isaac nuestro antepasado:

    11. pues cuando todavía no habían nacido ni practicado cosa buena ni vil, para que el propósito de Dios tocante a la selección continuara dependiendo, no de obras, sino de Aquel que llama,

    12. se le dijo a ella: “El mayor será esclavo del menor”.

    13. Así como está escrito: “Amé a Jacob, pero odié a Esaú”.

    14. ¿Qué diremos, pues? ¿Hay injusticia con Dios? ¡Jamás llegue a ser eso así!

    15. Porque a Moisés dice: “Tendré misericordia de quien tenga misericordia, y mostraré compasión a quien muestre compasión”.

    16. Así, pues, no depende del que desea ni del que corre, sino de Dios, que tiene misericordia.

    17. Porque dice la Escritura a Faraón: “Para esto mismo te he dejado permanecer, para que con respecto a ti muestre mi poder, y para que mi nombre sea declarado por toda la tierra”.

    18. Así, pues, de quien desea tiene misericordia, pero de quien lo desea deja que se haga obstinado.

    19. Por tanto me dirás: “¿Por qué señala falta todavía? Pues, ¿quién ha resistido su voluntad expresa?”.

    20. Oh hombre, ¿quién, pues, eres tú, realmente, para que repliques contra Dios? ¿Acaso la cosa moldeada dirá al que la moldeó: “¿Por qué me hiciste de esta manera?”?

    21. ¿Qué? ¿No tiene el alfarero autoridad sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para uso honroso, otro para uso deshonroso?

    22. Pues, si Dios, aunque tiene la voluntad de demostrar su ira y de dar a conocer su poder, toleró con mucha [y] gran paciencia vasos de ira hechos a propósito para la destrucción,

    23. a fin de dar a conocer las riquezas de su gloria sobre vasos de misericordia, que él preparó de antemano para gloria,

    24. a saber, nosotros, a quienes llamó no solo de entre los judíos, sino también de entre las naciones, ¿[qué hay de ello]?

    25. Es como él dice también en Oseas: “A los que no son pueblo mío llamaré ‘pueblo mío’, y a la que no era amada, ‘amada’;

    26. y en el lugar donde se les dijo: ‘Ustedes no son mi pueblo’, allí serán llamados ‘hijos del Dios vivo’”.

    27. Además, Isaías clama respecto a Israel: “Aunque el número de los hijos de Israel sea como la arena del mar, es el resto lo que será salvo.

    28. Porque Jehová hará un ajuste de cuentas sobre la tierra, concluyéndolo y acortándolo”.

    29. También, así como Isaías había dicho en otro tiempo: “A menos que Jehová de los ejércitos nos hubiera dejado descendencia, habríamos llegado a ser justamente como Sodoma, y habríamos quedado justamente como Gomorra”.

    La justicia que es por fe

    30. ¿Qué diremos, pues? Que gente de las naciones, aunque no seguía tras la justicia, alcanzó la justicia, la justicia que resulta de la fe;

    31. pero Israel, aunque seguía tras una ley de justicia, no logró alcanzar la ley.

    32. ¿Por qué razón? Porque siguió tras ella, no por fe, sino como por obras. Tropezaron con la “piedra de tropiezo”;

    33. como está escrito: “¡Miren! Coloco en Sión piedra de tropiezo y masa rocosa de ofensa, pero el que cifre su fe en ella no sufrirá desilusión”.