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jueves, julio 18, 2024
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    Hechos 26 - Pablo Besso (Nuevo Testamento)

    Defensa de Pablo ante Agripa

    1. Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar por ti mismo. Entonces Pablo, extendiendo la mano, dijo en su defensa:

    2. Acerca de todas las cosas de que soy acusado por judíos, oh rey Agripa, me estimo dichoso habiendo hoy de defenderme delante de ti,

    3. mayormente siendo tú conocedor de todas las costumbres y cuestiones entre judíos. Por eso te ruego que con paciencia me oigas.

    Vida anterior de Pablo

    4. Pues bien, mi vivir desde la juventud, pagado desde el principio en mi nación, en Jerusalem, lo saben todos los judíos

    5. les que antes me conocen desde remoto tiempo, si quisieren testificarlo, que conforme a la más estricta secta de nuestra religión, viví fariseo.

    6. Y ahora por la esperanza de la promesa hecha por Dios a los padres, estoy juzgado,

    7. a la cual promesa nuestras doce tribus, sirviendo día y noche con fervor, esperan alcanzar, por la cual, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos.

    8. ¿Por qué se juzga increíble entre vosotros que Dios despierte a muertos?

    Pablo el perseguidor

    9. A mí mismo, es verdad, me pareció bien que contra el nombre de Jesús el nazareno, debía cometer muchas cosas contrarias,

    10. lo que también hice en Jerusalem. Y a muchos de los santos yo los encerré en cárceles, habiendo recibido la autorización de los principales sacerdotes; y cuando ellos eran matados he dado mi voto.

    11. Y por todas las sinagogas castigándolos muchas veces les forzaba a blasfemar, y enfurecido más y más contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades de afuera.

    Pablo relata su conversión

    12. En tanto también yendo a Damasco, con poder y comisión de los principales sacerdotes,

    13. a medio día en el camino vi, oh rey. una luz del cielo que con resplandor mayor que la del sol me rodeaba a mí y a los que iban conmigo.

    14. Y caídos todos nosotros a tierra, oí una voz que me hablaba y decía en lengua hebraica: ¡Saúl, Saúl! ¿por qué me persigues? te es duro dar coces contra el aguijón.

    15. Y yo dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues;

    16. mas levántate, y ponte sobre tus pies, porque para esto te aparecí para ponerte ministro y testigo de lo que viste y en lo que te apareceré,

    17. librándote del pueblo y de los gentiles a los cuales ahora te envío

    18. para abrir sus ojos, de suerte que se vuelvan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios, para que ellos reciban remisión de pecados y lote entre los santificados, por la fe en mí (Col. 1:2).

    Pablo obedece a la visión

    19. Por lo cual, oh rey Agripa, no fui desobediente a la celestial aparición,

    20. sino que a los que estaban en Damasco primeramente y en Jerusalem y por toda la tierra de Judea. y a los gentiles anuncié que se enmendasen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de la conversión.

    21. A causa de esto, los judíos, prendiéndome en el templo, intentaron despedazarme.

    22. Habiendo pues alcanzado el auxilio de Dios, hasta el día de hoy estoy de pie, atestando a pequeño y a grande, sin decir otra cosa que lo de que hablaron los profetas de lo que ha de venir, y Moisés:

    23. que el Cristo debe padecer, que primero de los muertos a resucitar, debe anunciar la luz al pueblo y a las gentes.

    Pablo insta a Agripa a que crea

    24. Alegando él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Deliras, Pablo. Las muchas letras te trastornan en manía;

    25. mas él dijo: No deliro, excelente Festo, sino hablo palabras de verdad y de buen sentido,

    26. porque está enterado de estas cosas el rey a quien también con tanta libertad hablo, porque no puedo creer que él ignore nada de estas cosas, porque no es en un rincón que esto ha sido hecho.

    27. Crees, oh rey Agripa, a los profetas. Sé que crees.

    28. Y Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a hacerme cristiano.

    29. Y Pablo dijo: Oraría a Dios que, y por poco y por mucho, no solamente tú, sino también todos los que me escuchan hoy, os hicieseis tales como también yo soy, a excepción de estas prisiones.

    30. Y cuando hubo dicho estas cosas, se levantaron el rey y el gobernador y Bernice, y los que con ellos estaban sentados;

    31. y retirándose hablaban los unos con los otros diciendo: Ninguna cosa digna de muerte o de prisiones comete este hombre.

    32. Y Agripa dijo a Festo: Podría ser absuelto este hombre, si no hubiera apelado a César.